Paula 1180, Especial Aniversario. Santiago 15 de agosto de 2015.
Un pueblo de invierno entre araucarias, gastronomía con Denominación de Origen y una rica tradición literaria esconde la IX Región de Chile, epicentro de la cultura mapuche.
Gastronomía:
El prosciutto de Capitán Pastene
En mayo, el prosciutto de Capitán Pastene –a 140 km de Temuco– recibió el certificado de Denominación de Origen, lo que significa que todos los jamones curados artesanalmente en esta zona y elaborados siguiendo la antigua tradición de los inmigrantes italianos, están reconocidos como un producto único en el mundo. Su particular sabor se debe a que las patas traseras del cerdo se ahúman antes de madurarlas lentamente, entre 12 y 30 meses. En Santiago se encuentra en Café Colmado (Merced 346). $ 5.800, 100 g. C.G.
Dormir y comer en Malalcahuello
Fotografía: Ximena Heinsen.
A los pies del centro de esquí Corralco, donde la nieve dura hasta fines de septiembre, Malalcahuello se ha convertido en un encantador pueblo de invierno con buenos datos para dormir y comer, como estos:
Ñamku Lodge: hace 10 años, Anette Bottinelli y su marido, chef, visitaron Malalcachuello, se encantaron con el lugar y se quedaron para abrir –hace tres años– Ñamku Lodge, que está practicamente escondido en una reserva de araucarias. Todo, hasta los muebles y adornos, ha sido fabricado por artesanos de la región y las actividades outdoors –que incluyen visitas a comunidades pehuenches– están a cargo de guías certificados de la zona. Para comer, acaban de inaugurar la Fuente Araucana con una carta de sándwiches de ingredientes locales como el piñón. Ruta 89, camino a Corralco, sector La Paloma. www.namkulodge.com V.R.
Casaesquina: en una refaccionada casa de madera de 1993, este restorán y bed and breakfast se ha hecho fama entre los esquiadores que bajan del volcán Lonquimay, por tener el mejor chocolate caliente para reponerse después de un día de esquí ($ 2.550). También tienen pizzas y 3 acogedoras habitaciones (desde $ 49.000 para dos personas). www.casaesquina.cl
Cosmética natural con miel de Curarrehue
En el sur abundan los emprendimientos de cosmética natural con miel, pero pocos alcanzan la calidad de las cremas, jabones y champús desarrollados por la técnica agrícola Marisol Coñuquir (42) bajo su marca Colmenares Trankürra. Partió hace 15 años en Curarrehue –a 40 km de Pucón–, con 5 colmenas y hoy tiene 120. En 2012 ganó una beca a Phoenix, Estados Unidos, gracias al programa Thunderbirds for good, impulsado por Hillary Clinton para capacitar a emprendedoras de zonas rurales con altos niveles de pobreza. Desde $1.000 más costos de envío. Pedidos al cel 9011 3619 o ventastrankurra@hotmail.com. M.R.
Música y teatro mapuche:
Colelo Sandoval
Nacido en la comunidad Witramalal, en Padre las Casas, Pablo "Colelo" Sandoval Hueche (33) acumula –desde que editó en 2000 Unas cuantas verdades– cuatro discos, además de una gira por Europa, presentaciones en comunidades mapuches de Argentina y conciertos junto a Manu Chao. Forma parte también de la colección Wine Disc, ediciones limitadas de vinos con un código QR en su etiqueta que permite bajar un compilado de su música. Sus canciones van de la trova al rock y sus letras, cosa curiosa, son en español: "Me interesa que el no mapuche entienda lo bella que es la ñuke mapu (madre tierra)". www.facebook.com/colelo V.V.
Teatro en Caburgua
La compañía Ñeque Teatral nació hace tres años, cuando cuatro profesionales de la región –que habían integrado compañías santiaguinas– sintieron la necesidad de rescatar el patrimonio ancestral de la cultura mapuche. Ensayan en una sala que está en medio de un bosque, en Caburgua, y su primer montaje Ningún pájaro canta por cantar –que narra la devastación del bosque nativo de la familia de Lorenzo Aillapán, el hombre pájaro mapuche, con música en vivo, marionetas y relatos– tuvo una exitosa temporada en la región y tambien en el GAM. Ahora trabajan en una obra sobre el origen del universo desde la visión científica y ancestral. www.ñeque.cl M.S.
Poesía local:
González Barnet, un poeta recomendado
"Un joven poeta, generoso, que propone mundos diversos en la búsqueda de una expresión propia", dice Gloria Dünkler –Spandau (Tácitas)–, una de las más reconocidas poetas de esta región, sobre otro poeta de La Araucanía: Ernesto González Barnert (39). Las cuidadas ediciones Overol acaban de publicar su libro Playlist, más de cien poemas ligados mediante canciones, desde Lucerito hasta Miles Davis. Este año, también presentó Trabajos de luz sobre el agua, de ediciones Ajiaco. M.F.
La Araucanía es tierra de poetas: Pablo Neruda, Gloria Dünker, Elicura Chihuailaf. Francisco Ortega, uno de los autores del momento, también es de la región.
Emblema regional
Ketro coyonca o gallina mapuche
Única en el mundo, la gallina araucana produce los famosos huevos azules, de yema grande y dorada. Criada por los mapuches desde antes de la conquista española, no tiene cola y las plumas le crecen desde los oídos, formando aretes. Se crían al aire libre, correteando, comiendo pasto y gusanos.
La ciudad del glorioso nombre
Por Francisco Ortega
Ilustración: Pablo Farías.
El periodista, guionista, y escritor –autor de Logia– cuenta cómo Victoria marcó su mirada.
Nací en Victoria (30 mil habitantes, localidad que marca el inicio del sur de Chile y que toma su nombre de la heroica campaña chilena durante la Guerra del Pacífico. Habrá que creerle a Wikipedia). Y viví en Victoria hasta los 17 años. Crecí, estudié y aprendí a vivir en sus calles, en las casas de los amigos, en las plazoletas y en las esquinas de la Escuela 2, primero, y del Colegio Santa Cruz, después. Crecí y dejé de creer en Dios en ese pueblo. Una historia personal. Cuando me vine a Santiago, en 1994, entré al taller literario de Antonio Skármeta y uno de los primeros cuentos que escribí era una historia ambientada en Nueva York. El relato era pésimo y a casi nadie le gustó, pero a todos les llamó la atención la descripción que había hecho de Nueva York, les parecía raro que nunca hubiese estado en Manhattan, que jamás hubiese salido de Chile y que llevara apenas dos meses viviendo fuera de un pueblo en medio de la nada. Demasiado cosmopolita para Victoria, decían. Y puede ser. Era mi manera de escapar de esa cárcel abierta que era el pueblo: viendo películas; hojeando atlas y mapas; leyendo revistas y libros; juntando postales y estampillas. Fue mi forma de sobrevivir a ese sur que no tenía nada del bonito sur de las postales, pero que era mi sur, el de las novelas de aventuras Zig-Zag y radio Copihue FM; donde no tener nada de lo que te interesaba te hacía construir precisamente ese todo que te interesaba. ¿Qué le debo a Victoria en lo que soy? El truco pues, la técnica para viajar a cualquier lugar del mundo (y del universo) sin moverme.