LA PREGUNTA
"Tengo tres hijas de 13, 11 y 8 años. Si bien cada una atraviesa etapas diferentes, un desafío importante como mamá es saber hablarles de sexualidad y entender cómo se empieza a abordar el tema cuando son más chicas. Suena súper básico, pero no es tan fácil porque hablar con la mayor, no es lo mismo que hacerlo con la tercera. La manera de abordar el tema va cambiando a medida que van creciendo. Me gustaría tener herramientas para que ellas quieran hablar de esto conmigo sin ser invasiva ni metiche, participando en lo que me compete participar que sé que no es todo".
Luz, 39 años.
LA RESPUESTA
Aunque la sexualidad se vuelve especialmente relevante en la adolescencia, porque es ahí cuando irrumpe psicológica y biológicamente, el momento de hablar este tema es desde mucho antes. Solo de esa manera se podrá educar y entregar a tiempo las herramientas necesarias para una vida sexual saludable. En ese sentido, según especialistas, es fundamental hablar del desarrollo de una intimidad. "Para eso hay que tener en cuenta el cuidado personal, el consentimiento, el respeto por el cuerpo propio y de los demás, así como el de los afectos propios y de los otros", dice la psicóloga y analista de la Asociación Psicoanalítica Chilena, Milka Kaplan. Y agrega: "El conocimiento de nuestro cuerpo, su exploración y las sensaciones de placer y displacer son normales y sanas, por tanto sería una negligencia no abordar la sexualidad desde la infancia. Es fundamental entonces que los padres puedan hablar a sus hijos de la biología y anatomía corporal, de las sensaciones físicas, del impacto emocional de las sensaciones y del cuidado que implica en la relación con uno mismo y con los otros el autoerotismo. Temas como la masturbación, las relaciones sexuales, la prevención del embarazo y de enfermedades sexuales son muy importantes también".
En un mundo en que el acceso a la información es fácil gracias a sitios webs y redes sociales, llegar tarde a estas conversaciones es fácil, sobre todo si no se han creado vínculos de comunicación con los hijos o si éstos son débiles. "La sexualidad es un aspecto fundamental del desarrollo humano y de la personalidad de nuestros hijos. Lo que hace complejo hablarla son nuestras propias dificultades si como adultos no hemos hecho un trabajo de pensar, entender y conocer nuestra propia sexualidad, la manera en que nos relacionamos con ella y a través de la misma con los otros", dice Kaplan.
Cómo hablarlo según la edad
Las teorías sexuales están presentes desde la primera infancia y se forman en torno a la información que el niño recibe del medio, de sus propias fantasias y temores producto de las prohibiciones, de la falta de conocimiento de los adultos y, en la actualidad, del acceso fácil y precoz a la pornografía a través de internet. "En la actualidad hay una oferta ilimitada de contenidos y ha aumentado la brecha generacional dado los cambios culturales, la labilidad e inmediatez de los vínculos y de las relaciones virtuales. La sexualidad es un derecho humano que implica placer, conocimiento, riesgo, cuidado y responsabilidad. Enseñarle a un niño que es dueño de su cuerpo, que nadie puede violentarlo ni tocarlo, así como tampoco ellos a otros, es imprescindible.
A los ocho años: a esta edad son esperables las preguntas por el desarrollo físico y sexual, las conductas sexuales, la masturbación, donde lo central es explicarles que es una conducta privada en la que se debe priorizar el placer y no la culpa ni la vergüenza. Hablar de los afectos y de su relación con la sexualidad siempre es relevante.
9 a 12 años: aquí comienzan los cambios corporales y hormonales. La influencia de los pares y de los medios digitales aumenta, por tanto hay que estar alerta a lo que se están exponiendo.
13 a 16 años: en la adolescencia temprana cerca de la mitad de los adolescentes han tenido relaciones sexuales. Aquí es importante enfatizar en el autocuidado, en los riesgos de un embarazo y de contraer enfermedades de transmisión sexual. Los programas de educación sexual más exitosos actualmente se basan en visión positiva de sexualidad, con espacio para el placer, el conocimiento, los riesgos, la privacidad, la responsabilidad y el consentimiento. El respeto al cuerpo y los afectos propios propios y del otro son muy relevantes. La incorporacion de la realidad social y cultural debe estar siempre presente.
"El tema de la identidad sexual también es importante abordarlo desde temprana edad. Que las diferencias entre unos y otros no son mejores ni peores y que la diversidad es parte de la vida. De esta manera podremos acompañarlos sin juzgarlos en sus dudas y vicisitudes. La bisexualidad es constitutiva de los seres humanos y en la actualidad, el tiempo de exploración, de no considerar como patología las diferencias en torno al género, son relevantes. Si como padres hemos logrado genuinamente pensar y entender las diferencias y dudas y las diferentes formas de acceder al conocimiento e incorporar los cambios culturales basándonos en el respeto, autocuidado, consentimiento y conocimiento en un ambiente amorosos, estaremos ayudando a nuestros hijos a vivir una sexualidad plena y gratificante", dice Kaplan.