La canción que me marcó: Dónde estás corazón, Shakira
“Desde que tengo hijos, andar en auto sola escuchando música -idealmente con los vidrios abajo-, es un momento que atesoro. No es que valore el silencio de ese momento, porque pongo la música a todo volumen, es más bien la idea de poder oír lo que yo quiero y dejar de lado por un rato las canciones infantiles, las galletas volando de un asiento a otro y los gritos. Y es que mis hijos están grandes y el auto ya no es ese maravilloso lugar capaz de dormir a la más desvelada de las guaguas.
En eso estaba hace un par de semanas cuando apareció en la radio Dónde estás corazón de Shakira, una canción que me acompañó durante muchos fines de semana cuando, con otras tres amigas, recién empezábamos a manejar y la poníamos a cada rato. En esa época no había iPod ni Spotify, así que el “repet” se convirtió en nuestra función preferida de la radio que majaderamente le pedía a un disco grabado por nosotras que la pusiera una y otra vez. Ese mismo disco tenía también otras canciones románticas como Luna de Ana Gabriel y Échame a mí la culpa de Albert Hammond.
Dónde estás corazón no solamente nos gustaba por su ritmo, nos gustaba también porque reflejaba de manera perfecta nustras noches de fin de semana en las que recorríamos todo Santiago buscando cada una al hombre que nos gustaba y que muy a pesar nuestro, no nos daba la hora. Así, íbamos de fiesta en fiesta buscando y cantando: dónde estás corazón, ayer te busqué. Dónde estás corazón, y no te encontré.
No sé si debiese confesar esto, pero era tal nuestra obsesión por llegar a ellos, que a esas alturas ya conocíamos la dirección de sus casas, de las casas de sus amigos e incluso la de las rivales. Así, poco a poco fuimos armando un recorrido -no siempre demasiado lógico- para llegar a nuestro “corazón”. Muchas veces no los encontrábamos y llegábamos frustradas a la casa, abatidas por nuestras pocas habilidades espías, pero cuando los encontrábamos nos sentíamos ganadoras. Nunca tocamos timbres ni nos dejamos ver, pero saber que los teníamos en el radar ya nos hacía sentir ganadoras de algo que ellos nunca siquiera sospecharon.
Cuando el otro día escuché en la radio esta canción me puse feliz y me reí. Me dio ternura nuestro panorama y me acordé de lo bien que lo pasábamos arriba de ese auto cantando y manejando sin demasiado rumbo. O más bien con demasiados rumbos. Y me impresioné de mi misma porque aunque han pasado ya casi veinte años de eso, me sorprendí al descubrir que aún me sé perfecto esa parte rápida y enredada que en su momento era muy difícil de aprenderse: Te busqué en el armario/En el abecedario/Debajo de el carro/En el negro, en el blanco/En los libros de historia/En las revistas y en la radio/Te busqué por las calles/En donde tu madre/En cuadros de Botero/En mi monedero/En dos mil religiones/Te busqué hasta en mis canciones”.
María tiene 39 años y es paisajista.
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