Francisca Bravo Cox, abogada: “Estar en pareja enriquece económicamente al hombre y empobrece a la mujer”

Francisca Bravo Cox

Cuando una pareja heterosexual tiene hijos, la mujer reduce sus ingresos en 20% y el hombre los aumenta. Así lo explica Francisca Bravo Cox, experta en derecho de familia, quien busca instalar la conversación sobre platas y crianza.




Cuando nació su primer hijo, la abogada experta en temas de familia Francisca Bravo Cox renunció al estudio jurídico en el que trabajaba y asumió el rol de crianza casi a tiempo completo. Pero después de tener a su segunda hija, cuando ya había cumplido un año, Francisca pensó que había llegado su momento: estaba terminando la etapa de crianza más demandante y podría trabajar sin interrupciones, al menos por medio día. Así que arrendó una oficina, la decoró, llevó sus lápices y su tazón favorito, y cuatro días después de que había empezado esta nueva etapa que la tenía muy motivada, llegó la pandemia. “Tuve que volver a mi casa, para cuidar 100% a mis hijos y ocuparme de lo doméstico, porque mi marido recién había sido contratado en un trabajo de primera necesidad. Mi decepción fue total”, recuerda esta abogada experta en temas de familia.

Una de sus emociones más presentes era la rabia, recuerda. Se preguntaba cuándo le tocaría a ella ganar plata, cuándo le tocaría a ella ser la ‘productiva’, y esa incomodidad que tenía se mantuvo así solo hasta que recordó algo fundamental: que ella y su marido se habían casado con un régimen colaborativo de participación de gananciales, y eso significaba que si su marido estaba teniendo éxito en su carrera y trabajo, ese éxito también era de ella. “Y no sólo en la forma de sentirlo o de pensarlo, sino que legalmente hablando. Es decir, ese éxito efectivamente era de ambos. Y esto me sirvió para entender que, más que un sacrificio, lo que yo estaba haciendo por la familia era un aporte”, dice.

Este nuevo modo de ver las cosas, fue también para Francisca el comienzo de un giro en su propia carrera como abogada. Hasta entonces, se había dedicado a causas judiciales de temas de familia y a trabajar en mediación: es decir, trabajaba en gran parte con parejas que se estaban divorciando. “Nunca me sentí muy cómoda en los tribunales de familia. Más bien me rondaba la sensación de que estábamos llegando tarde, que hacía falta conocimiento en las mujeres de los regímenes matrimoniales que existían al momento de casarse, y también entender la valorización económica que implicaba el hacerse cargo del cuidado”, dice. Todos estos inputs, y también su propia situación de optar por pausar, en cierto punto, su carrera mientras su marido seguía ascendiendo, la hicieron cuestionarse varias cosas.

“Comencé a entrevistar a otras mujeres de mis círculos y descubrí que, como a mí, les generaba mucha rabia, pero también mucho miedo de quedar desprotegidas en algún momento de quiebre. Los estudios señalan que estar en pareja suele empobrecer a la mujer y no al hombre y eso es una realidad. Por otro lado, mientras estás casado pareciera ser que todo es de todos, pero como yo veía casos de divorcio conocía el nivel de vulnerabilidad en el que quedaban muchas mujeres que habían decidido criar”, dice.

Como experta en materias de familia, esta abogada de la Universidad de Chile, mediadora, y postitulada en Derecho de Familia conocía perfectamente las herramientas legales como la compensación económica –que no es más que una valorización en dinero del trabajo de cuidar– y los regímenes de bienes, que condicionan del cielo a la tierra la forma en que termina un matrimonio. Así, decidió lanzarse con un proyecto propio de asesoría en estas temáticas, tanto para novios que están decidiendo su régimen de bienes, para parejas casadas que necesitan abordar el tema, o parejas que están en proceso de separación. “Sé que la información legal temprana puede lograr mayores índices de equidad dentro de la pareja, más reconocimiento recíproco y cohesión en la familia completa”, dice Francisca, quien divulga estos temas en su cuenta de Instagram (@franbravocox), además de realizar charlas corporativas y talleres.

Cuando planteas que el estar en pareja enriquece al hombre y empobrece a la mujeres ¿a qué te refieres? ¿Tiene que ver con el costo económico de la crianza?

Sí. No cabe duda que en el año 2022 el costo económico de la crianza lo asumimos –por regla general– las mujeres: somos nosotras quienes, con ocasión de la maternidad, decidimos rebajar horarios, dejamos de tomar ascensos o trabajos con mayores responsabilidades e incluso renunciamos, y eso se traduce en una pérdida de ingresos monetarios y de capacidad financiera bancaria. Esta toma de decisiones puede ser muy sutil pero, en el largo plazo, genera un empobrecimiento en relación al nivel de sueldo, o eventualmente lagunas previsionales, o quizá una falta de oportunidades. Si preguntamos a nuestras parejas –cuando son hombres– cómo ha impactado el tener hijos en su desarrollo laboral, muy pocos podrían decirnos que han rebajado horarios o descartado ascensos por su paternidad.

Es una diferencia muy evidente…

¡Y está estudiada! En una investigación de Emily Nix, profesora de la University of South California, se determinó que la maternidad reduce los ingresos de las mujeres heterosexuales en un 20%, mientras que sus parejas hombres un 0%. Y también se estudió en parejas lesbianas y los resultados son sorprendentes: la mujer que gesta disminuye un 13% mientras que la compañera baja un 5%, es decir, el costo de la maternidad en ellas se reparte y, al mismo tiempo, al cabo de cinco años esta diferencia desaparece. En las parejas heterosexuales esta diferencia se hace permanente. La brecha en parejas heterosexuales es brutal.

¿Qué hace falta para que esa brecha vaya acortándose?

Somos una generación bisagra; los hombres hoy en día se están acercando cada vez más a tener una crianza mucho más consciente y conectada con sus hijos, muy diferentes de las que tuvieron ellos con sus propios padres y madres. El mundo privado y público está entendiendo que las formas de trabajar tienen que ser diferentes, porque somos responsables de educar a una generación que sea sustentable.

Para mí, lo principal es instalar lo más temprano posible la conversación sobre cómo queremos criar a nuestros hijos y qué implicará en nuestros desarrollos profesionales, por eso busco tener un rol de educación en estas temáticas. También me interesa instalar que si uno de los dos está más disponible para los hijos, no sólo está dejando de ganar dinero sino que también está permitiendo que la otra persona pueda trabajar tranquilamente y sin interrupciones.

Por otra parte, hablar de platas en la pareja suele ser un tema que aún causa tensión.

Claro, al menos yo crecí en una cultura en la que hablar de plata era mal visto. Tenemos que entender que para las mujeres hablar de plata es algo nuevo. De partida, sólo desde hace algunas décadas tenemos independencia económica, manejamos dinero y se nos ha hecho un espacio en un dominio absolutamente masculino. Pero más allá de eso, creo que nos cuesta hablar de plata porque en esa conversación mostramos mucho de nosotros, mostramos lo que nos asusta, en qué creemos, qué esperamos del otro. La conversación sobre nuestra experiencia con el dinero y las expectativas de cada uno sobre cómo proyectamos la familia, la crianza y nuestros desarrollos profesionales es la conversación más romántica que podría tener, porque genera mucha cohesión con la pareja. Y creo que tampoco podemos caer en la ilusión de que el matrimonio es para toda la vida. Yo siempre digo que la relación de pareja se renueva año a año. O sea, pagamos mensualmente un seguro catastrófico de salud con la esperanza de jamás ocuparlo. Pues bien, hablar con la pareja sobre planificación económica durante el matrimonio, cuando las cosas están bien y hacer los ajustes legales que sean necesarios, satisface el mismo principio.

Según las cifras, más del 70% de mujeres profesionales opta por casarse con separación de bienes. ¿En qué caso recomiendas este régimen y cuándo no?

Creo que lo primero es hablar de matrimonio, o de acuerdo de unión civil. En Chile, cada año nacen cerca de 200 mil niños, de los cuáles 160 mil son de mujeres no casadas. Desde mi punto de vista el matrimonio es ciertamente un factor protector para la mujer. A mi consulta llegan mujeres con 20 años de relación de pareja, varios hijos y sin matrimonio, lo que las deja sin posibilidad de liquidar un régimen de bienes, sin derechos hereditarios y sobre todo sin derecho a pedir una compensación económica, que es la indemnización por el hecho de haber criado y por ende tener menor patrimonio. Muchas veces se asocia el matrimonio o el acuerdo de unión civil a una fiesta y creo que es muy importante volver a verlo como un contrato. Y qué tipo de régimen de bienes elegir, finalmente, se traduce en cómo nos repartiremos los frutos de este proyecto en caso que no funcione.

Para mí el mejor régimen de bienes es el que se elige conscientemente con la pareja, bien asesorados y sin presiones. En Chile y el mundo podríamos hablar de dos tipos de regímenes, los colaborativos (donde el éxito del matrimonio se reparte) y los más individualistas (cada uno construye lo suyo). Un aspecto muy curioso que caracteriza a las mujeres profesionales en Chile es que la mayoría opta por el régimen de separación de bienes (72%), cifra muy superior a la media nacional (41%). Probablemente las profesionales nos sentimos autónomas, independientes y muy a la par con nuestras parejas antes de contraer matrimonio, con la ilusión que así seguiremos, pero la realidad es que el costo económico de la maternidad lo asumen las mujeres y el patrimonio lo acumula el hombre. Los regímenes colaborativos del matrimonio en Chile tienen muy mala prensa: por un lado sólo se conoce el llamado “sociedad conyugal”, pero muy pocos hablan o ubican el de participación en los gananciales. La sociedad conyugal tiene una mala prensa bien ganada, pues si bien es full protector para la mujer, tiene un resabio machista difícil de tolerar hoy, por cuanto es el hombre por el hecho de ser hombre quien administra todos los bienes.

En tu trabajo como asesora tienes un enfoque preventivo, pero también te toca asesorar a mujeres en proceso de separación. ¿Cuáles son sus principales miedos?

La falta de información legal es grande en todas las etapas de la vida en pareja. Preguntas como “qué régimen de bienes elegir”, “compramos a medias o no”, “cómo contribuimos a la economía familiar”, “le paso mis ahorros a mi marido para construir en su terreno”, etc, son inquietudes que aparecen a lo largo de toda la vida en pareja. En un proceso de separación, cuando actuamos sin información y con miedo, tendemos a “catastrofizar”. Me di cuenta con mi ejercicio profesional que, para poder negociar bien, había que estar un rato detenido en averiguar aquello que te importa, lo que te da miedo y, sobre todo, lo que necesitas. Muchas parejas empiezan sus propias conversaciones de separación muertos de miedos del futuro, siendo poco asertivos y bastante hirientes. Por lo mismo, desarrollé una metodología de abordaje temprano de la separación que hace consciente los miedos que se viven en esa etapa como por ejemplo sentir que quien toma la decisión “destruye a la familia”, o que “se quedará sin nada”, o que “nunca más podrá ver a sus hijos”, etc.

Mi objetivo es que puedan honrar la vida que tuvieron juntos para, desde ahí, construir un futuro con casas separadas. Siempre les hago el énfasis que la familia sigue a pesar de la separación. A diferencia de los tribunales que son más rígidos, los acuerdos son un espacio increíble ya que permiten mucha creatividad y flexibilidad.

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