Freud histórico
Aparecen dos libros para conocer la figura enorme de Sigmund Freud: la imprescindible biografía de la historiadora francesa Élisabeth Roudinesco y una curiosa y valiosa investigación del psicólogo chileno Mariano Ruperthuz, sobre cómo fue recibido el psicoanálisis en el país durante la primera mitad del siglo XX.
Paula 1193. Sábado 13 de febrero de 2016.
Aparecen dos libros para conocer la figura enorme de Sigmund Freud: la imprescindible biografía de la historiadora francesa Élisabeth Roudinesco y una curiosa y valiosa investigación del psicólogo chileno Mariano Ruperthuz, sobre cómo fue recibido el psicoanálisis en el país durante la primera mitad del siglo XX.
No solo es el análisis histórico de una época de cambios fundamentales, ni el relato de una vida compleja, ni la crítica original y propia del enorme saber que transtornó el conocimiento del interior humano: Freud, en su tiempo y en el nuestro (Debate, 2015), de la gran intelectual e historiadora Élisabeth Roudinesco (1944), es más bien un pensamiento sólido, certero y ágil sobre la forma en que este hombre transformó a una época y fue completamente moldeado por ella. Como dice la autora, si Freud creía que descubría en el inconsciente lo que los seres humanos vivían en realidad, ella quiso mostrar que el descubrimiento de Freud fue el fruto de una sociedad, una familia y una historia política "que él interpretaba magistralmente para presentarla como una producción del inconsciente".
Además de haber dedicado su vida al estudio del psicoanálisis –es autora de una biografía de Jacques Lacan, de una historia de la perversidad y coautora del diccionario de psicoanálisis más importante que exista hoy, entre muchos otros libros–, el conocimiento de Roudinesco para esta investigación se amplió con la apertura definitiva de los archivos de Freud y la aparición de cartas y relatos de casos que muestran nuevas facetas y detalles del pensador más estudiado, citado, denostado y celebrado de estos tiempos. La importancia de su raíz judía y vienesa, su amor por los perros, su fascinación por las mujeres, su falta de gusto artístico, sus vicios, su conservadurismo, su necesidad de volver a sus amigos enemigos: todo se narra hilvanado con genialidad la historia privada y la de la época.
Uno de los capítulos más reveladores –aunque el libro, de 500 páginas, se lee fluida y fascinantemente completo– es el que define la cultura y personalidad de Freud como propio de una "Ilustración oscura": combina una fe enorme en la razón de raíz kantiana con el deseo de descender a las zonas más abyectas y demoníacas. "Lo que Freud tomaba de Darwin no era diferente de lo que tomaba de Sófocles: la novela trágica de un hombre que, después de verse como un dios, advierte que es otra cosa y no lo que creía: un asesino e, incluso, el descendiente de la especie animal". Freud se fascinó con ese abismo y quiso unir la pulcritud de la ciencia y el caos de la existencia para explorarlo.
El libro de Mariano Ruperthuz, doctor en Psicología de la Universidad de Chile (editorial Pólvora, 2015), encuentra las raíces psicoanalíticas en el país desde los primeros psiquiatras que abogaron por el nuevo estudio del inconsciente, como Germán Greve –discípulo directo de Freud–, Octavio Maira, Fernando Allende y Juan Marín, hasta develar los intereses psicoanalíticos del padre Hurtado o de las novelas claves de la literatura de los años 40. Las dimensiones de la influencia de Freud en el malestar cultural, la medicina, la criminología, lo público y lo popular ofrecen una fascinante diversidad de lecturas, con una investigación enorme y prolija, sobre un despertar incómodo y apasionado, que es curiosamente precoz e intenso. Desde ahí no es para nada descabellado rastrear a Freud como precursor tanto en las ideas políticas como de las utopías personales de una época larga y transformadora.
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