Journaling en cuarentena: vuelven los diarios de vida

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Marie Curie, Anna Frank, Frida Kahlo, Emma Watson y Courtney Love son mujeres que, aparentemente, parecieran no tener nada en común. Salvo que todas han registrado sus experiencias en un diario de vida. De hecho, mucho de lo que sabemos sobre algunas es precisamente gracias a esos registros que ellas mismas elaboraron de su quehacer diario, y gracias a ellos es que podemos revivir sus historias.

Pero a pesar de que los beneficios de mantener un diario de vida o journal son muchos –según un estudio de la Facultad de Medicina de la Universidad de Rochester tener un diario de vida puede ayudar a disminuir la ansiedad y el estrés e incluso disminuir síntomas de la depresión– pareciera ser que el hábito de escribir nuestras reflexiones y describir nuestras rutinas se perdió en el tiempo cuando la vida adquirió un ritmo más rápido y ajetreado.

El estudio de la Universidad de Rochester concluye que los beneficios del journaling para la salud mental de las personas se producen porque esta práctica nos permite priorizar los problemas y preocupaciones. Además, es una instancia perfecta para analizar qué situaciones son detonantes de estrés o ansiedad para cada uno y nos ayuda a identificar patrones y prevenirlos en el futuro, y por último, el diario de vida es una oportunidad perfecta para darnos a nosotros mismos esas palabras positivas de aliento y reconocimiento sobre todo en momentos complejos, como, por ejemplo, en una pandemia.

Camila Chamorro, psicóloga clínica y magíster en perspectivas críticas contemporáneas de la Universidad Austral de Chile, explica que escribir es una herramienta que se utiliza en terapias psicológicas para ayudar a los pacientes. "Sin duda, escribir y registrar pensamientos, historias, y vivencias puede traer beneficios en el desarrollo personal, por ejemplo, aclarar ideas que podrían parecer difusas, repensar situaciones que causen conflicto, registrar para releer tiempo después y reflexionar al respecto", explica.

Y sobre todo puede ser beneficioso generar esa instancia de expresión para quienes tienen más dificultades cuando se trata de decir lo que sienten. "Puede ser una herramienta útil en estos tiempos complejos para quienes tienen afinidad con la escritura, e incluso para las personas que tienen alguna dificultad para expresar sentimientos y sensaciones de forma oral o que no tienen con quién hacerlo producto de la cuarentena".

Si bien son pocos los que, como Anna Frank, escriben a su querida amiga Kitty lo que sienten, temen y anhelan en un diario de vida, la mayoría de nosotros sí comparte esas reflexiones íntimas con millones de personas a través de internet en distintas redes sociales. Desde la aparición de MySpace, pasando por Fotolog y otros intentos más o menos exitosos de plataformas web y aplicaciones como SnapChat, Facebook, Instagram y ahora TikTok, todas las redes sociales tienen una base en la idea del registro diario de vivencias personales de los usuarios, muy similares a las que nuestros antepasados habrían escrito en sus diarios de vida.

"Para las personas tener algún registro de los sucesos que pueden ser significativos de la vida, es una constante a lo largo de la historia: fotografías, escritos, vídeos, cartas", explica Camila Chamorro. "Es una forma de permanecer en el tiempo, por personal que sea el registro. Puede que este no tenga alcances históricos, sin embargo, es una forma de inscribirse en su propia historia y existencia con las generaciones venideras. Esto, quizás, no es hecho de forma consciente con tales objetivos, y puede ser lo bonito de la convergencia entre lo individual y la necesidad personal de escribir o registrar recuerdos, y lo colectivo, con registros para el futuro".

Sin embargo, las redes sociales como versiones modernas y sofisticadas del diario de vida no necesariamente son mejores alternativas. No es lo mismo un diario de vida digital y público que uno físico y privado. "Muchas veces eso que se publica no es concordante con lo más profundo y privado de un sujeto, ya que se ve atravesado por las miradas, críticas, opiniones y juicios de varios otros, que pueden no ser los más positivos", explica la psicóloga.

"No es raro –y los llamados influencers parecen ser expertos en eso– que en las redes sociales se escriba pensando en un público objetivo, un target específico, para evitar las críticas". Es precisamente por eso que la especialista aclara que no es lo mismo registrar, sea en papel o digital, de forma privada, o en el caso de las cartas, dirigido para alguien específico, que hacerlo en redes sociales. "Puede sentirse bien recibir likes instantáneos por algo que se ha compartido, pero el beneficio se puede ver limitado", aclara. Por eso recomienda que si la escritura es algo que disfrutas, darte un tiempo breve para plasmar algunas reflexiones para uno, y no en redes sociales, podría ser un ejercicio mucho más provechoso.

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