Paula

Erradicando a la machista: Las niñas maduran antes que los niños

El fin de semana pasado, después de varios meses de no vernos, vinieron a almorzar a mi casa mi hermano con su señora y sus dos hijos. Fue un evento, porque mis sobrinos tienen casi la misma edad que mis hijos, además son muy cercanos y durante todos estos meses sólo se habían visto por videollamada. Fue una linda jornada, porque nosotros los adultos pudimos relajarnos, ponernos al día y recargar el corazón de amor familiar. Y las niñas y niños por su parte, también. Se extrañaban tanto, que casi ni pelearon, algo poco habitual en sus dinámicas.

Cuando llegó la hora de irse, el living estaba repleto de juguetes por todos los rincones, así que muy en onda jardín infantil, empezamos a cantar la canción de ordenar y les pedimos a los cuatro –los dos de mi hermano son hombres y yo tengo un hombre y una mujer– que nos ayudaran a guardar. Obviamente, la tarea que menos les gusta. Mis sobrinos si bien ayudan, se distraen fácil. Y para qué decir mi hijo, tengo que obligarlo a que ordene porque si no podría tener una alfombra de juguetes en toda la casa. Mi hija en cambio es la única que ordena y que hace caso, así que al final entre ella, mi cuñada y yo terminamos de recoger todo.

Mientras lo hacíamos, la felicité por lo bien que se porta. Le dije a mi cuñada: “Las niñitas son lo mejor, porque ayudan todo el tiempo. Debe ser que ellas maduran antes”. Algo que escuché toda la vida en mi casa. Con mi hermano tenemos un año de diferencia y él es mayor, pero según mi mamá yo siempre fui más madura, tranquila y ordenada. Ahora entiendo que esa madurez se reflejaba en que seguía siempre las órdenes, sin embargo, él podía hacer lo que quisiera y nadie le decía nada porque su inmadurez era la justificación eterna.

A pesar de eso, y de que desde que nació mi hija me he propuesto educar a mis dos niños en igualdad con el objetivo de que en el futuro formen parte de una sociedad más justa, me pasa a diario que me encuentro reproduciendo estos estereotipos que, además de peligrosos, son falsos. Así me lo dijo una vez una amiga que es pediatra, quien me explicó que la madurez depende de la personalidad de cada individuo o individua y no del género. El problema es que bajo ese argumento de que las niñas maduran antes que los niños, les cargamos ciertas responsabilidades y somos más permisivos con los hombres. Como ese día que finalmente nos dedicamos a ordenar nosotras los juguetes, porque ellos rápidamente se dispersaron y siguieron jugando.

Y aunque buscando información sobre el tema también me encontré con algunos estudios que confirman esa idea de que el cerebro de las niñas se desarrolla antes, todos concluyen que el rol de las madres, padres y cuidadores es importante para ayudar a nuestros hijos e hijas a avanzar en ese proceso de madurez. Es decir, en parte es un proceso biológico y en parte social. Y por tanto, depende de nosotros no seguir perpetuando esos estereotipos. Esto es relevante porque aunque los mensajes machistas que reciben las y los menores ahora son más sutiles y menos explícitos que en el pasado, está comprobado que desde los cuatro años de edad las niñas y niños interiorizan los roles de género tradicionales que siguen estando comúnmente aceptados.

Al final tiene que ver con marcar una diferencia. Yo tengo la parejita y aunque intento a diario tratarlos de la misma manera, me caigo siempre en este tipo de sutilezas. Porque aunque para muchos decir que una niña madura antes que un niño podría ser un comentario sin importancia, el problema es que detrás de esas palabras hay una carga que una vez más pone a las mujeres en un rol de desventaja: son más maduras y por tanto tienen que comportarse como tal. Y por otro lado, implica ser permisivos con los hombres, cuestión que muchas veces se extiende hacia la adultez, cuando decimos que un hombre hizo tal o cual cosa por inmaduro, como si ese argumento le quitara peso a las consecuencias de sus actos.

Creo que es importante como madres y padres de las futuras generaciones terminar con las diferencias. Dejemos de usar azul para los niños y rosado para las niñas; dejemos de regalarle a ellas muñecas y mamaderas y a ellos superhéroes; dejemos de decir que ellas son más maduras y ellos inmaduros. Somos todos seres humanos y en una sociedad que avanza fuertemente hacia buscar equidad e igualdad en muchos ámbitos, es clave partir desde la infancia.

Carola Berrios tiene 37 años y es educadora diferencial.

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