“No me acuerdo si estaba en primero o segundo medio. Quizás octavo básico. Claro, tiene que haber sido en octavo, porque en segundo medio ya habíamos terminado y habían pasado por lo menos un par de años desde que Esteban (lo llamaremos así para no reabrir heridas del pasado) y yo escuchábamos esa canción.

En esa época estaba de moda “quemar” CD’s. Él tenía un computador nuevo en su casa que lo hacía muy rápido y nos pasábamos horas “quemando”, él eligiendo canciones de los Red Hot Chilli Peppers y yo unos compilados de Britney y los Backstreet Boys (claro, debe haber sido en octavo ahora que lo pienso bien porque ahí estaban de moda). Pero uno de nuestros puntos de encuentro era pensar cuidadosamente en listas temáticas de canciones (nos rehusábamos a tener un Case Logic lleno de “varios 1″, “varios 2″, “varios 3″…). Así, compilamos nuestros propios discos de platino: Rock Argentino vol. I con Calamaro, Cerati, Fito y Fogateo, seguramente encabezado por alguna de Sui Generis y Chulerías chulerías, mi favorito.

El hit de Chulerías chulerías era Hoja en Blanco. Él cantaba las partes de Monchy y yo de Alexandra esperando la micro, caminando de vuelta del colegio, en el recreo. Siempre solos, porque en público le daba vergüenza. Porque era con actuación la cosa, yo cantaba desgarrada Es triste ver que un tren se aleja/Y en él se va lo mejor de tu vida/Dime el motivo de tu despedida/Por qué te fuiste dejando mil penas; él actuaba muy bien su papel de arrepentido entonando Que soñaré contigo siempre que cierre mis ojos/ Y entonaré por ti mis cantos tristes noche a noche. A veces si no había nadie mirando la bailábamos – Esteban era un gran bailarín cuando nadie miraba. En esa época era nuestra canción, años más tarde me doy cuenta que fue nuestra historia.

Esteban no se marchó en un tren de un pueblo, pero sí se fue de mi vida. Entró a la universidad y siguió su camino, rompiendo con todas aquellas ilusiones que de niños nos juramos. Como Alexandra, no supe qué sería de su vida ni si algún día regresaba. Así que yo también hice mi vida, conocí a Manuel (a él sí lo podemos llamar por su nombre) y fui feliz. Esteban trató de volver, me pidió amistad por Facebook años después. En su foto se veía bien, muy cambiado, pero bien. Me escribió por interno, quería juntarse conmigo y me hablaba de creer en el amor de nuevo después del amor que nos unió de chicos. Para mí fue como leer una hoja en blanco. Le contesté monosílabos, pero por dentro me moría de ganas de decirle Tú ya no puedes volar conmigo/Aunque mis sueños se irán contigo”.