Innovación en cada fórmula: cómo Clara Valenzuela está revolucionando la cosmética natural en Chile
Esta química farmacéutica lleva más de 30 años trabajando en cosmética, ha liderado el desarrollo de cientos de productos y ha regulado innovaciones clave en la industria, además de asesorar a marcas como Natural Organic, Nerea, Coréana Chile y Tessa, entre otras. Desde sus inicios en el rubro, su objetivo ha sido impulsar una industria profesional a gran escala, similar a lo que ocurre en México o Brasil. El año pasado lanzó su primera línea de cuidado de la piel, y como era de esperar, no es una línea cualquiera: utilizando las propiedades de las algas marinas como principal activo, logró reducir el consumo de agua en un 75%, creando la primera línea de skincare 'waterless' de Chile.
Cuando tenía apenas 10 u 11 años, la química farmacéutica Clara Valenzuela se entretenía mezclando las cremas de su mamá, cosmetóloga, con distintos ingredientes que encontraba en su casa, como la lavanda o las calas. Jugaba al laboratorio y soñaba con crear sus propios productos de cosmética. “Yo creo que mi mamá me odiaba, porque me imagino que invertía en sus cremas y yo se las tomaba y las mezclaba con lo que se me ocurría”, recuerda entre risas. Ese juego infantil resultó ser determinante en su vida. Al elegir una carrera, optó por Farmacia, pues combinaba química –otra de sus pasiones– y cosmética.
Aunque sintió frustración al saber que no tendría su primer ramo de cosmética hasta el quinto año, aprovechó los conocimientos que fue adquiriendo para alimentar su pasión: crear productos nuevos. “Cada vez que me invitaban a un cumpleaños llegaba con una crema hecha por mí y después mis conocidas me la pedían”, cuenta. Su hit era la de pepino, una crema muy suave que hidrata muy bien la piel y que no deja una sensación grasa. Como no tenía permisos para venderla, se le ocurrió habilitar la sala de eventos de su edificio para hacer pequeños cursos en los enseñaba su fórmula. Sin planearlo, había plantado la primera semilla de lo que más tarde sería su gran proyecto: una consultora farmacéutica especializada en desarrollo cosmético.
En 2014 fundó su empresa Aqualab Spa y, desde entonces, ha liderado el desarrollo de cientos de productos cosméticos innovadores y regulado avances en el sector cosmético chileno. Su objetivo es profesionalizar la industria cosmética y regulatoria en el país. Para ello realiza asesorías para el desarrollo de formulaciones cosméticas aceptadas por el ISP, y también asesorías regulatorias para la importación de productos cosméticos. Entre sus clientes destacan Natural Organic, Nerea, Nálbiko, Katmandú, Coréana Chile y Tessa, entre otros.
Foco en lo natural
Buscando productos más naturales pero igualmente efectivos que los dermocosméticos, Clara decidió especializarse en cosmética natural profesional. “Hacer una formulación sintética es muy fácil. Estructuralmente es simple y probablemente funcionará. Pero hacer un producto natural que no genere grasitud, que tu piel agradezca, que la hidrate y nutra, no es tan sencillo”, explica.
¿Y por qué no optar por lo sintético, si es más simple y también da buenos resultados?
Los resultados no son iguales. Por ejemplo, una materia prima sintética muy usada en cremas por su bajo costo es la vaselina o parafina. Al aplicarla en la piel, se siente bien porque funciona de enlace, conecta bien la estructura de los productos. Pero al mismo tiempo crea una especie de plástico que tapa los poros y puede generar acné. En cambio, un aceite vegetal permite que la piel reconozca los enlaces de los ácidos grasos, reparando las estructuras del manto hidrolipídico y evitando la pérdida de agua. Consigues que las células estén realmente hidratadas. Lo que pasa es que usar un aceite y lograr que la crema no se sienta aceitosa es un desafío. Por eso lo otro es más sencillo.
¿Quieres decir que la cosmética natural es más efectiva?
Depende de cómo la formulas. No es llegar y aplicar aceite de jojoba si tu piel necesita activos para que el aceite penetre. Si no, es como encerar un auto: el aceite queda en la superficie. Tienes que diseñar una estructura que permita que el producto ingrese a las células, nutriendo y reparando los tejidos. Y para eso se necesita unir la naturaleza con la ciencia.
¿Y para problemas médicos, como el acné?
Eso es distinto. Un dermatólogo puede recetar un antibiótico, pero nosotros no hacemos fármacos. En ese ejemplo del acné, lo que hacemos con la cosmética es crear productos seborreguladores que ayudan a controlar el exceso de grasa. Pero ni la cosmética natural ni la que usa productos sintéticos puede sanar una afección. Eso lo hacen los dermatólogos.
Profesionalizar la industria
En Chile, hacer cosmética natural tiene dos rutas, explica Clara: la artesanal, para uso personal o venta en ferias, y la profesional, desarrollada en laboratorios con acceso a materias primas premium. “Es distinto hacer un producto en tu casa con la minipimer que en un laboratorio donde hay rotores y homogenizadores que permiten mejorar la estructura de esos productos”, señala.
Los productos hechos en laboratorios pasan por fiscalizaciones del ISP, que verifica que cumplan con lo que prometen mediante la revisión de su composición química, estudios de estabilidad y eficacia, así como inspecciones en las instalaciones de fabricación. Por ejemplo, si en el envase pones que es una crema despigmentante, no basta con agregar rosa mosqueta; el ISP exige activos con eficacia clínicamente comprobada.
Y a eso es lo que apunta Clara. “Desde que partí con la cosmética, mi afán ha sido impulsar una industria profesional a gran escala, como ocurre en México o Brasil. Tenemos tantas materias primas que aún no han sido investigadas. De las chilenas endémicas, solo unas pocas están autorizadas –rosa mosqueta, aceite de avellana, matico, murta, quillay y cochayuyo–, aunque existen muchas otras con gran potencial”.
¿Se prefiere la importación?
Muchas marcas han optado por importar productos del extranjero debido a la rapidez que ofrecen. Estos productos ya cuentan con estudios de estabilidad, controles de calidad y un envase finalizado, por lo que solo es necesario presentar la información del fabricante. En contraste, desarrollar un producto desde cero implica dedicar tiempo a diseñar la estructura, realizar pruebas con los clientes, registrar el producto y llevar a cabo los controles de calidad, que suelen tomar alrededor de catorce semanas. En total, el proceso puede extenderse entre seis y ocho meses.
¿Nos falta innovación?
Hacer algo distinto aquí es un reto, es una cuestión cultural. Siempre escucho frases como: “Es mucho trabajo”, “Clarita, ¿para qué te complicas?”, “¿Por qué no haces algo más simple?”. Eso me carga. Siento que necesitamos abrirnos un poco más, porque si lo hacemos, podremos empezar a crear cosas importantes. Si no, seguiremos conformándonos con lo fácil.
Su primera línea: Abracadabra
En 2023, Clara lanzó su primera línea de skincare, Abracadabra, enfocada en el cuidado natural y sostenible de la piel. Esta marca pionera en Chile utiliza un 75% menos agua que otros productos del mercado, convirtiéndose en la primera línea “waterless” del país.
¿Por qué usaste algas como activo principal?
Son ricas en vitaminas, minerales y antioxidantes, y tienen una potente capacidad para hidratar, tonificar y regenerar la piel. Por ser microorganismos marinos, tienen una gran capacidad para resistir las alteraciones acuáticas como contaminación, cambios de presión y temperatura. Esa resistencia también se refleja en los productos: mantienen la célula hidratada porque retienen el agua. Y como reducen el uso de agua, hace que los productos sean más concentrados, que no estén tan diluidos.
¿Cómo es eso de la reducción de agua?
En la cosmética tradicional, el agua es el ingrediente más utilizado en la mayoría de los productos. Por ejemplo, al hacer aceite esencial de lavanda, para obtener 5 ml de aceite esencial, se usa una gran cantidad de agua durante el proceso de destilación, y esa agua generalmente se pierde, no se reutiliza. Nosotros, en cambio, utilizamos materias primas que reemplazan el agua, como las algas o el hidrolato de kiwi. No es un reemplazo sencillo, ya que se deben cumplir ciertas condiciones: por ejemplo, no se puede aplicar demasiada temperatura porque el hidrolato se desnaturaliza. Crear estos productos puede resultar un poco más caro que usar agua, pero para mí, aunque el uso de agua es más barato hoy en día, a largo plazo nos costará más.
¿Qué productos incluye la línea?
Son cinco: un limpiador desmaquillante, un sérum facial antiedad, una crema facial antiedad, un sérum iluminador y una crema facial despigmentante. Cada producto tiene una función específica. Por ejemplo, si tienes piel mixta, recomiendo el limpiador, el sérum iluminador y la crema despigmentante. Si tienes piel seca, agrega el sérum antiedad. Cada producto tiene una potencialidad y no necesariamente tienes que usarlos todos.
¿Y tu famosa crema de pepino?
Sigue presente, es la crema número tres. Lo único que hice fue profesionalizarla y potenciarla.
Comenta
Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.