La canción que me marcó: Hay que venir al sur, de Raffaella Carrà

rafaella carra paula



Aunque para el inolvidable paso por el Festival de Viña de Raffaella Carrà en 1982 –que terminó siendo la postal definitiva de su impacto local– yo aún no nacía, tengo grabada la imagen de la cantante con un enterito blanco con brillos y espalda descubierta, como si hubiese estado ahí, sentada en primera fila. Esa vez entró a la quinta rodeada por bailarines vestidos de rosa, también brillante, cantando su clásico Hay que venir al sur, que luego todos nombramos “Para hacer bien el amor hay que venir al sur”. Una canción que se transformó en un infaltable en fiestas, matrimonios y en la kermés del colegio. Porque ¿quién no hizo alguna coreografía con esta canción en las alianzas o la bailó con entusiasmo en ese momento del matrimonio en que aparece el cotillón? Al menos yo –que crecí en los 80 y 90– lo hice más de una vez.

Es que, hay que decirlo, es una canción pegajosa, que invita a moverse. Así la vi durante mi adolescencia, y juventud. Jamás le presté atención a su letra –más allá del hecho de que decía “hacer el amor” que, a esa edad, me causaba vergüenza–. Pero todo esto cambió hace algunas semanas, cuando la cantante falleció a sus 78 años. Las redes sociales se comenzaron a llenar de homenajes, muchos de ellos dejaban a la Carrà como un ícono del feminismo y la transgresión. Los guardé todos para leerlos cuando tuviera tiempo y me dediqué un fin de semana completo a revisarlos. No creo que diga nada nuevo aquí, pero solo para ejemplificar, leí que fue la primera mujer en la década de los años 70, que tuvo la “osadía” –para esos tiempos– de mostrar su ombligo en la televisión pública italiana. Muchas mujeres sintieron que las reglas estaban cambiando y que era el momento de actuar. Y es que hoy no sería nada extraordinario ver esa parte del cuerpo de la mujer en los medios de comunicación, pero en un momento en el que la mujer llevaba la falda por debajo de la rodilla, significaba mucho.

Descubrí entonces que esa canción que me encantaba en mi juventud, era además de una mujer ícono del feminismo. ¡Qué mejor match! Estas semanas me encantó descubrir que era una mujer que no tenía problema para hablar de temáticas, hasta entonces, muy mal vistas en boca de una mujer. Libertad sexual, promiscuidad, homosexualidad. La cantante no perdía el tiempo en adornar sus canciones de sutilezas y buenas palabras. Pero sobre todo me encantó otra cosa que leí, una cita de la cantante: “No se trataba solo de mostrar mi cuerpo. Tenía que hacer entender que el cuerpo de una mujer siempre está unido a la cabeza. La sensualidad no está reñida con la inteligencia”. Algo que desde niñas nos inculcaron y que, al menos a mí, me hace sentir culpa cada vez que quiero verme sexy.

Por eso hoy siento que esta canción me marcó: Porque la bailé inocentemente cuando niña regalándome momentos de felicidad; y porque ahora de adulta, me viene a recordar que para enamorarse bien no solo hay que venir al sur, también hay que sentirse libre; hacerlo con quien quieras tú... y si se sufre no lo pienses más, buscate otro mejor y vuélvete a enamorar.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.