Paula

En los cuentos te rescata un príncipe, en la vida real una amiga

Hace unos días me encontré en Instagram con una publicación donde aparecía esta frase: “En los cuentos te rescata un príncipe, en la vida real una amiga”. No solo me encantó verla, también me quedé pegada por un largo rato leyendo los más de 3 mil comentarios que tuvo. Mujeres que etiquetaban a sus propias amigas, y otras tantas que como yo en las siguientes líneas, se atrevieron a contar su experiencia.

Cuando salí de la Universidad me vino una crisis emocional muy importante. Recuerdo que sentía que no estaba preparada para el mundo laboral, básicamente que no iba a ser capaz. Seguro todo surgió de un tema de autoestima, de amor propio que nunca trabajé en mi adolescencia ni juventud. Eso detonó una depresión, que si bien no me dejó botada, me hizo vivir por un buen rato con constantes crisis de angustia y ansiedad.

Por esos días conocí al que sería mi pololo de la época. Duramos creo que casi un año juntos, el mismo tiempo en que estuve con esa crisis de salud mental. En un comienzo –como la mayoría de los comienzos– todo era “color de rosas”. Me sentí querida y apoyada y, entonces, de cierta manera entendí que ese vínculo me iba a ayudar a salir adelante. Sin embargo, comenzó a pasar el tiempo y las cosas cambiaron. Él era bastante egoísta y solo se preocupaba por él. Yo, que estaba en un momento de vulnerabilidad, sin darme cuenta me volqué hacia él y sus necesidades y dejé de ver las mías. Y es que claro, me había hecho la idea de que estando a su lado, las cosas siempre iban a ser mejor, aunque en la práctica no lo eran.

Recuerdo que muchas veces aguanté situaciones que ahora, con el paso del tiempo, soy capaz de ver. Ocasiones en que él me hizo sentir menos, que profundizó mi idea de que no era capaz. En vez de motivarme a salir adelante, bajo el argumento de que “me cuidaba”, me hizo sentir menos segura. Todo esto muy solapado, por supuesto, porque yo no creo que él haya sido una mala persona, solo que era incapaz de empatizar con lo que yo vivía; y yo, por mi parte, incapaz de ponerme en primer lugar.

Me acostumbré a esa dinámica porque es lo que siempre vi. Lo normalicé. Si estábamos bien, si él me “pescaba”, todo el resto parecía estar bien y yo veía en él y en nuestra relación, la salida a mi depre. Pero cuando pasaban semanas y días en que lo sentía lejos e indiferente, me venían crisis y sentía la angustia más profunda que he sentido en mi vida. Al final, me creí esa idea de que era mi príncipe azul, y que él me tenía que salvar. Pero en la vida real eso no existe, nadie te viene a salvar. Nadie debería hacerlo tampoco. Pero sí uno puede apoyarse en otras personas en momentos complejos. Y así como esas más de 3 mil mujeres que comentaron la publicación de Instagram, yo lo hice con una amiga.

No fue intencional. Yo no la busqué, es más, estaba distanciada de la mayoría de mis otros vínculos porque me concentré solo en mi relación de pareja. Pero mi amiga aun así supo estar ahí. Supo empatizar con lo que estaba viviendo. Por eso me hace tanto sentido esa idea de que en la vida real son siempre las amigas las que te rescatan. Es una metáfora, por supuesto, pero pienso que tiene que ver con la identificación. Todas, en menor o mayor medida, de alguna u otra manera, pasamos y vivimos situaciones similares. Nos sentimos poco capaces laboralmente porque a diario y en toda nuestra vida, recibimos señales que nos opacan; a diario y toda la vida recibimos mensajes que nos dicen que al lado de un hombre vamos a estar mejor.

Es una cultura que nos segrega, pero que al mismo tiempo, nos une. Y eso fue lo que aprendí en la relación con mi amiga. Ella me hizo ver que yo podía salir de ahí, que mi experiencia personal era común, que no era la única que lo estaba viviendo. Me incentivó a entrar a terapia y al tiempo terminé mi relación de pareja. Hoy estoy en otra y todo bien, si no quiero decir con esto que el amor esté mal, pero sí que tenemos que ser lúcidas para entender que una pareja no viene a complementar algo que nos falta, si no que viene a acompañarnos en un camino. Y lo más importante, que no necesitamos de un príncipe azul que nos salve.

Pero lo que más rescato de esta historia, es que desde entonces las amigas siempre han tenido un lugar protagonista en mi vida. Las mujeres en general. Es en ellas en quienes me he apoyado en cada etapa, con quien he llorado las penas y he compartido alegrías. Tener amigas en la vida sin duda es un regalo.

Valeria Castro tiene 34 y es periodista

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