Camila (36) nunca sufrió de acné severo durante la adolescencia. De vez en cuando tenía brotes de granos y espinillas en la cara, pero nada fuera de lo común ni muy diferente de lo que experimentaban algunas de sus compañeras. Era algo normal de la edad y con el tiempo se esfumaron.
Pasados los treinta, su cara brotó: espinillas, quistes, puntos negros e inflamación. Las causas fueron varias. Estrés por un cambio de casa, cambios en su alimentación y, después de más de diez años, dejar atrás las pastillas anticonceptivas. Consultó varios dermatólogos y después de un año su piel volvió a la normalidad. O casi. De vez en cuando aún reacciona como nunca antes a estímulos externos. Y con cada nuevo episodio surge en ella una ola de inseguridad y vergüenza. Un golpe directo a la autoestima.
Ella no es la única que tiene que lidiar con esto. El acné, tradicionalmente vinculado a la pubertad, se ha vuelto cada vez más frecuente en mayores de 25 años, especialmente en mujeres. Se da incluso en personas que nunca tuvieron este problema mientras crecían. “Veo muchísimos pacientes con acné que no tuvieron en la adolescencia y la mayoría son mujeres, pero puede ser porque son las que más consultan”, explica Irene Araya, profesora asociada de Dermatología de la Universidad de Chile.
Según la Academia Europa de Dermatología (EADV por sus siglas en inglés), en la última década se ha producido un aumento del 10% en el acné adulto entre mujeres en todo el mundo.
Entre los factores que detonan el acné en la adultez están la genética, la alimentación, la contaminación y el estrés, que según la especialista, siempre puede ser un gatillante en cualquier tema dermatológico. Además, los cambios hormonales asociados con la menstruación, el embarazo, el posparto y la menopausia también pueden influir, como fue el caso de Camila tras interrumpir el uso de anticonceptivos.
El acné adulto se caracteriza por ocasionar lesiones inflamatorias, es decir, granos rojos y profundos que aparecen en el tercio inferior de la cara, en la zona de la mandíbula y el mentón. Puede ser difícil de tratar y también muy doloroso. Pero este trastorno causa también otro tipo de heridas, mucho más profundas, que pueden ser especialmente complejas de afrontar. En adultos, esta enfermedad puede generar impacto psicológico, aislamiento social y depresión, advierte EADV.
“He visto pacientes con cuadros depresivos a causa del acné que no salen a la calle. Otros entran en un círculo vicioso: se tapan la cara con kilos y kilos de maquillaje y eso les provoca más acné”, explica Araya.
La especialista lo ve directamente en sus pacientes: es un tema que les afecta sobre todo en el ámbito laboral. “Influye mucho en el trabajo. Para todas las personas que tienen contacto con clientes o trabajan en servicios, esto les genera mucho estrés. También, para quienes estén desempleados y buscan un trabajo puede ser muy complicado”, explica. “No es para menos, sobre todo en esta sociedad donde te catalogan con rapidez y en un momento de la vida, la adultez, donde no se espera el acné”, agrega.
En octubre, una investigación pionera sobre los estigmas asociados al acné reveló que esta patología influye significativamente en cómo se percibe a las personas en entornos sociales. Los rostros con acné no solo se perciben como menos atractivos, sino también como menos confiables, seguros, exitosos, dominantes y felices. Quienes se llevaron el efecto negativo más fuerte fueron las mujeres adultas.
Pedir ayuda
El acné y otras enfermedades dermatológicas pueden tener una gran incidencia psicológica en las personas, explica Camila del Solar, académica de Psicología de la Universidad Católica. Pero en su opinión, el impacto va a depender de muchos otros factores que no solo tienen que ver con el tema de la piel. Hay que evaluar cada caso.
“Hay personas que son capaces de sobrellevar esto porque tienen otro tipo de recursos y atributos personales, capacidades de enfrentamiento”, explica. “Si alguien creció en una familia donde la seguridad se basa en el aspecto físico y donde lo estético es muy importante, claro que le puede influir mucho. Si por el contrario esa persona está inserta en un entorno donde los valores están enfocados en lo académico, lo deportivo o lo espiritual, será distinto”, agrega.
Para la especialista, cualquier tratamiento psicológico va a ayudar a esas personas a entender la raíz de sus inseguridades y por qué se agudizan en ciertas situaciones o ambientes.
En ese sentido, Del Solar recomienda una terapia en donde se ayude al paciente a enfrentar “las situaciones que van a estar interferidas por su problema y las limitaciones que el acné le pueda producir”. “Esta terapia debería estar enfocada en ayudar a esa persona a enfrentar situaciones limitantes más que en intentar que se sienta feliz con su cara”, agrega.
En estos tratamientos también se intenta reforzar y trabajar las áreas en donde se tiene una mejor autoestima. “La autoestima tiene que ver con cómo me siento en general en las áreas de mi vida. Entonces ayuda mucho cuando uno se centra en afirmar esos aspectos de la autoestima que andan bien para poder compensar lo que anda mal”, explica.
¿Cómo se trata?
No es fácil verse al espejo todos los días y ver que las lesiones no se van o incluso empeoran, comenta Araya. Muchas personas son incapaces de no tocarse la cara y empiezan a reventar los granos, generando más lesiones y cicatrices. Por eso es importante acudir a varios especialistas.
“Hay que mejorar el tronco y no irse por las ramas”, asegura Araya. Ese es el enfoque integral con el que se debe abordar el acné. Lo primero es revisar los hábitos: ser conscientes de lo que consumimos y evaluar una serie de cambios que puedan mejorar la salud y atajar el estrés.
La importancia de ser conscientes de todo lo que consumimos va más allá de los alimentos, explica la académica. Por ejemplo, se ha demostrado una relación entre los complejos de vitamina B y las proteínas utilizadas para aumentar la musculatura, con algunos brotes en adultos.
En mujeres es clave también acudir a un ginecólogo para descartar otros temas de desbalances hormonales que puedan estar causando los brotes. “He tenido pacientes que vienen a verme por el acné, pero también me cuentan que hace meses no han tenido la regla. La piel puede estar revelando otro problema”, dice Araya.
El mal uso de productos de skincare, por irónico que parezca, también puede provocar irritación y acné. Algunos productos producen oclusión en los poros, lo que puede llevar a un brote. Lo mismo ocurre con el exceso de maquillaje.
Tal vez lo más difícil y tedioso es la paciencia. Hay que tenerla. Respirar antes de comprar una serie de productos que no van a funcionar o solo van a empeorar el problema. Darles tiempo a los tratamientos y no taparse en maquillaje. “Muchas personas gastan una enormidad de plata en productos que vieron en Tiktok que solo les están causando más irritación”, dice Araya.