Entre el détox digital y el aislamiento: el punto medio para lograr una relación más sana con las redes sociales

Detox redes

No es necesario un “détox digital” absoluto para lograr desconectarse del mundo virtual. Existen medidas que puedan sostenerse a largo plazo y así lograr una relación más equilibrada con la pantalla.




Pasamos tanto tiempo con la cabeza inclinada sobre la pantalla de un smartphone que los dolores causados en la columna cervical por esta postura tienen un apodo tecnológico. Se le llama “text neck” y lo sufren cada vez más personas, incluso jóvenes sin problemas de salud.

Esa postura omnipresente se explica en parte por un aumento sostenido del uso de redes sociales. A nivel mundial, los adultos pasan en promedio 2,5 horas al día inmersos en ellas y, en Chile, este número es aun mayor: 3 horas y 28 minutos, según algunos estudios.

Y si bien las redes sociales actúan como un punto de encuentro entre comunidades, acortan distancias y facilitan la comunicación, su uso en exceso puede ser perjudicial. Sobre todo para la salud mental. Pueden provocar estrés, daño en la autoestima y un aumento en la tristeza y el aislamiento.

Por eso muchas personas buscan tener un uso más consciente, escapar de la inercia y estar más presentes. La necesidad de tomar medidas más concretas dependerá de cada caso.

Nicolás Libuy, psiquiatra de Clínica Alemana, explica que hay personas que logran tener una relación normal, incluso funcional con las redes sociales, ya que terminan siendo una herramienta útil para desenvolverse tanto en lo laboral como en lo social. Pero también hay otras que podrían beneficiarse de un uso más restringido, ya que suelen caer en patrones tóxicos.

Redes

A estas personas, las redes les producen un cierto nivel de ansiedad y suelen utilizarlas más tiempo del que desearían. También les generan un impacto en distintos ámbitos de su vida, postergando actividades relevantes, como el trabajo y otras obligaciones, por este uso. Tienen dificultad para relacionarse directamente con el entorno cercano y sufren alteraciones del sueño, entre otros problemas.

“Esto nos habla de una dificultad en el control sobre el uso de las redes sociales y es necesario modificar la conducta que tenemos frente a ellas. Estas personas podrían beneficiarse de un término medio”, explica Libuy.

Ese término medio al que se refiere escapa del “détox digital” absoluto que algunos aplican con éxito para desconectarse del mundo virtual aunque, en otros, puede generar más ansiedad. Este enfoque menos drástico busca tener una relación más sana con las redes que pueda sostenerse a largo plazo.

Cuando implementamos hábitos o metas para mejorar nuestra calidad de vida solemos aplicar la regla de “todo o nada”, un camino poco realista y ambiguo que, en la mayoría de los casos, está destinado al fracaso. Lo mismo sucede con las redes sociales.

¿Qué medidas podemos tomar?

Establecer zonas libres de redes

Una forma práctica de limitar el uso de los teléfonos es establecer zonas libres de pantallas en espacios específicos de la casa, como el dormitorio, el baño y la mesa que se utiliza para comer. Según los expertos, esta medida puede ser especialmente efectiva si se involucra a toda la familia.

“Es mucho más fácil modificar nuestros hábitos y conductas si lo hacemos en conjunto con nuestro entorno”, explica Libuy. “Hay algunas personas que tienen una caja donde dejan los teléfonos a la hora de sentarse en la mesa o establecen un horario libre de redes”, añade.

Para José Pinedo, psicólogo y jefe de la Unidad Psicología Hospitalaria de UC Christus, estos espacios deberían definirse en torno a los momentos compartidos. “Si se va a almorzar, comer o hacer alguna actividad en conjunto, en ese momento es bueno evitar la utilización de redes. Los primeros que tienen que dar el ejemplo son los adultos”, dice.

Elegir lo que se quiere ver

Las redes sociales pueden ser muy provechosas, pero también están plagadas de contenidos que pueden ser nocivos. Es importante identificar qué nos aporta y qué nos hace mal –incluso a nivel más inconsciente–y elegir lo que queremos ver. Ser nuestros propios curadores de contenido. No es fácil luchar contra el algoritmo, pero es posible poner barreras, dejar de seguir cuentas y también denunciar aquellas que consideremos perjudiciales. Determinar si estas cuentas cumplen con un rol que nos aporte, sea cual sea.

Clara Wasserman, fundadora de la plataforma Log Off, que promueve medidas para una relación más sana con las redes, asegura que las comparaciones y problemas de autoestima son un problema que la mayoría de los usuarios experimentan. Esquivar los contenidos que nos hagan mal es para ella una medida esencial.

“El discurso negativo que se genera cuando nos comparamos puede tener efectos perjudiciales en la salud mental. Es importante interiorizar que la propia autoestima no se limita a lo que uno ve en la pantalla”, explica.

Tener una relación saludable con las redes no es tan distinto a la implementación de cualquier otro hábito que busque mejorar nuestra calidad de vida.

Engañar la vista ocultando las aplicaciones de la pantalla de inicio

“Fuera de mi vista, fuera de mi mente”. Para Wasserman, esa frase resume una de las mejores estrategias para limitar el tiempo que pasamos frente a una pantalla: engañar los sentidos. “Eliminar las tentaciones visuales, ocultando las aplicaciones de redes sociales de la pantalla de inicio y silenciando las notificaciones, puede ser fundamental para cambiar la relación con los dispositivos digitales”, explica.

También se puede recurrir a otras herramientas. La experta utiliza aplicaciones de gestión del tiempo en pantalla para regular de manera más consciente su uso. La oferta es variada e incluso hay opciones gratuitas. Ella recomienda ScreenZen que, entre otras funciones, permite establecer el tiempo máximo que se quiere estar en las redes y retrasa la apertura de estas para que en esos segundos se pueda reflexionar sobre su necesidad.

Fijar objetivos concretos

Tener una relación saludable con las redes no es tan distinto a la implementación de cualquier otro hábito que busque mejorar nuestra calidad de vida. Y si muchas de estas metas fallan por ser muy generales o difíciles de alcanzar, prometernos “usar menos las redes sociales” tampoco es el mejor camino.

Los expertos recomiendan establecer metas y límites específicos que podamos ir aplicando de a poco para generar un cambio de hábito. Por ejemplo, fijar el tiempo diario por el que usaremos estas redes o los momentos del día en que lo haremos. Luego, establecer los mecanismos que nos ayuden a lograrlo. Se aconseja partir de a poco, siendo realistas con lo que podemos abarcar.

“Las restricciones funcionan, pero es mucho más importante realizar un cambio en el estilo de vida. Esto requiere mucha más fuerza de voluntad de manera crónica y constante en el tiempo para poder hacer un cambio real”, dice Pinedo.

Hacer pausas conscientes

Para Wasserman, es importante identificar si el uso que le damos a las redes es activo, es decir, si tiene un propósito o es más bien pasivo: cuando perdemos la noción del tiempo y no sabemos realmente qué hacemos allí.

Si se da más de lo segundo, recomienda realizar pausas conscientes de atención plena y autorreflexión. “Esto puede ayudar a identificar cómo es el uso y permite romper el ciclo cuando pasamos tiempo en las redes sin un propósito claro o intencionado”, dice.

La experta recomienda hacerse dos preguntas: ¿cuál es el propósito de ver este contenido? y ¿qué estoy haciendo aquí con mi teléfono? “Plantearse estas preguntas obliga a desconectar mediante la reflexión y el pensamiento crítico sobre las propias intenciones mientras se está en línea”, dice.

Promover espacios de interacción real

Programar actividades que no dependan de lo electrónico y que promuevan las interacciones con el mundo real puede ser una buena forma de disminuir el uso de redes. Para esto no se necesitan grandes recursos. Puede ser caminar, cocinar o encontrarse frente a frente con alguien cercano.

“Es de vital importancia enseñar a los jóvenes que su vida en línea no es real. Valorar la conexión humana por encima de la virtual es una distinción crucial que debe practicarse”, explica Wasserman.

Valorar mejor el uso del tiempo

La mayoría de las personas se queja constantemente de falta de tiempo. Tiempo para descansar, dormir, estar con la familia y amigos o aprender algo nuevo. Esto no se refleja en el uso de redes, que crece cada año.

Una pregunta que es útil hacerse es, ¿qué podría estar haciendo con el tiempo que le dedico a las redes sociales? “Es importante buscar otras formas de sentirme bien con actividades libres de redes que quizás hoy están siendo reemplazadas por ellas”, explica Libuy.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.