Paula 1131. Sábado 28 de septiembre 2013.
¿Qué es lo peor de ser un conductor de noticias?
Lo peor es el formato robótico, detrás de un mesón y con la lengua un poquito amarrada para decir algunas cosas que uno piensa. Eso tiene que ver también con la geometría del periodismo nacional. Y, como soy un tipo opinante, a veces sufro cuando hay que callarse.
Un tiempo atrás estabas coqueteando con la farándula. ¿Abandonaste esa posibilidad en tu vida ahora que eres conductor de noticias?
Nooo, ¡soy un farandulero de tomo y lomo! La farándula es parte de un circo que toda sociedad necesita y no la voy a satanizar. Y, bueno, también formo parte del equipo de Buenos días a todos y, cuando me toca el Festival de Viña, lo disfruto absolutamente.
¿A qué personaje de la farándula nacional sigues? ¿A Pamela Díaz, o la Raquel Argandoña?
A la Raquel la conozco mucho a nivel personal y la encuentro el descueve. A la Luli la encuentro simpática y encuentro que caminar con ese color de pelo por la vida es una apuesta: hay que tener harta personalidad.
¿Y cuántas veces has estado tentado en transformarte oficialmente en un opinólogo de la farándula?
Pocas veces, la verdad. Hoy tengo un tremendo cariño por la lectura de noticias, por las entrevistas, por la entrega informativa un poco más cálida y cercana y esa es la tecla que me gusta apretar porque creo, además, que es necesario: Chile necesita periodistas ciudadanos, periodistas cercanos y en eso es donde quiero aportar.
Vamos a los temas sicológicos: ¿cuántas veces en tu vida has recurrido al sicólogo o al siquiatra para lograr mayor equilibrio?
Toda mi vida. Soy un eterno enamorado de los sicólogos y de los misterios de la mente humana.
Hace poco murió su perro regalón. "Estuvimos 13 años juntos, lo vi envejecer. Tenía su hocico blanco y me pedía comida a cada rato; mi nana descubrió que era porque se le olvidaba que había comido".
¿Cuál ha sido la terapia más crazy que te has hecho?
Lo más loco fue un día decir: 'me voy de aquí', comprar un ticket, irme lejos, sin hotel, sin gente conocida, con poca plata en el bolsillo. Esa fue una terapia de shock.
Y en cuanto a terapias, ¿con cuál te quedas?
He probado terapias conductuales, sicoanalíticas, he usado antidepresivos, he usado inductores del sueño, pero aún no termino de domar mi emoción. Es una cosa espantosa, como Gánesela al toro: cuando creo que todo está superado, ¡pum! llega algo y me juega una mala pasada. Pero, finalmente, el gran enemigo mío he sido yo mismo, me he boicoteado en muchas oportunidades. A veces me saco la cresta.
¿Cuándo fue tu última sacada de cresta?
Con esos amores un poquito tórridos y pasionales que terminan con uno en el suelo. Pero creo que voy madurando y haciéndome consciente de los lugares oscuros de la propia mente. Ahora sé cuándo estoy en zona de peligro y he aprendido a salir a tiempo.
¿Estás enamorado ahora?
Sí, estoy enamorado, estoy contento. Compartiendo casa, aunque es complicado el tema de la convivencia. Es difícil.
¿Por qué?
Porque uno viene con conductas súper enquistadas, pero en esta aventura uno está invitado a desprenderse de los egoísmos y cachar que la pasta de dientes no se saca como uno creía, como la mamá te enseñó. Pero ese proceso de apertura emocional e intelectual hacia el otro, que tiene otra historia, es muy enriquecedor. Vale la pena.
Y tu pareja, aparte de soportarte a ti, tiene que soportar a tus perros.
Cualquier persona que entre a mi casa tiene que bancarse a los perros. Ahora tengo cuatro en mi departamento.
¡Mentira!
Los adoro porque yo creo que los animales; y mira lo que te voy a decir: "uno, a medida que más conoce a los animales se hace más humano". Los animales tienen mucha humanidad, tienen muchas expresiones, incluso, quizás, más humanas que los propios humanos. A través de los perros he podido conocer no solamente de razas, de conductas, sino que me ha abierto a otros animales, a conocer distintas formas de vivir, ha implicado para mí estar en una parada más natural.
Y en lo práctico, ¿cómo se vive en un departamento con cuatro perros?
Con disciplina. Llegaron todos a mí súper cachorritos y siempre traté de informarme: los perros no son juguetes. Por eso leí mucho y me informé de qué raza estaba acorde a mi estilo de vida, qué tipo de cuidados necesitan, y ellos tienen que ir aprendiendo también cuál es mi vida y adaptarnos. Ahí estoy con mis tres schnauzer y un coker.
Hace poco murió tu perro regalón.
Sí, fue ver todo el proceso de envejecer, estuvimos juntos 13 años, imagínate. Él ya tenía su hocico blanco, se le iba la onda, me pedía comida a cada rato y mi nana descubrió que era porque se le olvidaba que había comido.
¿Y tus perros son onda fashion? ¿Les compras ropa?
No, soy súper enemigo de humanizar a los animales. Los perros tienen su pelaje, su piel. Por mí que ni siquiera usaran collar. Eso de ponerles pinches, lo encuentro un poquito grotesco, no me gusta.
¿En qué medida los perros pasan a ser un poco tus hijos?
Yo creo que el amor por los animales es el amor por la naturaleza, por el medio ambiente, pero no creo que los perros sean hijos, es algo completamente distinto. La paternidad es otro tema para mí, que tiene que ver con otra cosa, con proyección, con familia, pero sin duda es un proyecto superior a tener a mis cuatro perros y cuidar de ellos.