El silencio en el abuso sexual a hombres

collage abuso sexual a hombres



“¿Cómo no te defendiste?” fue lo que le contestó el padre de Sebastián cuando éste le contó sobre los abusos sexuales que había sufrido por parte de su profesor de básquetbol, Rickter Valenzuela, cuando tenía 12 años; “a lo mejor te gustó”, le dijo. El mismo argumento usaron los defensores del entrenador en el juicio del cual luego saldría absuelto: que un adolescente de 12 años debería haberse dado cuenta, que ya es hombre, que debería ser capaz de defenderse. Sebastián es uno de los (al menos) 14 adolescentes que sufrieron abusos sexuales por parte de Ricktet durante los 2000 y que denunciaron años después a la justicia, sin resultados. En parte, los miedos que tuvieron para hablar en su momento fue el ser cuestionados en su “hombría”, que dudaran de su orientación sexual o que los vieran como “poco hombres”.

En mi caso no lo hablé nunca porque pensaba que me molestarían o que me podrían aislar del grupo, que cuestionarían mi sexualidad, que me dijeran gay y, en ese tiempo, eso era muy mal visto. Pensaba que harían bromas, sentía miedo, vergüenza, lo tenía tan escondido para que no me afectara, entonces no vi la necesidad de hacer nada en ese momento, dice Marco, otra de las víctimas de Rickter.

Los cuestionamientos con los que se encontraron estos 14 adolescentes al hablar respondían siempre a lo mismo: “esto a los hombres no les pasa”. Pero sí, les pasa, solo que de ello sabemos poco. El boletín estadístico de la Fiscalía de Chile, en 2022, indica que de un total de 38.852 víctimas por delitos sexuales a nivel nacional, un 12,75% corresponde a víctimas varones. Pero es una cifra baja que está lejos de representar los números reales.

“Las experiencias de abuso sexual vividas por hombres en su gran mayoría no son develadas, en gran parte por vergüenza a que se les cuestione su masculinidad.” explica la psicóloga Liza Toro, autora del recién publicado libro “La pelota no se mancha”, una investigación periodística sobre este bullado caso. Liza, quien se había abocado en su carrera como escritora a ensayos sobre maternidad y feminismo, al toparse con las denuncias a este profesor de Linares -de donde es también oriunda-, se obsesionó con la historia. Pasó 11 meses investigando archivos judiciales, registrando las voces de las víctimas y entrevistando a especialistas en el tema, sin dejar nunca de lado su perspectiva de género. El caso se cerraría finalmente con el suicidio del abusador en 2021. Pero solo el caso, porque la rabia de las víctimas y sus familiares, que no alcanzaron a obtener justicia a tiempo, sigue permaneciendo. En su libro, Liza postula que los protagonistas de esta historia vivieron un silenciamiento que tuvo que ver con los estereotipos en relación a su masculinidad, porque “un verdadero hombre sería capaz de defenderse”. Aquí, explica cómo ese nocivo estereotipo de género masculino dificulta el reconocimiento de las experiencias abusivas en hombres.

¿Existe un sesgo de género al abordar el abuso sexual a los hombres?

Sí, completamente. Está el sesgo desde lo social, y también desde lo judicial, porque se cree que un hombre siempre debería ser capaz de defenderse, que a un hombre no le pueden pasar estas cosas. Por eso la cifra de las agresiones sexuales son tan dispares, en teoría, pero es porque no denuncian, porque hay muchos mitos asociados a esta experiencia. Para el libro entrevisté a una psicóloga experta en atención de delitos violentos, ella me decía que los procesos reparatorios en hombres son más cortos, no se permiten estar con licencia, porque ellos tienen que ser proveedores. Les cuesta mucho reconocerse como víctimas; pasa mucho tiempo antes de que se entiendan víctimas. En el caso de estos chicos, algunos se burlaban entre ellos mismos sobre el tema, llevaron el sufrimiento a la risa. Después de adultos se dieron cuenta, después de 15 años.

Tu libro habla sobre ese nocivo estereotipo de género masculino que dificulta el reconocimiento de las experiencias abusivas. ¿Cómo es este estereotipo y cómo afecta a los hombres?

Los afecta desde chiquititos, desde muy niños. Imagínate que a un niño de tres años le decimos que tiene que hablar como hombre, que tiene que hablar fuerte, que no puede llorar, que si llora es niñita. Viene de cosas tan básicas como que las mujeres tenemos permitido expresar nuestras emociones y los varones no. Eso se va perpetuando y lo escuchas en el colegio, en tu casa, en tu entorno familiar y tienes que crecer siendo un hombre fuerte, que no llore y que no sea vulnerable. Lo único que se permiten es la rabia, las agresiones físicas. Son cosas básicas de los estereotipos de género que lamentablemente seguimos perpetuando. El tema de la vulnerabilidad, la culpa y la vergüenza tampoco está permitida en los varones. Para el libro también entrevisté a un experto en masculinidades, Adriano Meschi se llama, él trabaja en círculos de hombres, que es algo muy nuevo en Chile. Me contó que los hombres se juntan a hablar y sienten que es como si llegaran a un oasis, porque por fin pueden conversar, abrazarse, decir lo que sienten. Pero todavía es muy incipiente.

la pelota no se mancha

En tu libro explicas cómo los abusadores se aprovechan de niños sin una imagen masculina presente, es decir, con un padre distante emocionalmente o derechamente ausente, para llenar ese vacío emocional y manipular mejor a sus víctimas.

Sí, yo creo que la figura del padre está muy presente en el vínculo que establecía este abusador con los chicos. Idealmente buscaba niños que estuviesen viviendo procesos de separación de sus padres o que ya se hubieran separado. Y bueno, culturalmente en general es el padre el ausente, desde hace muy poco que los papás están participando en la crianza, entonces este tipo se posicionaba desde un rol paternal. Le gustaba que le dijeran papá, viejo. Era muy cariñoso, muy afectuoso, muy de proteger. Los cuidaba, les daba normas, les decía “yo formo personas”, siempre desde un pedestal. Uno de los chicos me dijo: “Él me veía. Mi papá biológico no me veía, pero el profesor sí”.

¿Crees que el abuso sexual a hombres debería ser abordado desde los feminismos? ¿Desde una perspectiva de género?

Desde mi lugar como feminista estuve siempre solo enfocada en las mujeres. Encontrarme con este caso fue para mí un trabajo interno de aprender a ver el sufrimiento masculino. Cuando me topé con la historia de estos chicos sentí desde mi lugar como mujer, madre y psicóloga feminista, que estaba en deuda. Yo de verdad lo sentía así, y por eso mismo tomé esta bandera de lucha, para trabajar por la prevención. Creo que desde el feminismo debemos trabajar de manera más colaborativa con los hombres, por ejemplo con aquellos que están trabajando en las masculinidades, donde podamos incorporar al debate ambas posturas.

¿Cómo crees que puede nutrir al feminismo visibilizar el abuso a hombres que también son víctimas de hombres violentos, de un patriarcado, de una sociedad que es abusiva?

Yo creo que está ahí, en que este patriarcado es un sistema. Muchas veces se toma como que las mujeres feministas estamos contra de los hombres, todavía me pasa que hay gente que lo ve así, y no se trata de eso. Se trata de trabajar juntos, ahí yo creo que está el aporte, de poder integrarnos como sociedad y que reconozcamos todo el daño qué nos hace este sistema y no sólo a nosotras. Hombres y mujeres tenemos que involucrarnos en ese tema, la perspectiva de género para transformar. Y para tener más herramientas para vencer estas violencias, porque están validadas desde lo masculino.

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