Discos fundamentales
"No es justo conocerla solo por antologías o compilados", dice la periodista Marisol García, quien sugiere escuchar discos menos difundidos, que conservan sus carátulas y tracklists originales:
Toda Violeta Parra(1961): "Afirma con peso los temas que la definen: la crítica social, el lamento sentimental, y el extremo ingenio en torno al folclore. Aparecen sus cuecas recortadas, que se comen la última sílaba de cada verso". En mercados persas.
Carpa de La Reina (1966): "Una auténtica fiesta junto a sus hermanos Roberto y Lautaro, Héctor Pavez y los grupos Chagual y Quelentaro. La refleja como autora, productora y alentadora de la música". ($ 5.490, Feriamix).
Los libros
Además de Violeta se fue a los cielos, de su hijo Ángel Parra, que inspiró la película, los textos que mejor la revelan son:
Gracias a la vida. Violeta Parra, testimonio, de Bernardo Subercaseaux: "Es una joya por su valor testimonial. Recopila testimonios frescos de quienes la conocimos, como su madre, sus hijos y amigos cercanos". Margot Loyola, folclorista.
El libro mayor de Violeta Parra, de Isabel Parra: "Un estudio biográfico serio, profundo y actualizado". Tita Parra, nieta.
La vida intranquila, de Fernando Sáez: "Sáez era muy cercano a la familia y logra retratarla muy bien". Gastón Soublette, musicólogo.
De los lugares de Violeta en Santiago ya no queda prácticamente nada, pero gran parte de su legado quedará expuesto en La Jardinera, un museo con forma de guitarra que se construye actualmente a pasos de Plaza Italia.
¿Que fue de los lugares de Violeta?
"Eso antes era puro campo y costaba mucho que la gente nos llegara a ver", recuerda la folclorista Margot Loyola sobre la carpa de su amiga Violeta Parra en La Cañada 7200, en La Reina, donde se juntaban a tocar y donde ahora hay edificios. "Otros lugares adonde iba, como el café São Paulo, en Huérfanos, o el casino de la Escuela de Bellas Artes, ya no existen", agrega su hijo Ángel Parra. Hoy, la sala Violeta Parra, en el Centro Cultural Palacio La Moneda, es el único sitio donde se exhibe su obra plástica y poética, a la espera de que se inaugure su museo
La Jardinera, que cobijará sus arpilleras, óleos y trabajos en papel maché.
Lo que quedó de la producción artesanal de Violeta, que ocasionalmente vendía sus figuras de terracota, óleos y arpilleras en ferias artesanales, está en manos de la Fundación Violeta Parra, que autorizó al Centro de Arte Textil Pawllu para la difícil tarea de reproducir las seis arpilleras que aparecen en la película.