Un reciente estudio realizado en Colombia mostró que las mujeres de dicho país están dispuestas a sacrificar alrededor de un cuarto de su sueldo por tener un trabajo con flexibilidad. La realidad de este país en materia de participación laboral de las mujeres no es muy distinta a la del nuestro, con tasas de informalidad femenina significativamente mayores a la masculina, una menor presencia de las mujeres en el mundo laboral por razones de crianza y cuidado, y legislaciones laborales que en general no fomentan la flexibilidad y la conciliación entre la vida laboral y familiar.
La flexibilidad laboral puede implicar distintos beneficios: poder trabajar desde la casa, tener flexibilidad en el horario o en la cantidad de horas que se trabajan o cómo se distribuyen, entre otros, y es una manera de conciliar los compromisos laborales y familiares o personales. Tanto en países desarrollados como en vías de desarrollo, éste es un tema de gran preocupación especialmente para las mujeres, quienes siguen siendo transversalmente las que se encargan del cuidado y de la mayoría de las labores del hogar.
En Chile, la distribución de los cuidados es desigual, siendo las mujeres quienes más sobrecargadas se ven con estas tareas; sin embargo, esta desigualdad no solamente tiene que ver con el género, sino también con otras variables como la socioeconómica y de configuración familiar: las mujeres del quintil de menor ingreso y aquellas que viven en hogares con niños y niñas menores de 15 años son quienes más afectadas se ven (Arteaga et al, 2023). Todo esto nos hace pensar que son las madres, y particularmente aquellas que viven en situaciones de pobreza, quienes más sufren las consecuencias de la falta de corresponsabilidad tanto familiar como social en la crianza y los cuidados, en tanto son las que están más dispuestas a tener menores ingresos -o transitar hacia la informalidad- a cambio de mayor flexibilidad.
Un verdadero sentido de corresponsabilidad social en la crianza implica comprender que la flexibilidad es una necesidad de todos quienes están a cargo de la crianza de los niños, no solamente de las madres. Ninguna persona tendría que sacrificar parte de su sueldo para poder tener las condiciones que le permitan ejercer adecuadamente una labor tan relevante para el desarrollo social.
Hoy son las mujeres quienes asumen este costo, porque todavía no hemos incorporado lo suficiente la importancia del involucramiento de ambos padres y no sólo de la madre en tareas como las idas a los controles médicos, reuniones de apoderados, cobertura de sala cuna, etc. Mientras avanzamos en esa comprensión, es necesario también que el mercado laboral tome conciencia de que quienes son madres y padres están contribuyendo enormemente a la sociedad, y es necesario entregarles el apoyo que necesitan para desempeñar tan importante labor al tiempo que cumplen con sus obligaciones laborales.