Por años, el desafío en torno a la tecnología fue la creciente necesidad de incorporarla en nuestras rutinas y alcanzar una mayor alfabetización digital de la población. La promoción del uso de computadores y tablets en los colegios se convirtió en la nueva norma y los incentivos para que adultos mayores y niños no quedasen completamente fuera de esta ola digital se convirtieron en una necesidad. Acompañados por un smartphone, tablet u otro dispositivo tecnológico, paso a paso hemos avanzado hacia la realidad que enfrentamos hoy en el polo opuesto de las cosas. La preocupación de investigadores y especialistas está puesta sobre los efectos de la exposición a pantallas desde el nacimiento y cómo esta digitalización cada vez más temprana de los niños afecta su desarrollo.
Según un estudio realizado por Common Sense Media en 2023, casi un 40% de los niños menores de 2 años están usando dispositivos como iPads o smartphones incluso antes de aprender sus primeras palabras. Y, si bien desde el 2019 la Organización Mundial de la Salud recomienda que los niños menores de 2 años no utilicen dispositivos electrónicos, la tendencia en estos años ha ido a la masificación del uso de tablets en niños cada vez más pequeños y la creación de toda una gama de productos que apuntan a este segmento de la población. La investigación realizada por Common Sense Media advierte que hoy la cantidad de niños usando tablets y dispositivos digitales es 5 veces mayor que hace 2 años.
Para los niños de hoy, los juegos y actividades offline son una realidad más lejana que la interacción con contenido digital. Así, en 2023 se popularizó la noción de “iPad Kids” o niños iPad haciendo referencia a la nueva Generación Alfa (nacidos a partir del 2010) que desde la cuna ha vivido con la tecnología en las manos.
“Muchos padres utilizan la pantalla para regular a un niño que llora o que está inquieto, pero el niño no logra la regulación efectiva de sus emociones, sino que depende de una variable externa que no es propia para enfrentar estas situaciones”.
Para muchos, pareciera ser que el uso intensivo de tecnología en niños cada vez más pequeños es una imagen distópica pero que incita a la comedia. Con millones de vistas en TikTok, el hashtag #iPadKids muestra videos de adolescentes y adultos imitando el comportamiento de niños que no pueden vivir sin un tablet o un teléfono en las manos. Escenas de guaguas en espacios públicos como restaurantes, aviones o salas de espera que lloran o gritan exasperados cuando son privados del uso de estas tecnologías, son cada día más comunes. Y es que no para todos la exposición intensiva a las pantallas en niños pequeños es un fenómeno alarmante. Hace algunas décadas la preocupación de educadores y padres estaba puesta sobre los videojuegos y la excesiva violencia a la que se exponían los niños a través de ellos. Los niños iPad serían entonces una nueva iteración de la misma caracterización como villano de moda que en algún momento se hizo de la televisión o las consolas y juegos online.
Si bien hay grupos que cuestionan la existencia de evidencia suficiente que permita relacionar de manera concreta los dispositivos digitales a efectos negativos para la salud y el desarrollo de niños y niñas —como la Academia Americana de Pediatría que eliminó su recomendación de un límite de exposición a pantallas—, muchos especialistas ya pueden ver en pacientes el efecto que ha tenido la hiper conexión de los niños a la vida online prácticamente desde el nacimiento. La psicóloga infanto juvenil miembro de Grupo Mentaliza, Paula Cohen, destaca que las diferencias en la estimulación que los niños reciben hoy comparadas con generaciones anteriores donde los cuidadores se involucraban física y verbalmente con los niños, tiene efectos marcados en los niveles de desarrollo cognitivo. “El desarrollo de las funciones superiores como el lenguaje, la inteligencia, el aprendizaje en general se ve afectado porque la actividad cerebral cambia”, explica la psicóloga.
El vuelco hacia la constante interacción con la pantalla ha llevado a una reducción de la actividad cerebral, afectando el desarrollo del lenguaje y la expresión emocional de niños pequeños, según ha observado Paula Cohen. Para la especialista, este efecto en el desarrollo emocional es quizás la consecuencia más preocupante de criar niños iPad. En términos de regulación emocional, la psicóloga explica que existe una dependencia cada vez mayor a las pantallas para abordar situaciones de angustia, frustración u otros estados anímicos de niños y niñas. El uso de pantallas como solución rápida entrega un alivio instantáneo cuando se trata de experimentar emociones negativas, pero impide que haya una autorregulación efectiva. “Muchos padres utilizan la pantalla para regular a un niño que llora, que está inquieto, pero es un un arma de doble filo porque finalmente no logra la regulación efectiva de sus emociones, sino que depende de una variable externa que no es propia para enfrentar estas situaciones”, comenta Paula Cohen.
A pesar de las opiniones divergentes en torno a la existencia o no de suficientes estudios que comprueben la relación entre las pantallas y problemas en el desarrollo infantil, quizás basta con observar los comportamientos de niños y niñas para ver que los cambios no están siendo positivos para ellos. Incluso reconociendo el valor educativo potencial de ciertas aplicaciones y contenidos digitales para niños, Paula Cohen aboga por un uso menos intensivo de tecnología a edades tempranas. La especialista aclara que, incluso el contenido educativo o dirigido especialmente a niños puede contribuir a la disminución de la capacidad de atención, la reducción de la tolerancia a la gratificación retardada y a mayores desafíos en el desarrollo emocional y social. Ante la falta de evidencia concluyente, la especialista —al igual que organizaciones internacionales como la OMS— recomienda tener una actitud conservadora respecto del uso de tecnologías en la crianza. ”Creo que es importante retrasar la introducción a la tecnología y establecer límites de tiempo claros así como monitorear el contenido al que acceden los niños. Debemos ser conscientes de cómo interactúan con las pantallas y no esperar a que en un futuro los efectos de esta subrogación de la crianza a la tecnología puedan tener efectos quizás irreversibles”, concluye.