Un 16,2% de los nacimientos en Chile en 2019 fueron de madre extranjera. Una cifra que sigue en aumento, si consideramos que sólo un año antes el número de nacimientos de madre extranjera llegaba a 14% (INE 2018).
Esta creciente interculturalidad es parte del escenario de la maternidad en Chile desde hace ya algunos años, pero no podemos perder de vista que muchas de estas madres se encuentran en una situación precaria, con toda la dificultad que implica para un extranjero insertarse social y económicamente en un nuevo país.
De acuerdo a las Estadísticas Vitales 2019 (INE 2021), hablamos de 34.056 niños y niñas chilenos, mayoritariamente hijos de madres haitianas (21,6%) y venezolanas (17,1%), que se concentran prioritariamente en el norte.
A los mismos desafíos de la maternidad se suman también los de la adaptación al país que las recibe. De ahí la necesidad de revisar cómo se comporta un sistema de apoyo al cuidado ya sobreexigido, particularmente en aquellas regiones con más concentración.
Debemos poner atención al incalculable impacto que tiene la protección a la maternidad en el desarrollo de la mujer y del niño/a. El recorrido hacia ese bienestar integral de la madre -y por ende el de su hijo- debe incorporar de parte de las autoridades una mirada amplia, descentralizada, flexible y convocante de diversos sectores, traducida en políticas públicas acorde a sus necesidades.
De parte de todos nosotros, exige también humanidad y un verdadero compromiso con la protección a la maternidad y la infancia.
Los derechos del niño, expresados en la Convención de 1989 y ratificados por nuestro país, son base fundamental en nuestra forma de concebir el lugar que tienen ellos en nuestra comunidad como sujetos de derecho, donde no caben diferencias ni discriminación y, si bien, tenemos grandes deudas aún con la niñez en Chile, somos, al menos, conscientes de ellas.
De lo que tenemos que estar conscientes también es que para resguardar a los niños y niñas sus derechos, es imperativo contemplar a sus padres y en especial a la madre como sujeto de derecho. En su acogida, oportunidades y trato justo se juega en gran parte el futuro de sus hijos.
Nos consta cómo aún en los inmensos desafíos de la migración y la maternidad, cuando se ofrece acompañamiento oportuno y apoyo adecuado, las mamás extranjeras logran integrarse al país y hacerse miembro activo y vinculado de nuestra sociedad, confiándonos a lo más querido y preciado para ellas, sus hijos.