La brecha ideológica que divide a la Generación Z
En la generación nacida entre 1995 y principios de los 2000 se está dando un fenómeno único a nivel mundial: mientras las mujeres están cada vez más progresistas, los hombres cada vez más conservadores. Si bien en Chile todavía es incipiente, hay que tener los ojos puestos en estos cambios que podrían tener un impacto no solo político, sino también social y demográfico.
Un cambio que parecería inédito se está dando en la Generación Z -o centennials-, el grupo nacido entre 1995 y principios de los años 2000. Razones y aristas parecería haber muchas, pero lo que parece ser cierto a nivel global -según muestran numerosas encuestas-, es que la brecha ideológica entre hombres y mujeres se estaría acentuando: las mujeres estarían cada vez más progresistas, mientras los hombres jóvenes estarían cada vez más conservadores.
Una columna publicada recientemente por el Financial Times señala que el gran cambio de esta Generación Z respecto a las pasadas sería esa: la gran división que existe hoy en torno al género. Mientras históricamente las generaciones solían moverse como una sola en términos de preferencias políticas e ideología -sin diferencias de género en torno a la izquierda o derecha en cuanto comparten las mismas experiencias y el mismo contexto-, esta nueva generación se estaría caracterizando por ser muy progresista en algunas materias, y a la vez, sorpresivamente conservadora en otras. Y la división estaría justamente entre hombres y mujeres. Como señala el artículo, serían dos generaciones dentro de una.
La data corresponde a Estados Unidos, Alemania, Reino Unido, Corea del Sur y Tunisia, en África. Prácticamente todos los continentes, y en todos, la brecha es cada vez más evidente. Solo en Estados Unidos, una encuesta realizada por Gallup mostró que después de décadas en donde hombres y mujeres se repartían de forma equivalente entre el ala conservadora y liberal, actualmente las mujeres entre 18 y 30 años son 30% más liberales que los hombres de su generación. Y esa brecha demoró solo seis años en abrirse. En Alemania esta distancia también sería de 30%, mientras en el Reino Unido de 25%, lo que supone una transformación importante que impone nuevos desafíos.
Reacción masculina al poder femenino
“Diría que se parece a las revoluciones, donde toda acción siempre tiene una reacción”, dice Cristián Valdivieso, director de la encuestadora Criteria. En el último tiempo la mayoría de las sociedades han avanzado respecto de los derechos de las mujeres y en la paridad en ámbitos como el hogar, trabajo, lo público, entre otros. Cuando estos avances empezaron a producirse, fueron muy valorados por la sociedad en su conjunto, pero cuando estas demandas pasaron a ser hechos concretos, tocando las ventajas históricas o los beneficios que han tenido los hombres, empezaron a surgir reacciones, explica el analista. “Cuando hay una demanda por poder, hay una disputa por poder, y si alguien gana, el otro grupo pierde algo de ese poder, y algo de eso ha pasado con la reacción masculina en el mundo al ver que efectivamente sus condiciones ventajosas históricas han sido tocadas y hoy encuentran competencia”, señala. En otras palabras, esto podría tener que ver con una reacción masculina ante la emergencia del poder femenino, señala.
Cristián Rodríguez, psicólogo social de la escuela de psicología de la Universidad de Los Andes, dice que si bien la evidencia da cuenta de una relación compleja y de muchas aristas en torno a las diferencias ideológicas en términos de género, lo que queda claro es que el vínculo entre género y orientación política es dinámico y muy sensible a los cambios culturales. “Sin perjuicio de lo anterior, las cifras que muestra Gallup dan cuenta de una brecha más grande que lo que se ha documentado hasta ahora”, indica.
Los factores que influyen
En fenómenos como estos, son muchas las aristas que inciden. Movimientos como las revueltas de mujeres en la Primavera Árabe en 2011 y el #MeToo de 2017, podrían estar entre las causas, pero también hay otros. Uno de estos sería también el surgimiento de candidatos hipermasculinizados que pretenden hablar de supremacía masculina, como lo es Donald Trump, explica Valdivieso, quien dice que sin duda este puede haber sido también uno de los gatillantes. “Ante los abusos, ante la evidencia de las asimetrías, hay una suerte de rebeldía, y sobre todo cuando se ve que en la discusión pública vuelven a aparecer estos personajes”, dice. Todo esto va causando que las mujeres vayan mirando los fenómenos políticos y sociales desde una perspectiva ya no solo de quién los representa en términos de la persona, sino de qué símbolos o qué caminos ofrecen para avanzar en derechos, en simetría e igualdad entre las posiciones masculinas y femeninas, dice el director de Criteria.
Rodríguez se inclina por la misma línea y dice que hoy se puede ver que la Generación Z suele poner mucho más énfasis en la expresión de su individualidad como también en la formación de vínculos y grupos a través de redes sociales, en paralelo a la socialización familiar o comunitaria. “Esto puede hacer que la tendencia histórica se esté exacerbando. Y en particular el activismo digital, desde las revueltas del 2011 o el #MeToo el 2017, han forjado una generación que se siente empoderada para cambiar el mundo a través de su individualidad – en contraste al cambio basado en la acción colectiva comunitaria, el progreso del país o el apoyo a las instituciones”, explica el experto.
Valdivieso señala que si en las generaciones anteriores las experiencias eran más transversales -como por ejemplo, la generación de la guerra, la de las dictaduras, de la abundancia, entre otras-, hoy eso está más desdibujado por dos factores, principalmente. Primero, por la aldealización, donde ante la irrupción de la globalización y todo lo que implica, las personas vuelven más a lo local; y segundo, por las redes sociales y el internet, donde distintos grupos de una misma generación se exponen a distintos temas y dejan de tener esa suerte de experiencia colectiva común.
El caso de Chile
Rodríguez indica que la brecha de género en torno a la política, en donde las mujeres se alinean mayormente con la izquierda mientras los hombres lo hacen con la derecha, se observa principalmente en los países desarrollados o en aquellos que han pasado por procesos acelerados de desarrollo económico o cultural.
Explica que si bien en Chile cuando se aprobó el sufragio femenino se esperaba que votaran por partidos de derecha, hoy se suele ver un balance. Según muestran los datos de las últimas elecciones y plebiscitos, “aún no estamos en un punto en el que el voto Gen Z femenino sea mayormente de izquierda que el masculino”, dice.
No obstante, Cristián Valdivieso señala que en Chile ya está pasando, y ejemplo de ello fue la segunda vuelta entre Gabriel Boric y José Antonio Kast, donde se vio mucho voto de mujeres contra el candidato de ultra derecha por el miedo que se retrotrajeran avances de las mujeres. “Algo parecido pasó el 17 de diciembre ante la segunda votación del plebiscito constitucional, donde el En Contra que ganó fue mucho más marcado por el voto femenino. Todavía no sabemos si en el A Favor hay más hombres, pero sí se tiene claro que en el En Contra hay una mayor incidencia de mujeres, y en buena parte influido por la amenaza al aborto en tres causales”, explica.
¿Menos compromisos?
Más allá de los hechos, el fenómeno podría ser preocupante en cuanto a que esta divergencia ideológica entre hombres y mujeres jóvenes podría tener no solo implicancias políticas, sino también sociales y demográficas, dice Rodríguez, de la Universidad de Los Andes, quien advierte que no sería raro que en el mediano plazo veamos una baja en la tasa de matrimonios o incluso en las relaciones en general.
El experto indica que si bien ya se ha visto en la Generación Z una menor disposición a comprometerse, el hecho que se alineen ideología y género podría empeorarlo, porque ciertamente buscamos emparejarnos con quienes comparten nuestros valores. Como ejemplo pone a Tinder, donde es cada vez más común que las personas incluyan su visión política, o el caso de Brasil donde han surgido aplicaciones de citas explícitamente políticas, dado que sería un componente central de la personalidad.
¿Será una característica que marcará a esta generación de jóvenes? Se verá con el tiempo. Por ahora, expertos como Rodríguez dicen que ven estas diferencias como “una expresión de un momento histórico, fruto de una serie de tendencias económicas, sociales y políticas”, y si bien siempre será un tema relevante, en torno a la política seguirán primando otros ejes. Sin embargo, experiencias como la que se vio recién en Argentina, donde hubo un mayor apoyo de hombres al candidato Milei, podrían indicar que este fenómeno podría marcar esta generación.
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