Aunque no siempre se dice explícitamente, dentro de nuestras amistades existen códigos. Uno de ellos suele ser que los hermanos o hermanas de nuestras amigas son intocables. Desde ahí, se transforman casi en una atracción prohibida porque tienen el potencial de poner en riesgo nuestra relación de amistad. El problema es que no siempre uno elige de quién se enamora. En esos casos –dicen los expertos– en vez de ignorar el deseo, debemos ser capaces de gestionarlo con la honestidad y el cuidado que ese vínculo tan importante para nosotras merece.
Por dos años, Beatriz (26) mantuvo la atracción que sentía por uno de los mejores amigos de sus hermanos mayores en secreto. Porque siquiera el hecho de que le atrajera un amigo de sus hermanos era para ella un límite que jamás había que cruzar. Un límite que nunca fue explícitamente impuesto por ellos, pero que Beatriz entendía bajo la premisa cultural (y machista) de “no te metas con mi hermana”. Sobre todo, cuenta, porque al ser la menor sus hermanos han tomado un rol paternal con ella. Fue este código el que la hacía sentir intocable.
“Para mí era una situación muy engorrosa y confusa. Siempre pensé que podría ser conflictivo para la relación de amistad entre mis hermanos y él. Por eso, durante los dos o tres años en los que yo era consciente de que él me gustaba, siempre intenté mantener mi deseo bajo perfil, porque no quería que nadie se enterara de lo que sentía, menos que yo estaba intentando acercarme a él. De hecho, todos los acercamientos que hice en las instancias en las que coincidimos, que en general eran los carretes que hacían mis hermanos en mi casa, fueron muy sutiles. Intentaba que él los notara, pero no el resto. Era un desafío que él me empezara a ver como una mujer y no como la hermana de sus amigos”, cuenta Beatriz.
Enamorarse del amigo de un hermano, o del hermano de una amiga, es una situación difícil de manejar porque se pone en juego un posible conflicto de lealtades de todas las partes involucradas, dice Ximena Pereira, psicóloga clínica, terapeuta de parejas e investigadora y docente de la Universidad del Desarrollo. “Lo importante es ser respetuoso con las relaciones. Para mantener la lealtad es clave la honestidad, primero con uno mismo, respecto de lo que voy sintiendo y lo que realmente quiero de estas relaciones. En ese sentido, es necesario evaluar si este enamoramiento se trata de una relación importante, pues de lo contrario, uno podría cuestionar si vale la pena exponer un vínculo significativo como la amistad”. Y agrega: “Uno no siempre elige de quién se enamora y puede ocurrir, más allá de cualquier código, que esa relación sea también un vínculo sano y enriquecedor, por el que valga la pena trabajar para que puedan coexistir de forma saludable”, asegura.
Beatriz recuerda que cuando empezaron a salir, sintió miedo e incertidumbre porque él seguía siendo muy amigo de sus hermanos y lo que ella menos quería era que él se separara de ellos o que hubiese un conflicto por haber “quebrado” este código implícito de no meterse con las hermanas. “No quería tampoco que mis hermanos se sintieran incómodos o que pensaran que yo me quería meter en medio de su relación de amigos. Por eso intenté ser muy discreta con las interacciones que tuvimos al comienzo y muy honesta respecto de qué tan segura me sentía de comenzar una relación con él, para ver si era necesario contarles a mis hermanos. Así, cuando estuvimos seguros y nos proyectamos juntos, decidimos hablar con ellos. Obviamente con el miedo y la angustia de no saber cómo reaccionarían”, cuenta.En esa ocasión uno de ellos, el mayor, tomó distancia con su pololo. “Al comienzo se sintió una tensión que con el tiempo se fue disipando, pero fuera de eso, la relación se mantuvo saludable y creo que fue porque todo se conversó. Para mí la clave para navegar esto ha sido la honestidad: las conversaciones iniciales fueron abiertas y sin vergüenza respecto de la seriedad de nuestro vínculo, eso nos permitió saber hacia dónde íbamos y cuándo era el momento de formalizarlo”, reflexiona.
La terapeuta de parejas coincide con que, en este caso, la honestidad fue fundamental, así como el genuino interés por tener una conversación real, profunda y con la intimidad emocional que caracteriza a las relaciones cercanas. “Desde ahí es posible co-construir los límites de esta nueva forma de relación que involucra a tres personas que se quieren mucho y que por lo tanto, es importante que sean escuchadas. Creo que es fundamental que en una relación de amistad prime el cariño y el cuidado por el otro, y esto debe ser bidireccional, es decir es relevante lo que ambos miembros de la relación están sintiendo. Si la persona evalúa que este enamoramiento se trata de un vínculo significativo, es necesario que en esta relación de amistad también se respete y valore dicha importancia”, explica. Y agrega: “No se debe condicionar el cariño al tomar una u otra decisión, sino que se debe sentir la libertad de poder elegir sin que eso sea leído como una deslealtad. De lo contrario alguien tendría que sacrificarse para que el otro esté bien y esto no es parte de un vínculo saludable ya que en éstos se le permite al otro ser auténtico y nunca se le exige renunciar a algo que quiere”.
Los vínculos nos enriquecen
Lamentablemente el escenario que describe la terapeuta de parejas no siempre se da y muchas personas viven este tipo de vínculos en secreto. Como le ocurrió a Camila (27) que, si bien sabía que tenía “onda” con el hermano de su amiga, nunca hizo nada al respecto, hasta que él la invitó a comer y pudieron ser honestos con lo que sentían. “Había miradas coquetas y juegos con las manos y los pies debajo de la mesa desde que lo conozco, pero nunca hicimos nada al respecto. Cuando nos encontrábamos en la casa de mi amiga siempre terminaba conversando con él, pero no pasaba nada más, hasta que un día me invitó a comer sushi. Comenzamos a salir y nos pudimos conocer en un ámbito más romántico .Pero siempre estaba la duda de cómo lo íbamos a hacer con su hermana, que era mi amiga. Salíamos a escondidas de ella y de sus papás, porque sentíamos que era un amor prohibido”, cuenta.
“Yo sabía que sería difícil porque ella es explícitamente aprensiva con sus hermanos, tanto así, que en algún momento pensó que mi interés en ser su amiga era porque quería estar más cerca de su hermano, algo que me hacía pensar que nuestra relación se iba a ver afectada de todas maneras. Fue un miedo constante, durante todo el tiempo en que estuve con su hermano, quien estuvo de acuerdo en mantener silencio lo nuestro pues también creía que si le contábamos iba a perjudicar nuestra relación de amistad”, agrega. Y así fue. “Cuando supo se molestó, pero no hizo un escándalo, si no que al contrario, hizo como si mi relación con su hermano no existiera. Durante el tiempo que estuvimos juntos, y después de que terminamos, con el paso de los años, este tema sigue siendo tabú entre nosotras, pues ella nunca lo aceptó. Hasta el día de hoy incluso, donde somos muy amigas, es un tema del que no se habla”, cuenta.
Respecto a aquello, Pereira puntualiza y finaliza en la importancia de entender que somos capaces de enriquecernos con más de un vínculo: “No es esperable que las relaciones tengan que entrar en competencia en relación a cuál es la más importante o a quién quiero más. Las personas nos nutrimos y enriquecemos de más de un vínculo amoroso significativo, eso nos enriquece y nos aporta desde diferentes lugares tanto de la relación de pareja como de las amistades cercanas”, concluye.