El año 2021, en plena pandemia, Karen Bejarano (38) -mejor conocida como Karen Paola- estaba en su casa hablando por teléfono y de la nada empezó a sentir síntomas físicos desagradables: temblaba, tenía náuseas y el corazón le latía a mil. Pensó que se iba a morir, estaba teniendo una crisis de pánico. Explotó en llanto. Intentaba retener con todas las fuerzas de su cuerpo las palabras que estaban por salir de su boca, pero no pudo. Sintiéndose vulnerable, acompañada solamente por su hijo, confesó una de las cosas que llevaba ocultando por años: la cantante es sobreviviente de abuso físico y sexual infantil. Su victimario fue un pariente cercano, quién la maltrató desde que tenía nueve, hasta sus catorce.
“Esa misma tarde me dejaron internada”, cuenta. “Así como una herida de bala en el cuerpo te puede desangrar, una herida en el alma, que no se ve, te puede matar”, dice. Fueron semanas de introspección y tratamiento. “Yo todo este tiempo cargué con secuelas del abuso en mi personalidad: no sabía poner límites, quería agradarle a todo el mundo y hacer las cosas bien, pero hacerse cargo de esto fue volver a conocerme y poder reescribir mi historia”.
¿Era la primera vez que lo contabas?
“No. Yo se lo había dicho a mi mamá, pero ella me aconsejó no decir nada, dar vuelta la página, y yo confié en su criterio. Uno no tiene las herramientas, no estamos preparados como sociedad para contener a otros, nadie nos enseña eso, y además está el miedo a la violencia del victimario, el sentirse insegura al respecto, que te cuestionen. Hasta ese momento yo me sentía culpable, no víctima. Y sin ninguna contención”
¿Nadie de tu entorno lo percibió o se acercó a ti en algún minuto?
“Yo siempre fui una niña que se llenaba de actividades: clases de canto, de baile, concursos. No se podía sospechar que tuviera depresión, ponte tú. Después me convertí en una mujer funcional, que estaba metida en muchos proyectos. Nunca paré. Siempre intenté verme feliz y hacer feliz al resto. Detenerme me asustaba mucho, aprender eso fue parte de la terapia también”
Tras esa crisis de angustia que te paralizó ¿cómo fue el proceso terapéutico?
“Muy complicado, porque una de las cosas a la que más le temía era contarle a mi marido y a mi hijo. Afortunadamente Juan Pedro me respondió ‘es tu historia, yo no voy a ser un obstáculo en tu proceso de sanación. Lo que tú decidas lo vamos a hacer y te voy a acompañar’. Me saqué un peso de encima gigante. Antes de comenzar el proceso, él no entendía algunas cosas que me pasaban, leía mi distanciamiento como si yo lo hubiera dejado de querer, por ejemplo. Y yo no tenía cómo explicarle. También el cuerpo tiene memoria, entonces algunas caricias me generaban rechazo y yo no entendía la razón. Cuando tuve un diagnóstico, que fue el de estrés postraumático severo con depresión grave, pudimos empezar a trabajar en esto y a transparentar todo”
Pasó seis semanas interna, en las que Karen, además de comenzar un tratamiento farmacológico, empezó una terapia de EMDR (Eye Movement Desensitization and Reprocessing), una técnica que en sus orígenes se aplicaba a veteranos de guerra y que, a través del reprocesamiento por medio de movimientos oculares o estimulación bilateral, ha demostrado exitosos resultados en pacientes con traumas.
“Como era pandemia, no pude ver a nadie, pero compartí con mucha gente internada, que estaba pasándolo mal por diferentes razones, pero que conectamos desde el mismo sentimiento: querer estar mejor”, recuerda. En el tratamiento, la ex chica Mekano pudo construir un puente, como ella misma lo cuenta, con esa niña herida. “La encontré y le prometí que íbamos a estar bien, que iba a cumplir sus sueños, que eran mis propios sueños”.
Eran otros tiempos
Entre los años 2002 y 2004, Mekano fue uno de los espacios televisivos más vistos por los chilenos. La llegada de Karen a la t.v, abierta, en ese periodo, fue a los diecisiete años y aunque el show fue criticado duramente por la sexualización que se hacía de las mujeres, Bejarano bailó, cantó y hasta actuó en series, convirtiéndose en una protagonista.
“Tengo buenos recuerdos, pero también fue la primera vez que me sentí fea frente al espejo. La primera vez que rechacé mi cuerpo”, cuenta. La adolescente recibió el comentario de un hombre de producción que la miró y le dijo “‘o bajas de peso de aquí al viernes o te vas. Te echamos’, y era un martes”, recuerda.
Karen redujo brutalmente su ingesta de comida durante una semana. Dice que logró bajar un par de kilos, pero que se desmayaba en todos lados, sin ánimo, sin fuerza. Así también se instaló en ella un trastorno que la atormentó durante décadas. “Al ver las cosas que podía lograr, no paré, me puse más metas con el piso, y así es como batallé con anorexia y bulimia durante muchos años de mi vida. Las mujeres tenemos tan interiorizado que pasar hambre es normal, que privarse de comer algunos alimentos es parte de, que yo no me di cuenta de que tenía una enfermedad”
La gente en la calle también hablaba de su cuerpo.”Me pasó muchas veces que me paraban y me decían ‘uy, usted es muy flaquita, no se ve así en la tele’, como si fuera un piropo, y eso me motivaba entonces a seguir bajando de peso. Recién, cuando tuve que internarme, vi este problema directamente a la cara y fue parte de toda esa mochila de cosas que tuve que empezar a resolver. Estuve años sintiendo que mi cuerpo no era suficiente”
Hoy ya no eres una adolescente, tienes casi cuarenta años, ¿cuál es la relación con tu cuerpo?
“Hoy sí me cuestiono las cosas y veo que me hice daño. Me malnutri, me sobre exigí, me miré en menos, y siento que ese tiempo ya no lo puedo recuperar, sólo me queda de ahora en adelante tratarme bien y aceptarme. Cuando yo estaba en Mekano, había un programa muy famoso en esa época que se llamaba ‘Cirugía de cuerpo y alma’, entonces en los pasillos los productores se te acercaban ‘¿Karen te quieres operar? ¿Te gustaría ponerte pechugas? ¿Te gustaría sacarte algo?’, y eso reforzaba la idea de que algo estaba mal con mi cuerpo. Hoy tengo reflujo por todas las veces que me provoqué el vómito y no se va a ir. Quedé con varios problemas gástricos”
¿Crees que en estos tiempos podría volver a hacerse un programa como Mekano?
“El mundo ha cambiado muchísimo y ya no se podría hacer. Hoy veo todas las red flags. Recuerdo que bailábamos una canción que se llamaba ‘El colaless’ y teníamos que mostrar el hilo del calzón en cámara, nos dábamos piquitos con compañeros porque era parte del show, teníamos que exponer nuestra vida aunque no quisiéramos. Creo que todos aprendimos algo de ese periodo. Hoy soy mamá de un adolescente y veo los cambios generacionales. Él es un joven con herramientas que le hemos enseñado, sabe decir que no, pedir ayuda y tomar decisiones. Eso como mamá me tranquiliza muchísimo.
Cuando te hackean en 2017 y se filtran tus fotos desnuda, ex compañeros tuyos y personas del mundo del espectáculo te criticaron, ¿qué te pasó con eso? ¿La sociedad te castigó?
“Muchísimo. Pareciera que la mujer tenga un cuerpo y que lo disfrute fuera pecado. Yo sentí el juicio del país entero. Se dijo que yo quería llamar la atención, que quería figurar, generar pauta, pero la forma en la que se vulneró mi privacidad fue horrible, y a nadie le preocupaba eso, ni el efecto que tuvo en mí, que fue brutal. Además, me estaban extorsionando, entonces es una situación de mucha intranquilidad. Afortunadamente la Policía de Investigaciones logró dar con esta persona, pero lamentablemente la justicia chilena está al debe con el cibercrimen, no hay leyes que amparen a las víctimas. Hoy es una causa pendiente y yo espero que cuando salga la resolución, se le de un castigo al responsable.
Pero la noticia no fue el hackeo, que no sólo me afectó a mí, sino también a la empresa de mi suegro, porque otra vez la culpa recayó en mí ‘¿Cómo no cuida su celular? ¿Por qué se toma fotos así?’, decía la gente. Y esa revictimización es injusta”
Y hoy, siendo una mujer más madura, tras haber vivido todas estas experiencias, decides volver a enfrentarte al ojo público, ¿no te da miedo?
“Yo creo que gané un aprendizaje y no quiero que se quede conmigo no más. Siento que al ser artista uno tiene la posibilidad de llegar a muchas más personas. La música tiene mucho poder y quiero utilizarlo para grandes cosas. Sé también que hay una sobreexigencia en esta industria, donde se espera que la mujer en particular no sólo tenga talento, sino que no envejezca, por ejemplo, pero yo me siento lista”
El pasado doce de noviembre, en el cierre de la Teletón, Karen Paola se subió al escenario de la Quinta Vergara y estaba cumpliendo un sueño. Mientras escuchaba los gritos del público y se alistaba para cantar y bailar los hits que la hicieron conocida a principios del milenio, cerró los ojos y recordó una promesa que se hizo desde que era una niña: que nació para ser una estrella, pero también para ser feliz. Parecía un nuevo comienzo.
Con casi cien mil oyentes mensuales en Spotify y con un video nuevo que supera las 600 mil reproducciones en pocos días, ella no se va a detener “Quiero internacionalizarme. Que mi música se escuche en todo el mundo y ser un factor de cambio. Contribuir en la vida del resto. Que la gente sepa que uno puede cumplir sus deseos y superar el miedo”