¿Es un problema que mi hijo/a sea vergonzoso?
Según el neurólogo, psiquiatra, psicoanalista y etólogo francés Boris Cyrulnik, la vergüenza es uno de los sentimientos más comunes y complejos del ser humano al tratarse de una representación que toma forma cuando entendemos que también existe el mundo del otro. Cuando comenzamos a notar su mirada, nos vemos reflejados en ella y nos damos cuenta que el exterior tiene un pensar sobre nosotros, lo que nos hace quedar expuestos a opiniones. La vergüenza tiende a aparecer alrededor de los 18-24 meses de edad, cuando los niños y niñas comienzan a integrar el mundo, y se va desarrollando e integrando a lo largo de su crecimiento.
Como la vergüenza aparece como una expresión que surge frente a una situación que nos ha incomodado o generado pudor, puede traer consigo otros sentimientos asociados como la rabia, la pena, la frustración, o la decepción. Y mientras hay algunos que son capaces de sobrellevarla y aprender a autogestionarla, otros pueden tener mayor dificultad con su aparición, teniendo momentos en donde su comportamiento se vea afectado.
Hay niños/niñas a los que les puede dar vergüenza hablar en público pero igual son capaces de hacerlo, mientras otros pueden hasta bloquearse y no ser capaces de seguir exponiendo. Mientras a algunos les avergüenza llegar a un cumpleaños de compañeras, a otros esto mismo les puede generar ansiedad y hacerlos sentirse cohibidos. Algunos pueden sufrir vergüenza si se les llama la atención frente a otros, sintiendo emociones secundarias de mucha frustración, rabia y pena. Estos son algunos ejemplos que nos permiten identificar y tener conciencia de cómo la vergüenza aparece e impacta en distintos niveles a niñas y niños, permitiéndonos reflexionar y empatizar con nuestros hijos e hijas para evaluar cómo les afecta y pensar en cómo podemos apoyarlos.
Este sentimiento puede aparecer o aumentar en ciertas etapas o momentos en la vida de los niños y niñas como al comenzar el jardín infantil, el colegio o un nuevo curso; antes de una presentación importante, de una situación social con sus pares compleja, entre otras; o porque puede estar asociada a un proceso emocional complejo donde pueden sentirse más expuestoa.
En niños y niñas que tiendan a tener dificultades en torno a su autoconcepto y confianza en sí mismo, el sentirse avergonzados puede ser un sentimiento más recurrente, ya que la opinión de los demás tendrá un peso mayor y afectará en la construcción de su identidad. Lo que digan, piensen y opinen las otras personas será experimentado de manera más profunda e intensa, sobre todo cuando hay un error o fracaso por medio.
Los niños y niñas vergonzosos tienden a ser más tímidos, callados y tranquilos. Pasan más desapercibidos/as y eso hará más difícil identificar si está siendo un problema o no en su desarrollo emocional y social la vergüenza. ¿Por qué? Porque les cuesta externalizar y expresar sus problemáticas a los otros por miedo a ser juzgados, criticados o expuestos en su sentir.
Es importante poner especial atención para que no caigan en conductas sociales evitativas, como son las fobias sociales, crisis de pánicos o trastornos de angustia y reconocer que la vergüenza en sí misma no es algo negativo, ya que también al aparecer nos permite la lectura de ciertos códigos de comportamiento dentro del contexto en el cual se desarrollen e integren. Por esta misma razón es muy importante que los padres y madres observen en su hijo e hija cómo integran este sentimiento, su expresión y sentimientos asociados, evaluando si está siendo un impedimento o limitante. Por ejemplo, es muy distinto un niño que exprese sentir vergüenza cuando debe enfrentar un curso nuevo e ir incómodo al colegio a no ir al colegio cuando tiene esta misma situación, lo que interfiere en su funcionamiento y capacidad de regular su sentir.
Conversar con nuestros hijos e hijas sobre la vergüenza permite que entiendan e identifiquen cuando les aparece y el nivel de su intensidad, logrando verbalizar su experiencia. Esto permitirá poder generar estrategias preventivas y de acción que los y las ayuden a enfrentar contextos y situaciones en las cuales se pueden sentir avergonzados/as.
Algunas estrategías que pueden ayudar a los niños y niñas vergonzosos para sentirse más seguros.
- Empatizar con su emoción y no forzarlos a realizar conductas que les generan angustia. A veces podemos pensar que si “les pegamos un empujón” les ayudará, pero hay que darles tiempo para que comiencen a sentirse más seguros.
- No compararlos con sus hermanos, familiares o nosotros mismos. No todos tenemos el mismo desplante y seguridad. No todos manejamos de la misma manera la exposición.
- Recordar que la vergüenza en sí misma no es mala. No está mal si a mi hijo/hija no le gusta hablar en público, el tema está en cuánto se limita o cómo le afecta en su potencialidades.
- Ayudarlos sin sobreprotegerlos. Escuchar su sentir buscando estrategias en conjunto.
- Tener confianza en ellos o ellas y no intervenir cuando tienen que hacer algo o deben responder a alguien, esperar sus tiempos. Confiar en que lo lograrán, dándoles el mensaje que podrán.
- Propiciar espacios sociales y de interaccionar con otros teniendo presente sus tiempos y personalidad. Por ejemplo, invitar de a un amigo, no a cinco.
- Fomentar su autonomía e independencia, entregando un espacio donde puedan elegir o hacerse responsables.
Josefina Montiel es psicóloga clínica. Instagram: @ps.josemontiel
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