Erradicando a la machista: Las mujeres son hormonales

Machista Paula



Hace unas semanas tuve un conflicto con mi jefa. En realidad no fue un conflicto directo, sino que en la reunión de evaluación de metas que tenemos al comienzo de mes, ella hizo un comentario sobre mi trabajo que no me gustó para nada. No es la primera vez que ocurre. Antes del teletrabajo, cuando esas reuniones eran presenciales, también me pasó que un par de veces me sentí aludida en alguna de sus críticas. Quedé ofuscada, así que apenas terminó la reunión, abrí el chat de amigas y me descargué con ellas. Les escribí textual: “Adivinen. Mi jefa otra vez anda hormonal”. Mis amigas me dieron ánimo y me dijeron que me quedara tranquila, que “ya sabíamos cómo era”. Ninguna me preguntó cuál había sido el comentario de mi jefa, o si en verdad yo había hecho el trabajo bien o mal. En el fondo, todas de cierta manera minimizaron la posible razón de su enojo bajo esa recurrente y nefasta relación que se hace entre las mujeres, su genio y sus hormonas.

Y sé que fui parte de eso. Es más, yo dije la frase, pero no me había dado cuenta de lo machista que era hasta que hace poco me la dijeron a mí. En una discusión con mi pololo él intentó subestimar mis argumentos porque –dijo textual– yo andaba con la regla. Me dio rabia y me quedé callada, pero no solo por lo que estaba pasando en ese momento, también porque por primera vez hice ese cruce y pensé en la cantidad de veces que yo misma había tratado –despectivamente– a una mujer de hormonal.

Y es que es cierto que las mujeres tenemos hormonas y que además tenemos un ciclo menstrual que nos genera cambios físicos y anímicos a lo largo del mes. Pero los cambios hormonales, en diferente medida, nos moldean a todos, hombres y mujeres. Sí, los hombres también tienen hormonas que interfieren en su estado anímico a lo largo de su vida. El problema es que en el caso de nosotras se ha utilizado para restarle importancia a nuestros argumentos y también a nuestros sentimientos como la rabia y el enojo. Cuando frente a una mujer enojada o fuera de control otra persona responde “deben ser las hormonas”, lo que está haciendo es ignorar la posibilidad de que esa rabia tenga un excelente argumento.

Como cuando en 1939, James E. King, presidente de la Asociación de Obstetras, Ginecólogos y Cirujanos de Abdomen de Estados Unidos, dedicó parte de uno de sus discursos a las hormonas y la “locura femenina”. Dijo que la terapia hormonal, que era muy nueva en ese entonces, no solo trataría padecimientos como las irregularidades menstruales y la infertilidad, sino que también ayudaría a las mujeres a manejar sus emociones y las haría lucir más bonitas. Y cerró con la siguiente frase: “¿Será que ellas, como algunos espíritus asustadizos temen, nos dominarán y esclavizarán mental y físicamente como nosotros la hemos esclavizado en el pasado? Probablemente no: mientras se controlen sus glándulas reproductivas, seguirán siendo básicamente las mismas amas de casa amables y educadas”.

En estos tiempos esa frase suena pasada de moda, ridícula y violenta. Pero decir que una mujer está hormonal cuando está molesta, va en la misma línea con distintos nivel de intensidad. Por eso creo que es momento de que dejemos de decir que las mujeres somos hormonales como un comentario simplista y descalificador. Primero por respeto a nuestro maravilloso y complejo ciclo hormonal, que es responsable de bastantes cosas y mucho más importantes que solo ponernos de mal humor. Pero también, porque esa frase es una de las tantas que perpetúa los estereotipos de género, que pone a las mujeres en un lugar distinto al de los hombres, en el que sus sentimientos y argumentos parecieran no valer –o quizás valen tanto que se ven como una amenaza– y por tanto se pueden despreciar. Las hormonas hacen muchísimas cosas, pero no convierten a las mujeres en personas sin ideas ni sentimientos.

María Fernanda Toledo tiene 28 años y es ingeniera.

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