En la casa de sus papás y, tras haber vivido por largo tiempo abuso físico y psicológico de parte de su mamá, Melina Norambuena (19) decidió por primera vez quitarse la vida. Tenía solo 13 años. A pesar su intento, en esa oportunidad Melina despertó un día después cansada y confundida, sin entender muy bien por qué seguía en un mundo en el que no se sentía capaz de existir. Igual como ocurría con sus episodios de autolesiones que llevaban ya un tiempo, en su casa el intento de terminar con su vida pasó desapercibido para sus padres. Pero Melina sí sabía lo que había pasado y no entendía por qué seguía viva.
Como ella, son miles las personas que en Chile cada año toman la decisión de terminar con su vida, y las cifras van en alza. Según datos entregados por el Minsal, desde fines de 2021 se ha observado un incremento sostenido de la suicidalidad y la Organización Mundial de la Salud (OMS) estimó que en nuestro país actualmente ocurren 10 suicidios por cada 100 mil habitantes. Y la proporción de chilenos que intentan terminar con sus vidas es casi el doble respecto de aquellos que logran consumarlo.
“Está comprobado que hablar de suicidio no aumenta la ideación, todo lo contrario, calma a aquellos que pueden estar pensándolo y los motiva a comunicar”, comenta.
El Día Internacional para la Prevención del Suicidio —que se conmemoró el domingo 10 de septiembre— es particularmente especial este año: una iniciativa global impulsada por la Asociación Internacional contra la Prevención del Suicidio (IASP) y copatrocinada por la OMS con el fin de disminuir la tasa de suicidios a nivel global. El foco de la iniciativa es generar conciencia respecto a uno de los temas que en nuestra sociedad actual —mucho más abierta a abordar problemáticas de salud mental que en otros momentos de la historia—, aún sigue siendo un gran tabú. “Al generar conciencia se reduce el estigma en torno al suicidio y se pueden incentivar más acciones informadas que reducen las instancias de suicidio a nivel mundial”, explica la IASP en una publicación.
Si bien todos los intentos de terminar con la propia vida son distintos y rodeados por circunstancias particulares, los especialistas gestores del evento creen que la estigmatización del tema es un factor común que previene a las personas de buscar ayuda. “Cambiar la narrativa en torno al suicidio a través de promover esperanza puede crear una sociedad más compasiva para que, quienes necesiten, se sientan más cómodos de hablar y buscar ayuda”, agrega la publicación de la IASP. Porque uno de los grandes mitos en torno al suicidio tiene que ver con la conversación abierta de este tema y cómo, erróneamente, creemos que hablar de suicidio puede incentivarlo.
Francisca Hinrichs, psicóloga clínica, docente universitaria y facilitadora de intervenciones grupales para la prevención del suicidio explica que, precisamente hablar del tema es una estrategia que ayuda a prevenir. “Está comprobado que hablar de suicidio no aumenta la ideación, todo lo contrario, calma a aquellos que pueden estar pensándolo y los motiva a comunicar”, comenta. Tan claro es el efecto positivo de un abordaje abierto y sin eufemismos del suicidio que, la especialista titula y abre sus charlas de prevención con la premisa “Hablar de suicidio hace bien”. Francisca agrega que las personas “necesitan poder hablar sin juicios”. Pero en la práctica lo que ocurre muchas veces, incluso en contextos en los que esta problemática es visibilizada como en el ámbito médico, cuando se enfrenta la suicidalidad, se hace desde la vereda de los prejuicios y el estigma.
Uno de los elementos que contribuyen a esta estigmatización del suicidio es entenderlo como un evento aislado. Pero, según los especialistas, terminar con la vida propia es una decisión que no existe en el vacío. La psicóloga Francisca Hinrichs explica que se debe entender la conducta suicida como una especie de continuo con distintas etapas. “El suicidio es la etapa final. Pero la suicidalidad es una dimensión que vas desde la primera vez que la persona tiene una idea al respecto”, comenta. “Desde la idea puede pasar a la planificación y desde ahí al intento y pueden estar constantemente yendo y viniendo”, aclara.
En el caso de Melina pasaron casi 5 años desde su primer intento de suicidio hasta que volvió a intentar concretarlo. No fue un periodo libre de dificultades, pero el deseo de dejar de vivir no había llegado a un plan concreto hasta que, a los 18 años, le diagnosticaron Trastorno de Ansiedad Generalizado, una depresión severa y detectaron que además, estaba dentro del espectro autista. “En ese tiempo estaba viviendo con mi abuelo y mi tía”, recuerda. Melina estaba sola en la casa en medio de una crisis de angustia cuando, según ella explica, de manera casi inconsciente intentó quitarse la vida nuevamente. “Fui sola a Urgencias esa vez”, comenta. Melina recuerda que cuando se dió cuenta de lo que había intentado hacer, fue ella misma quién decidió pedir ayuda médica y desde el centro de salud la derivaron al Instituto Psiquiátrico José Horowitz en Recoleta.
Desde ese segundo intento, en el último año para Melina ha habido varias instancias de ir y venir entre la ideación, la planificación y el intento. Porque, tal como explica la psicóloga, el suicidio consumado es la fase final que muchas veces resulta tan impactante, que nos hace creer que no hay nada más. “En ese momento sólo ven la acción, pero no todo lo que hay detrás”, explica Melina. La la mayoría prefiere ver el suicidio como un incidente aislado que ocurrió sin señales, inesperable y sin vuelta atrás. Sin embargo, dado que el continuo de la conducta comienza mucho antes del acto en sí mismo y no necesariamente termina en un intento no consumado es importante abordar el tema de frente y sin trabas. “No es algo que pasa solo una vez. Por eso, mirar la vivencia de aquel que intenta el suicidio también es prevenir”, explica Francisca Hinrichs. La especialista comenta en sus charlas preventivas que muchos suicidios ocurren en el periodo de mejoría de un intento no consumado. Cuando las personas tienen mayor disposición y energía es que pensamientos de desesperación pueden llegar a convertirse en actos de autodestrucción.
Mitos como el que las personas con ideación suicida no quieren realmente morir sino sólo llamar la atención; que solo las personas con depresión experimentan ideación suicida; ó quien quiere cometer suicidio no lo anda comentando y, quienes lo hacen no llegarán a consumar un intento, son creencias que enturbian una conversación que es necesario tener.
*A principios de este año el Minsal implementó la línea de ayuda *4141 bajo la consigna “no estás solo, no estás sola”, dedicada a la prevención del suicidio que cuenta con operadores capacitados para asistir a las personas que se comuniquen en cualquier horario del día o la noche. “A través de ella, quienes que estén enfrentando una emergencia o crisis de salud mental asociada al suicidio, podrán contactarse con un psicólogo especialmente capacitado que los escuchará y ayudará”, explicó en un comunicado el Minsal. La línea se encuentra disponible de lunes a domingo, las 24 horas. Además, en abril el Gobierno Regional Metropolitano de Santiago lanzó el programa Quédate. Un plan que contempla, entre otras medidas, un chat de asistencia para la prevención del suicidio que llegará a cubrir las 52 comunas de la región cuando complete su puesta en marcha. Se trata de profesionales de la salud mental que, siguiendo los lineamientos de la OMS, también están disponibles de forma remota para asistir a personas que lo requieran a través de la página web www.quedate.cl. Porque tal como explica la psicóloga Francisca Hinrichs, y como han confirmado organizaciones como IASP y la OMS, hablar de suicidio hace bien.