El 30 de enero marcó un hito significativo para Jacqueline Deutsch, psicóloga clínica de niños, niñas y adolescentes y cofundadora de la organización Yo Quiero Estar, que aboga por un cambio a favor de quienes ejercen labores de cuidado.

Ese día, los esfuerzos de esta asociación ciudadana, que surgió en plena pandemia, se vieron materializados con la entrada en vigor de la Ley de Conciliación de la Vida Personal, Familiar y Laboral que, entre otras cosas, obliga a los empleadores privados a ofrecer teletrabajo a quienes cuidan a menores de 14 años, a personas con discapacidad y con dependencia severa o moderada, siempre que sus funciones lo permitan.

Un paso importante hacia la regulación más equitativa de un sistema de cuidados que recae en su mayoría en las mujeres pero que, según Deutsch, debe venir acompañado de un cambio más profundo a nivel social y cultural.

“Necesitamos entender por qué es necesaria la presencia de estos cuidadores, de estas figuras significativas, para quienes son cuidados. Y también necesitamos incorporar el concepto de corresponsabilidad social: la sociedad tiene que darse cuenta de que los niños son el futuro”, dice Deutsch, quien también enfatiza en que esta tarea no puede recaer solamente en los hombros de las mujeres.

- Esta iniciativa surgió en la pandemia, ¿qué notaste como psicóloga durante este período?

La pandemia nos mostró que el teletrabajo era posible, que existía la infraestructura y todo lo necesario, pero no lo teníamos incorporado como un modelo. Muchos padres, madres y cuidadores se dieron cuenta de que podían estar presentes en la vida de sus hijos e hijas y que eso tenía un impacto en su calidad de vida, en sus vínculos y en la dinámica familiar.

Pasaron varias cosas interesantes. En Chile las labores de cuidado las ejercen en un 80% las mujeres, y muchos padres se dieron cuenta del poco tiempo que pasaban con sus hijos. Tuvieron la oportunidad de conocerlos, de detectar sus intereses, de descubrir aspectos de ellos que desconocían. Los niños y niñas tuvieron la oportunidad de conocer el trabajo de sus padres y madres de cerca.

También estas familias pudieron comparar cómo fue la crianza de los hijos que nacieron fuera de este sistema, es decir, antes de la pandemia. Cuando la pandemia ya estaba terminando, muchos padres y madres se dieron cuenta de que no querían renunciar a ver crecer a sus hijos, pero los horarios no están creados para las necesidades de la infancia.

- Hay muchos trabajos que no son compatibles con el teletrabajo…

Existe un universo bien grande de trabajadores que quedan fuera de esta ley porque sus funciones simplemente no son compatibles con las jornadas a distancia. Y para las mujeres es bien complejo, porque el sistema laboral no está pensado para la maternidad. Independientemente de si las labores son compatibles o no con el trabajo remoto, sigue siendo muy difícil ser madre hoy: tenemos una de las tasas de natalidad más bajas en la historia.

Para que exista una conciencia de la crianza y se visibilicen las distintas necesidades, la corresponsabilidad social juega un rol súper importante. Es un tema que debe solucionarse en conjunto para que esa persona que no pueda dejar de trabajar presencialmente, no deba depender de un tercero para el cuidado de sus hijos. La sociedad tiene que darse cuenta que los niños son el futuro. Todavía hay mucho por hacer, porque la ley excluye a los trabajadores del sistema público y eso es una discriminación hacia la familia solo por el lugar donde trabajan.

- Entonces no basta con abordar el problema solo desde la unidad familiar…

Asociamos la corresponsabilidad al reparto de las tareas dentro de la casa, en la familia, pero la corresponsabilidad social es la articulación de los diferentes actores de la sociedad, las empresas, el Estado y las políticas públicas para lograr una crianza más consciente. Un niño no nace solamente en una familia, sino que está dentro de una sociedad. Es un concepto que hay que introducir en el ADN de la sociedad: tenemos que entender que la crianza no puede recaer solamente en las mujeres. Y que el beneficio para quienes son cuidados es muy grande porque se ve reflejado directamente en su salud mental.

- Muchas mujeres sintieron que su carga mental aumentó significativamente durante la pandemia, ¿cómo lograr que se tome más conciencia en el reparto de labores?

Durante la pandemia trabajé mucho con niños, adolescentes y también con sus padres y madres. Me tocó mucho ver este descubrimiento de los padres de cosas tan cotidianas como ‘yo no tenía idea que mi hijo comía pan con mantequilla’. Es algo que a uno le parece una obviedad, pero si en la mañana ves a tu hijo cuando se va al colegio y cuando vuelves en la tarde ya no está, te pierdes toda su vida.

Entonces, muchos hombres se dieron cuenta de la tremenda carga que tenían las mujeres. Y muchas mujeres se dieron cuenta que podían compartir los cuidados. Vivir, trabajar y educar todo en el mismo lugar fue una situación demasiado compleja y exigente. Por otro lado, esta ley no es una obligación, el empleador te la tiene que ofrecer y puedes tomarla o no. Es muy legítimo que las mujeres prefieran trabajar de forma híbrida o en la oficina, donde se sientan cómodas y tranquilas. Pero hay que recordar que esta ley no es solo para las mujeres, sino también para los hombres.

Jacqueline Deutsch, psicóloga clínica de niños, niñas y adolescentes: “El sistema es adverso a los cuidados y especialmente a la maternidad”

Es una tremenda herramienta para los cuidados. La pareja puede negociar jornadas híbridas para repartirse los días de la semana y así compartir entre los dos el cuidado. Tenemos muchos hombres en la organización que están pidiendo este beneficio y que están averiguando cómo funciona porque no quieren perder lo que ganaron en la pandemia.

La idea de esto es tener la posibilidad de organizar tu vida y de tener opciones. Muchas mujeres trabajan prácticamente para poder pagarle a una persona que cuide de su hijo, entonces en ese escenario muchas deciden quedarse en la casa. Cuando muchas mujeres renuncian a sus trabajos, no solo se ven afectadas en lo económico, sino que se pierde mucho talento.

- ¿Existe todavía un tema cultural de fondo que impacte en esa propósito?

Los cuidados están depositados en las mujeres y es un tema netamente cultural que está muy arraigado. Porque la ciencia hoy nos ha demostrado que el padre puede construir un sistema de apego tan significativo como el de la madre. Eso sucede porque las personas no entienden muy bien cómo se construye el apego: no es lo que yo le entrego a mi hijo, sino que el apego se construye desde lo que el niño necesita.

Hay distintos tipos de hogares, como los monoparentales, y está perfecto. Pero cuando el padre existe, tiene mucho que aportar. Desafortunadamente, muchas empresas y la sociedad en general tienen una visión retrógrada de los cuidados. Los hombres están equipados biológicamente para ejercer este rol, pero culturalmente no es visto así.

-¿Crees que aún persiste la idea de que la presencialidad es más productiva?

Es un gran mito de la presencialidad. Si te veo, estás trabajando porque lo sé, pero si no te veo, no tengo idea. Pero creo que la pandemia fue una tremenda experiencia. Fue terrible en términos de costos económicos, de salud, pero nos estregó la posibilidad de pasar más tiempo con nuestra familia y valorar lo que eso significa. Es importante entender que el empleador tiene que ofrecerte este beneficio y que también tiene derecho a retracto si le parece que no se están cumpliendo bien las funciones.

La presencialidad no considera todos los tiempos de traslado, pero hay personas que se demoran dos horas en llegar a sus trabajos. Poder tener un tiempo extra para mirarle la cara a tu hijo o hija es fundamental, te das cuenta inmediatamente si le pasa algo. Otras personas quieren ese tiempo para hacer deporte. Esta inmediatez en la que vivimos, donde todo es rápido, nos tiene frustrados y para que un niño se regule necesita un adulto regulado. Un adulto regulado es una persona que en algún momento tiene tiempo para sí mismo.

-¿Por qué decidiste involucrarte con este tema?

Siempre me dediqué a la clínica, pero me involucré en esto porque, como trabajo con niños y adolescentes, veo el dolor que muchos de ellos llevan, sobre todo en la adolescencia. La crisis en salud mental es tan severa y es tanta la cantidad de medicamentos que se están recetando, que en algún momento tuvimos que detenernos a pensar, qué se puede hacer. Creo que hay que visibilizar el dolor de la infancia, de la adolescencia y la necesidad de tener a un cuidador con quien puedan establecer y mantener vínculos de apegos significativos.

-¿Crees que las redes sociales juegan un rol en esto?

Claro, porque si yo tengo un hijo adolescente de 14 años que se queda solo y le paso un celular para que esté comunicado, al irme a trabajar sabré que si pasa cualquier cosa podremos hablar, es un excelente medio de comunicación. Pero, de la misma forma, no tendré idea de lo que está consumiendo el resto del día.

-¿Buscarán expandir este beneficio a otras personas que no tienen labores de cuidado?

Tenemos varias ideas. En ese sentido somos bastante inquietas y siempre estamos buscando distintas cosas. Yo creo que en la medida que podamos instalar el concepto de corresponsabilidad social, de una crianza consciente y de los efectos en la salud mental, vamos a poder ir informando acerca de las otras aristas. Por ahora, aún necesitamos visibilizar en qué consiste la ley, cómo se tramita y cuáles son tus derechos. Hay que lograr bajar las resistencias porque estos son cambios culturales profundos.