La consolidación de Ch.ACO
Inserción en la cultura urbana, más y mejores galerías, un montaje digno y muchas actividades educativas caracterizaron la última versión de la Feria Ch.ACO que, definitivamente, se afirmó como el evento comercial de arte más importante de Chile y que promete muy buena proyección internacional.
La tercera versión de Ch.ACO, que se cerró el pasado 13 de septiembre, marca la consolidación de este ambicioso proyecto liderado por Irene Abujatum, Elodie Fulton y Soledad Saieh. Lo primero, es la acertadísima opción de realizarlo en la Estación Mapocho. Un espacio instalado en el corazón de la ciudad, que inserta la feria en la cultura urbana y la connota como un proyecto accesible y abierto al público masivo (las versiones anteriores se realizaron en espacios exclusivos de Vitacura, lo que ya restringía el acceso).
Pero, más allá de la ubicación, el espacio interior de la Estación dotó al montaje de una nobleza y holgura que ya se quisieran ferias internacionales como Art Basel o ArteBa. La imponente altura y dimensiones de este magnífico edificio, le dio consistencia y calidad al montaje. La feria se liberó de ese look de utilería que tienen los espacios construidos a punta de módulos y paneles. Esto permitió que las galerías pudieran desplegar obras con dignidad, saltándose la estética atiborrada del bazar, en las que uno ve tanto que al final no ve nada. El recorrido, también, resultaba llevadero.
La imponente dimensión de la Estación Mapocho le dio consistencia y calidad al montaje de Ch.ACO 2011. La feria se liberó de ese look de utilería y las galerías pudieron desplegar obras con dignidad, saltándose la estética atiborrada del bazar.
A pesar de que en el día de la inauguración –y también en los días posteriores– el recinto se repletó, se podía caminar tranquilamente. Además, la feria potenció mucho sus actividades educativas, generando una serie de instancias para los niños, fortaleciendo su programa de charlas y expandiéndose a otros espacios de la ciudad, donde también instaló obras.
En esta versión las galerías nacionales demostraron que están entendiendo lo que es arte contemporáneo. La selección de obras fue mucho más acertada (destaca el montaje de Patricia Ready e Isabel Aninat, que se la jugaron con obras más audaces). Atrás quedó Marlborough, con una selección demasiado conservadora para el carácter de la feria. Las galerías más nuevas –Loewenthal, D21 y Die Ecke, entre otras– potenciaron su presencia e hicieron entregas aportativas y de calidad. En esta versión también se incorporaron espacios internacionales importantes, como la galería Sicardi, de Estados Unidos, que trajo obras muy interesantes de la artista Liliana Porter. También, esta vez llegaron obras de artistas archiconsagrados, como Bacon y Damien Hirst. Sin embargo, la inclusión de estas estrellas aportó poco. Lo que se mostró de Hirst es una obra de formato pequeño, más bien decorativa y sin ninguna carga crítica. Obra menor, ciertamente, pero que contribuye a fortalecer el carácter internacional de la feria y a contrapesar la presencia hegemónica de artistas jóvenes.
Revólver
La peruana Galería Revólver se ha constituido como un polo de resistencia dentro del circuito del arte limeño que, en general, se desenvuelve entre galerías muy comerciales, donde escasea la experimentación y el riesgo. Revólver se permite trabajar con artistas marginales al mercado y realizar intervenciones provocativas. En Ch.ACO presentaron la obra de Giancarlo Scaglia, escultura de un guerrillero encapuchado orinando. La obra incorporaba un mecanismo complejo, que hacía salir permanentemente un chorro de agua (emulando la orina) que caía dentro de un balde.
Polémicos canarios
La última versión de Ch.ACO no estuvo exenta de polémica. En el día de la inauguración algunos visitantes exaltados (o extremadamente sensibles) las emprendieron contra la obra de Cristián Salineros, uno de los mejores escultores chilenos contemporáneos. En la línea que ha trabajado siempre, presentó una escultura de forma abstracta reticulada, como una especie de jaula curva dentro de la cual instaló canarios y pocillos con agua y alpiste. Felices estaban los pájaros en tan sofisticado hogar, cuando llegaron algunos visitantes y tiraron papeles adentro de la escultura, denunciando maltrato animal. El artista, desconcertado, intentó explicar lo obvio: que los canarios son pájaros de cautiverio y que, si los soltaba, morirían al poco tiempo. Además, argumentó, que si se comían los papeles, se intoxicarían al instante.
MotelMondrian
Motel Producciones fue uno de los proyectos culturales más destacables que se lanzó en Ch.ACO 2011. Impulsada por el artista y productor musical chileno residente en Nueva York, Iván Navarro; el artista y curador Camilo Yáñez; la actriz y productora Javiera Parada y el abogado y coleccionista Felipe Velasco, Motel es una productora que pretende dinamizar, desarrollar, producir e intercambiar proyectos de arte. En el hall de entrada de la feria instalaron una obra del filipino David Medalla, figura clave del arte cinético que se ha mantenido siempre vigente y energético. La obra pertenece a la serie Mondrian Fan Club y consiste en un rostro (que simula la del artista Piet Mondrian) dibujado y pintado con luces de neón rojo, blanco, amarillo y azul, colores característicos de la abstracción geométrica de Mondrian. Con esta obra, Medalla resume y comenta la historia del arte abstracto desde sus orígenes hasta la actualidad. Cada capa es encendida con un sistema secuencial, donde los colores y los trazos se van mezclando en una imagen fuerte, crítica y sensual a la vez.
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