Fernanda Cornejo: Debutante en la política
La hija mayor de Karen Doggenweiler, desde los 8 años acompañaba a Marco Enríquez -Ominami, a quien considera su padre, a las campañas puerta a puerta. Ahí, dice, adquirió conciencia social. Hoy milita en el Partido Progresista, estudia Ciencias Políticas y en octubre resultó electa consejera académica en su universidad, la UDP. A sus 21 años, la política la convoca. Tanto, que ni siquiera tiene tiempo para pololear.
Paula 1217. Sábado 14 de enero de 2017.
21 años, pelo largo y rubio, ojos verdes, voz grave de esas que suenan con carácter. Una barra de titanio mantiene su columna erguida luego de que, a los 18, la operaran de escoliosis, lo que le da una postura incorruptible, algo similar a lo que pasa con sus firmes convicciones e ideales. Será la vehemencia de la juventud –o no–, pero direccionarla hacia una conversación más trivial e incluso otras más banales es difícil: de alguna manera u otra, de lo que Fernanda Cornejo o Nandi –como le dicen en su casa– quiere hablar es sobre política. Una pasión que no heredó por ADN, pero sí por añadidura, pues es la hijastra de Marco Enríquez-Ominami, ME-O, quien hace 14 años es marido de su mamá, la periodista Karen Doggenweiler.
Fernanda estudia Ciencias Políticas en la UDP y es dirigente de la Juventud Progresista, el partido que en 2011 fundó ME-O. En octubre pasado, acaparó páginas de todos los medios e incluso de la televisión de farándula, que daban la noticia: su lista, Sembrar, encabezada por la dirigente de las juventudes comunistas, Natalia Silva, ganó las elecciones de la federación de estudiantes y Fernanda se convirtió en consejera académica, cargo que ocupará por un año y que implica abordar temáticas en torno a la universidad y su relación con el cuerpo docente, alumnos y su rol social. Integrada por el rector de la casa de estudios, Carlos Peña, la consejería académica la conforman, además, los vicerrectores, decanos, representantes de los profesores, la presidenta de la federación y por dos representantes de los alumnos, siendo Fernanda electa con la primera mayoría, en total 1.700 votos contra los 700 que obtuvo la representante que le sigue.
De ahí en adelante su ritmo no paró de acelerar: pasa de reunión en reunión, entre la universidad y el partido. Allí discute sobre la gratuidad en la educación, las AFP y cuanta contingencia exista. Por estos días, uno de los temas que más roban su atención y energía es captar jóvenes para sumar a su partido. Tanto le cambió la vida que incluso tiene asesor de prensa –el mismo de Marco– quien la acompaña en esta entrevista y quien advirtió días antes del encuentro que Fernanda no hablará sobre las vinculaciones de Marco con jet privados, fondos de campaña ni SQM.
La intensidad de la vida política no fue impedimento para que aprobara todos los ramos de su carrera. Algo que no hubiese sido posible gracias al fuero que le otorga el cargo y que facilitó que pudiera rendir sus pruebas en horarios especiales, además de aprovechar al máximo los pocos ratos libres para estudiar.
Como muchas jóvenes de su edad, Fernanda es fanática de la bachata y el reggaetón. No fuma y toma casi nada. Buena para leer, le gusta la Filosofía, y por iniciativa propia lee a Althusser y Foucault. Pudiendo tener un auto, prefiere usar su tarjeta BIP! y hace un tiempo dejó la casa familiar en Lo Barnechea para instalarse en el departamento de calle Lyon de Manuela Gumucio, la mamá de Marco. "Odio los autos. Es más fácil y rápido tomar micro y Metro", afirma.
Con ese mismo temple se toma su rol de líder. Sabe que recién está forjando un camino, aunque sus primeros pasos los dio en su colegio, el Santa Catalina de Siena, donde formó parte del centro de alumnas. Allí estudió hasta segundo medio y después, con el cierre del colegio en 2012 por falta de matrículas, se cambió a La Maisonnette, de donde egresó de cuarto medio.
Cuando te eligieron consejera académica, algunos medios replicaron esta frase: "la extrema ideologización a la que ha sido sometida la hija de ME-O y Karen". ¿Qué hay de verdad en esto?
¿Sometida?, jamás. Yo sola he construido y forjado mi propio camino político y sobre todo mis convicciones, que vienen de un proceso personal e íntimo.
Pero eres progresista, igual que Marco.
Ser del partido se dio como algo natural. Pero no desconozco que uno también aprende de su propia historia y, por lo mismo, los lazos que tengo con mi familia no son coincidencia y aprendo mucho de ellos. Dicho eso, aclaro que Marco jamás me ha adoctrinado u obligado a pensar o a formar parte de algo. Incluso en la casa soy impulsora de debatir, de empujar los límites, que creo que es el rol de los jóvenes hoy en Chile.
¿Quiénes en tu familia han sido clave en este interés político?
Además de Marco y mi mamá, mis abuelas Manuela Gumucio –que bien se conoce su historia– y Sylvia Lapuente –mamá de mi mamá–, que fue socialista en su minuto.
¿Te ha ayudado pertenecer a una familia conocida?
No. La elección de la universidad la gané yo con la ayuda de un colectivo de personas increíbles. Mis papás jamás fueron a hacer campaña conmigo. Es mi mérito.
¿Qué te ha transmitido Marco como padrastro?
No me acomoda la palabra padrastro. Marco es y siempre ha sido mi papá. Sin ser su hija biológica, él decidió adoptarme simbólicamente como tal. Es un gesto genuino de amor incondicional y generosidad. Tomar ese rol de padre, de cuidarme, aconsejarme, retarme y, por sobre todo, quererme es el amor más gratificante de todos. Lo conocí cuando tenía 8 años y, tal vez dateado por mi mamá, me regaló unas pinturas de Hello Kitty. Ahí me conquistó.
¿No tienes relación con tu papá biológico, Eugenio Cornejo?
Nada y no espero tenerla. Si en algún minuto existió un vacío, hoy no puede estar más lleno por parte de Marco. De hecho, uno como hija mujer tiende a ser muy apegada al papá y yo con Marco somos uña y mugre. Cuando lo conocí éramos las dos solas con mi mamá y, con su llegada a nuestras vidas, él me dio la figura de un padre.
¿No te pusiste celosa con tantos cambios?
Es que con mi mamá siempre fui muy celosa, insoportable. Hasta me enojaba cuando en la calle le pedían autógrafos. Pero a Marco lo acepté al tiro. Pero sí me puse celosa cuando nació mi hermana Manuela. Es que sentía que iba a perder mi sitial de hija única. Tenía 9 años cuando nació y en ese tiempo jugaba vóleibol. Me acuerdo de ella muy guagua y yo le remachaba la pelota sobre su cabeza blandita. Así de mala. Pero ahora es mi adoración. Tiene 12 años, dormimos juntas y le digo: "me encantaría quererte un poco menos". Es muy regalona mía.
Falta solo Manuela que se haga famosa.
Pasó a séptimo básico y fue presidenta de curso. Así que en un tiempo más tal vez la vemos en las mismas. Es muy inteligente.
Y tu mamá, ¿qué te ha transmitido?
Ella es pura dulzura y empatía. Mi mamá fue muy generosa al decirme que íbamos a construir una familia; a ella le agradezco haberme dado esta familia. Somos súper achoclonados, de estar acostados todos juntos y ver series en Netflix. Ahora estamos adictos a The Oa. También amamos a nuestros perros quiltros: Meo, Benito y Loló. Tanto, que dormimos todos juntos.
¿Pololeas?
No, no tengo tiempo.
¿Por qué decidiste estudiar Ciencias Políticas?
Siempre me gustó Derecho y amo la Filosofía. Pero me decidí por esta carrera porque el campo analítico y laboral es muy amplio. Como politóloga en potencia puedo tener las herramientas para hacer transformaciones desde la política.
¿Te molesta que destaquen tus atributos físicos?
No me quejo, pero creo que es parte de estar expuesta. Hay mucho de machismo en ese sentido en la sociedad chilena. Le ocurre a la diputada Camila Vallejo, hay políticos que dicen: "ay, es tan linda", como minimizando su trabajo. Es algo muy banal.
"Quiero que no exista una AFP y que haya una asamblea constituyente (...). Que temas valóricos dejen de ser argumento para decisiones como con quién uno se debe casar o si las mujeres podemos o no abortar".
¿Te proyectas en algún cargo político mayor?
Hoy estoy construyendo la juventud de mi partido, además de un comando presidencial, estoy ocupada con candidaturas de Core y parlamentarias. Entonces, no pienso a largo plazo. Pero de lo que sí estoy segura es que mis convicciones son firmes y siempre voy a estar trabajando para generar los cambios que por años no se han podido lograr. Son las ganas de la juventud.
"No me acomoda la palabra padrastro. Marco es y siempre ha sido mi papá. Lo conocí cuando tenía 8 años y, tal vez dateado por mi mamá, me regaló unas pinturas de Hello Kitty. Ahí me conquistó".
REVOLUCIONARIA
¿Por qué hay que tener memoria histórica?
Muchas de las reivindicaciones y luchas que nosotros jóvenes tenemos hoy en día son parte de la memoria histórica. Quizás nosotros no vivimos en esa época, pero sí debemos mantener luchas que tenían, incluso, nuestros abuelos. Parte de mi sueño es avanzar en una asamblea constituyente porque nosotros somos víctimas de una constitución que fue creada y consolidada en dictadura y, estando en democracia, no es posible que siga vigente. Es momento de cambiarla.
¿A qué te refieres al definirte como revolucionaria?
A que hay cambios que son urgentes y no podemos esperar reformas para realizarlos, sino que hay que hacerlos ahora.
¿Qué temas te convocan hoy?
Quiero que no exista una AFP y que haya una asamblea constituyente. Creo que todos deberíamos tener salud pública igualitaria. Que acojamos a los inmigrantes y la lucha de género. Que temas valóricos dejen de ser argumento para decisiones como con quién uno se debe casar o si las mujeres podemos o no abortar. Creo que como seres humanos tenemos el derecho a la libertad de elegir.
¿Cuándo dirías que empezaste a tener conciencia social?
Tenía 8 años cuando empecé a salir a campañas con Marco, a los puerta a puerta, a estar en terreno. Eso permitió que pudiera meterme en la vida de los chilenos, a ver cómo vivían. Así de chica me di cuenta que había –y sigue existiendo– mucha desigualdad y eso motivó desde siempre mis ganas por convertirme en un actor para impulsar cambios. Estoy segura que esas ganas no se me van a pasar nunca.
No muchas niñas de 8 años del barrio alto tienen la oportunidad de ver otras realidades.
Por eso ha sido un privilegio crecer con esas experiencias. También me sirvió mucho el entorno en mi colegio, el Santa Catalina, donde se impulsaba a ser activas con los temas sociales. Con mis amigas estábamos en primero medio y lideramos un debate sobre la noticia de que los micreros estaban en paro porque no tenían baño. Fue tanto, que paralizamos el colegio y votamos para irnos a paro. Históricamente nunca había pasado algo así. Allí participé en el centro de alumnas y nos tocó contener a toda la comunidad cuando el colegio cerró.
"Ser del Partido (Progresista) se dió como algo natural. Pero no desconozco que uno también aprende de su propia historia. Dicho eso, aclaro que Marco jamás me ha adoctrinado u obligado a pensar o a formar parte de algo".
O sea no viviste en una burbuja.
Nunca, y si podría haber estado en una burbuja, siempre empujé los límites para no estarlo. La segmentación social es muy fuerte. Creo que entre los mismos jóvenes no desarrollamos la empatía. Un ejemplo concreto: yo sí me puedo pagar la universidad. Pero, ¿por qué yo, por ser hija de papás que me pueden pagar, me voy a jactar de que tengo opciones y puedo entrar a una universidad privada o pública? ¿Por qué unos pueden elegir y otros no? Se necesita avanzar en la materialización de la igualdad. ¿Por qué los niños vamos a ser culpables o condenados por quiénes son nuestros padres? Por eso yo apelo a la gratuidad universal, en la que todos, sin distinciones, tengamos las mismas opciones y oportunidades.
¿Crees que las universidades se han transformado en un reducto de una elite social y económica?
Por lo menos la mía es la más pública de las privadas. De hecho, este será el segundo año en que nos adscribimos a la gratuidad. En la consejería académica debatimos esto con el rector y ser parte de las pocas universidades privadas que optan voluntariamente por la gratuidad, cambia desde ya su fisionomía, porque la composición socioeconómica se amplía y ese es el perfil al que la universidad quiere avanzar. No queremos ser de ninguna elite, sino una universidad constructiva y pública, porque el hecho de ser privada no excluye su rol público.
¿A qué atribuyes el desprestigio de la política hoy?
La política no es la que está desprestigiada, sino el ejercicio de lo político. ¿Cómo es posible que no se haya logrado aterrizar un proyecto político a lo que son los intereses de la sociedad chilena y no a los intereses de unos pocos?
Como líder juvenil, ¿qué haces tú para encantar a tus pares?
En la universidad, por ejemplo, abrimos debate para todos y hemos incentivado a que los estudiantes se acerquen con sus propuestas. Lo que queremos es integrar a todo el mundo, no solo al estudiante politizado. Así, podemos encarnar los intereses en conjunto y todos se sienten representados.
¿Te identificas con otros líderes políticos jóvenes?
No. Creo que como jóvenes tenemos que ser los más vanguardistas en el hecho de, por ejemplo, promover la participación electoral. Boric y Jackson dicen tener un Frente Amplio: mentira. Ellos dicen: "tú me caes bien, tú entras; me caes mal, te vas". Eso es caer en las mismas prácticas de los partidos tradicionales, que son las que ellos mismos condenan. Yo creo en las primarias con todos y para todos los cargos. Imagínate que muchas personas se tuvieron que omitir para que ellos salieran diputados.
Pero, ¿no crees que la renovación de rostros le hace bien a la política, como el alcalde de Valparaíso, Jorge Sharp?
El jefe de gabinete del alcalde es un Demócrata Cristiano, el sector más conservador de la Nueva Mayoría. Ellos decían que eran independientes, pero tenían todo el chancho cortado con la Nueva Mayoría. Estoy consternada. Creo que es bueno que se renueven los rostros, pero que no vendan el cuento de que vienen como los profetas, los mesiánicos, porque no lo son. Terminaron pactando con los que ellos repudian públicamente y creo que eso le hace más daño a la política.
2017 sería la tercera candidatura presidencial de Marco. No es necesario preguntarte el voto.
Marco no va a descansar hasta que sea Presidente y yo tampoco hasta que él lo sea.
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