Quienes conocen a Florencia Álamos (33) desde chica siempre la vieron como una niña inquieta y con ganas de aprender. Se crió en Valdivia y vivió ahí hasta que llegó momento de comenzar sus estudios de medicina. Esta joven egresó en el 2011, pero sus ganas de aprender y descubrir más acerca del mundo de la ciencia le abrió caminos que ni ella se iba a imaginar, llegando incluso a trabajar con una de las eminencias de la neurociencia, Benjamin Philpot. Viajo por África por primera vez de luna de miel, pero tiempo después, al enamorarse de su cultura, decidió volver para trabajar en los hospitales de Mozambique y recorrer los sectores más pobres para atender a pacientes terminales con VIH.
En la actualidad, se dedica a la investigación en neurociencia, particularmente en la enfermedad de Parkinson en el Instituto de Neurociencia Biomédica de la Universidad de Chile y está terminando su doctorado en el Centro Interdisciplinario de Neurociencia de la Universidad Católica. Sin embargo, gracias a una inquietud de sacar la ciencia afuera del laboratorio, junto con un grupo de colegas formó Ciencia Impacta, una fundación que durante cuatro años se ha dedicado a acercar la ciencia a las personas a través de proyectos de divulgación y educación.
Esta fundación ha llegado a desarrollar otros dos proyectos: Expertamente y Cerebro sin Filtro, plataformas que con tan solo meses de funcionamiento llegan a miles de personas. Gracias a su trabajo, el pasado 28 de septiembre Florencia recibió el reconocimiento del premio 100 Mujeres Líderes entregado por Mujeres Empresarias en la categoría de ciencia, emprendimiento, educación, social y salud. “Me gusta que se busquen liderazgos en el área científica, así como también que se potencie el rol de la mujer en la ciencia. Igualmente, es un tremendo impulso para un trabajo colectivo en el cual trabajamos muchos científicos", dice.
“El desarrollo de Chile se construye con el talento de todas y todos, y hoy muchas mujeres quedan fuera de estos espacios. Por variar razones: primero, en número estamos muy en desventaja. Esto tiene un impacto ya que generan ambientes que pueden ser más incómodos, más inseguros e inciertos. Además no existen estructuras sociales que faciliten la vida familiar, maternidad con la carrera científica, y por esto los estudios muestran que algunas mujeres se les hace súper difícil continuar, entonces se forma una especie de filtro y las que logran llegar a puestos académicos importantes son significativamente menos”, explica.
En la fundación Ciencia Impacta, casi un 80% son mujeres y según detalla Álamos, ha sido un trabajo muy relevante porque está la necesidad de formar una comunidad, que no es requisito ni nada por el estilo, según especifica, pero todo este equipo se encuentra con el mismo ímpetu de trabajo. “Si no das a conocer tu historia o lo que haces, no vas a poder contagiar a las generaciones futuras que tienen que entender de que si quieren tener esa carrera científica, lo pueden lograr, que es un camino fascinante y no se deben sentirse intimidadas”.
“Las mujeres no estamos en desventaja en cuanto a lo cognitivo pero en las escuelas suelen haber sesgos de enseñanza ya que existen estas creencias y estereotipos que son falsos, porque se sabe en el fondo que desde el punto científico no tienen sustento, que postulan que los hombres tienen capacidades cognitivas superiores o distintas como, por ejemplo, un mejor razonamiento crítico o matemático. Mientras que las mujeres son mejores para comunicar o para empatizar. Estas creencias tienen un impacto en los jóvenes y los profesores, porque evidentemente uno tiende a potenciar o elegir áreas para las que sabe que es bueno”, dice. Y explica que hay estudios que comprueban que los profesores le prestan menos atención a mujeres que a hombres en el rango de matemática, porque de cierta forma están condicionado por estos estereotipos. “Esto tiene que cambiar, cada niño debe tener un ambiente que le permita ser quien quiera ser”, dice.
Para Florencia, frente a este tema, la motivación y el aprendizaje juegan un rol relevante en las niñas y niños, ya que si estos no están convencidos de que son buenos en algo o se les hace creer que ese espacio o carrera es difícil para una mujer -al no ser compatible con lo que le toca hacer culturalmente- y probablemente va a preferir otros rubros, siendo menos libres en la toma de decisión.
“Este es un problema global. Efectivamente las mujeres participamos menos en áreas de ciencia y tecnología, no solamente en Chile, en Alemania o Suiza también. La única forma que se rompa con esto es que las mujeres lleguemos a ocupar más lugares de poder”, dice Florencia. Y es a través de la inspiración, según especifica, la forma de poder quebrar con esos paradigmas.