La gran Idea

Poemas de amor, de la poeta uruguaya Idea Vilariño (1920-2009), acaba de ser editado en Chile por la UDP. No es solo un libro desgarrador que se lee como una estocada, sino un continuo de versos inolvidables obre los misterios de la pasión, escrito durante cincuenta años como forma de sobrevivencia.




Paula 1184. Sábado 10 de octubre de 2015.

Poemas de amor, de la poeta uruguaya Idea Vilariño (1920-2009), acaba de ser editado en Chile por la UDP. No es solo un libro desgarrador que se lee como una estocada, sino un continuo de versos inolvidables obre los misterios de la pasión, escrito durante cincuenta años como forma de sobrevivencia.

Cuando publicó la primera versión de Poemas de Amor, em 1957, Idea Vilariño lo dedicó escandalosamente a su amante, el escritor uruguayo Juan Carlos Onetti. Se habían conocido a comienzos de los años 50, cuando él ya estaba casado –luego se separó para casarse con otra, Dolly– y era un escritor célebre; ella era una poeta y ensayista joven, muy atractiva e independiente. Mantuvieron un amor demente, de perderse días encerrados y luego insultarse; tan literario como carnal, imaginado como destruido. El libro siguió creciendo y se publicó otras veces, ya sin la dedicatoria, pero marcaría el mito de estos amantes y se consideraría el más importante de la implacable poesía de Vilariño.

En el prólogo de esta magnífica nueva publicación (Ediciones UDP), la poeta y editora Milagros Abalo explica que son poemas signados por la negación del amor y su inevitable mortalidad, "es decir, por la hiperconciencia de la poeta de saber que todo terminará más temprano que tarde, si no ha terminado ya. En esta escéptica perspectiva, la felicidad, vienen a decir estos poemas de canto sobrio, es apenas un estado pasajero. Esa fugacidad, en cualquier caso, es justamente la que propicia la intensidad, que existe a su vez porque no está el amarre de los días, el 'para siempre' del amor, que es, según Vilariño, una honda mentira". Son poemas lacónicos, cadenciosos, precisos e imparables, como un río que persiste entre la tierra arrasada. "Ya no será / ya no / no viviremos juntos / no criaré a tu hijo / no coseré tu ropa / no te tendré de noche / no te besaré al irme / nunca sabrás quién fui / por qué me amaron otros. [...] / No me abrazarás nunca / como esa noche / nunca. / No volveré a tocarte. / No te veré morir".

"En esta escéptica perspectiva, la felicidad, vienen a decir estos poemas de canto sobrio, es apenas un estado pasajero", dice Milagros Abalo en el prólogo.

A Onetti, que murió en España en 1994, lo vio de vez en cuanto, con amor y recelo: "Fue el hombre más importante de mi vida [...]. Es el último de quien debí enamorarme, porque éramos imposibles de ligar. Nunca me entendió como persona. Todavía me pregunto por qué aguanté tanto, por qué volví tantas veces. Una noche me llamó desesperado para que fuera a verlo. Yo estaba con alguien que me amaba y lo dejé por ir a pasar una noche con él. Y recuerdo que lo único que hicimos fue ponernos de espalda, leyendo un libro él y yo otro. A la mañana siguiente, le agarré la cara y le dije: sos un burro Onetti, sos un perro, sos una bestia. Y me fui".

Idea, que tenía muchos amantes, escribe que ruega de rodillas por ese loco amor. Dice que su cuerpo la asedia mientras escribe. Estudia, rechaza premios oficiales, opina que su posible lema es preguntar para qué vivir (un magnífico retrato suyo consta en el libro Plano americano, de Leila Guerriero). Cuando murió, uno de sus amigos, el crítico Emir Monegal, dijo que ellos serían recordados como 'contemporáneos de Vilariño', la gran Idea.

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