Guía para lucirse con la tabla de picoteo

Cuando hay invitados a almorzar o comer, pocas cosas son tan fáciles de preparar como una tabla de picoteo. Parece algo sencillo e incluso aburrido, pero con los componentes indicados se puede convertir en el gran protagonista de la jornada.
Lo mejor de estas tablas es que son perfectas para cualquier tipo de dieta o preferencia. Dependiendo de quiénes van a comer se pueden hacer presentaciones con carne, veganas, sin gluten, elaboradas o sencillas.
Lo principal es el balance: si bien tienen que haber elementos protagonistas, éstos no se pueden robar toda la atención y deberían estar acompañados de complementos igualmente interesantes. Lo mismo pasa con los colores: aunque puede haber un motivo especial o un tono dominante, las combinaciones son lo que harán que la tabla se vea atractiva, además de rica.
Más allá de tomates cherry desparramados por cualquier parte, se puede presentar una rica ensalada en forma de brocheta, siendo la más clásica la de estilo caprese, con tomate, queso mozzarella y albahaca fresca. También se pueden probar alternativas con cortes de zapallo italiano, pimentones y otros tipos de queso. Otra forma de incluir vegetales es a través de dips con los que se pueden untar bastones de apio, zanahoria y otras verduras.
Quienes consumen lácteos y no tienen problemas con comer queso, agregarlos a las tablas es algo evidente. Aportan sabor, color y textura, pero no es llegar y distribuirlos sin tener ciertas consideraciones. Quesos hay de muchas variedades, y aunque tiende a ser lo más cómodo y barato, no siempre hay que guiarse por la tabla lista que venden en el supermercado, sino que se puede jugar con la imaginación y la creatividad.
Además, los quesos se pueden acompañar de salsas o mermeladas. Por ejemplo, el camembert queda bien con algo de miel o con alguna mermelada casera.
Los fiambres también funcionan bien y en el mercado existen distintas alternativas, desde charquis gourmet hasta jamones, donde el más común es el jamón serrano.
Los frutos secos son un lindo complemento, y aunque los más clásicos son el maní y a veces las castañas de cajú, los pistachos son útiles a la hora de aportar sabor y color. Lo mismo pasa con las mezclas de frutos secos, donde también se puede dar un toque más agridulce con cranberries deshidratadas. Siguiendo la línea frutal, los damascos turcos son una buena alternativa, así como las uvas. El melón verde y calameño combina a la perfección con quesos como el azul.
Si son pocos comensales, y la tabla será protagonista del menú, se pueden agregar sándwiches partidos por la mitad, idealmente elaborados a partir de pan artesanal y con sabores originales, como tomate deshidratado, berenjena o hummus. Y si no se opta por esto, el pan puede seguir presente, pero como objeto para untar quesos o dips, por lo que sí o sí debiera ser de un sabor especial o con distintas semillas. También se puede incluir ricos panes en formato de montaditos o como tapas al estilo español. Una alternativa podría ser un pan atomatado, preparado con tomate, aceite de oliva y ajo.
Una buena idea antes de abrir la bolsa de papas fritas y distribuir quesos y jamones es bueno considerar detalles que podrán hacer la diferencia.
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