La famosa “masculinidad tóxica”, que se define como ese conjunto de comportamientos asociados a la masculinidad tradicional como la competencia o la fuerza física, y que en algunos casos termina generando en los hombres conductas abusivas y dañinas para su entorno, es un término que ya usamos comúnmente; parte del vocabulario que ha traído la reflexión tras los feminismos. Pero, si reconocemos la masculinidad tóxica tan claramente, ¿podríamos hablar también de una “feminidad tóxica”? Ese estereotipo de lo que “debe ser” una mujer; multitasking, modesta, tranquila, conciliadora, madre leona, empática, sensual ¿provocan también comportamientos tóxicos en las mujeres? Fue la pregunta que los usuarios de la plataforma de foros Reddit se hicieron y cuyas respuestas se transformaron en viral. Entre las actitudes tóxicas femeninas que el público señalaba estaban no apoyar a otras mujeres en su éxito, competir por quién es la más bonita, o por la atención de un hombre, una excesiva fragilidad y victimización, falta de honestidad, ser una madre dominante y ser pasivo-agresiva o manipuladora entre otras. ¿Pueden equipararse ambos conceptos?
El término “feminidad tóxica” no ha estado exento de polémica: algunos piensas que allí se escuda un afán de atacar a los feminismos y tratar de minimizar la opresión y violencia hacia las mujeres; una manera fácil de defenderse del término “masculinidad tóxica” y que estaría difundiendo estereotipos sobre las mujeres. Las psicólogas Francesca Chiappini y María Belén Gómez, especialistas en temas de género, si bien pueden reconocer comportamientos tóxicos femeninos, creen que es peligroso hablar de “femeneidad tóxica” porque fácilmente se puede confundir el concepto para seguir invalidando el movimiento feminista. “Debido a que la masculinidad tóxica es un concepto que viene desde la visibilización de otros tipos de masculinidades no hegemónicas que han aparecido gracias al feminismo, creemos que evidentemente podríamos hablar de feminidad tóxica, pero porque hemos empezado a visibilizar otras formas de ser mujer y compañeras, gracias al feminismo. Feminismo que aparece como consecuencia al machismo y a la cultura patriarcal que venimos arrastrando por años.
Esa fue también la primera reflexión que tuvo Camila Magnet, periodista integrante del medio de comunicación feminista Copadas, al toparse con el término. “Lo primero que pensé al conocer el concepto de “feminidad tóxica” es que era un intento machista por empatar con el feminismo”. Pero, por otro lado, reflexionando aún más, Camila se abrió a la posibilidad de que sea también un intento del feminismo por dar cuenta de que las mujeres no somos “buenas” por naturaleza, somos personas y también tenemos conductas nocivas. “Independiente de quién lo use, igual las dos visiones apuntan a lo mismo, a que las mujeres no son perfectas ni puras. Y creo que eso está bueno asumirlo”. Desde ahí, Camila valida el concepto. “Lo primero que pienso es en el consumismo, por ejemplo. Está muy asociado a las mujeres el “me lo merezco” o me compro una cosita, fomentado por el negocio de la inseguridad que nos impone la depilación, la piel perfecta, uñas, pelo, etc. Al final son impuestas por la feminidad tradicional y nos hacen sobreconsumir y explotar los recursos naturales, terminamos viviendo de una manera no sustentable por y para esa feminidad. Eso es tremendamente tóxico”. Por otra parte, Camila también reconoce como algo nocivo en la perpetuación sin cuestionamientos de los roles asociados al género femenino la idea de que las mujeres son “multitasking”: “El asumir que podemos hacer bien mil tareas a la vez mientras los hombres dicen “soy hombre, no puedo”, es algo asociado a la femineidad que ha sido súper tóxico para las mismas mujeres”.
El fundador de Ilusión Viril, el psicólogo Pedro Uribe, quien se dedica a la difusión de información para identificar y sanar la masculinidad tóxica, no se siente muy cómodo con el término en relación a la feminidad. “No me atrevería a hablar de una feminidad tóxica sino de una crianza patriarcal; hombres, mujeres y todos los géneros tenemos comportamientos patriarcales porque es la cultura y modus operandi donde nos criamos. Evidentemente hay mujeres que pueden ejercer violencia, hacer daño, abusar, lo que pasa es que cada género expresa esa violencia de manera distinta. Así que más que hacer hincapié en ese concepto, analizaría cómo, desde los modelos que propone el feminismo que plantea cuestionar los roles de género, se está reflexionando respecto a las prácticas de las mismas mujeres, hacia sus compañeras, respectos a otras mujeres desde posiciones de poder, con los otros colectivos, con las disidencias y con los hombres. ¿Están siendo esos comportamientos democráticos, transparentes, o también están siendo déspotas y dañinos? Ahí hay que hacer un ejercicio reflexivo profundo y eso va para todos los géneros, no es algo exclusivo de la masculinidad”.
“Centrarse solo en el daño causado por los hombres ignora la naturaleza”, dice el psicólogo y escritor estadounidense Devon Price sobre la feminidad tóxica. Es decir, reconoce que la feminidad tradicional puede ser igual de dañina que la masculinidad; el problema del patriarcado para él no es únicamente la masculinidad tóxica, sino los roles de género en general. En una publicación de Medium de 2018 titulada Toxic Femininity Holds All of Us Back, Devon Price describe como ejemplo que en su escuela una maestra le decía a las niñas que se sentaran “como damas”, y en su adolescencia le dijeron que no querer tener hijos le hacía “poco femenina”. “Todo era feminidad tóxica”, escribe. “Era una enfermedad cultural. No era culpa de nadie. Y todos a mi alrededor también la sufrieron... El problema nunca fue solo la masculinidad. Era, y son, los roles de género inflexibles tanto para hombres como para mujeres”. Es importante resaltar que así como la cultura nos impone muchos estándares restrictivos sobre lo que significa ser hombre o ser masculino, también lo hace con respecto a la feminidad”.
Camila concluye al respecto: “La femeneidad es algo impuesto por la sociedad, y si las mujeres perpetúan los roles asociados a su género es justamente porque hay una imposición social. Pero tampoco podemos descansar en esas imposiciones para justificar cualquier pelotudez que hagamos. No sé si podamos actuar completamente desligados y desligadas de la idea tradicional de femeneidad o masculinidad, pero creo que la meta hoy es intentar tomar nuestras decisiones lo más conscientes y libres dentro de lo posible”.