La hermosa dualidad de la Posion Ivy

Poison Ivy 1997



En los años ’60, cuando Batman era una de las tiras de comics más populares del mundo, la única contraparte femenina que el misterioso hombre murciélago tenía era Cat Woman. Esto hasta que sus creadores hicieron aparecer a Poison Ivy, una delirante y preciosa villana, moralmente ambigua, que -con tal de defender las plantas- era capaz de usar sus poderes de seducción para poner en riesgo el futuro de la humanidad.

Cuando en 1997 se lanzó Batman y Robin de Joel Schumacher, para mi gusto una de las películas más extrañas y fascinantes que se estrenaron antes de que terminara el milenio, estaba en el colegio y me obsesioné con el personaje de Posion Ivy. Interpretada por Uma Thurman, a quien primero vemos como la doctora Pamela Isley, se trata de una botánica ambientalista que está empeñada en eliminar los residuos tóxicos de las empresas y salvar la selva amazónica. Pero que claro, luego sufre un radical giro hacia el mal.

Al igual que Cat Woman, la doctora Isley se ha olvidado de su aspecto físico con tal de defender sus intereses, lo que -hasta cierto punto- la hace invisible a los hombres. Y la sociedad de Batman castiga eso: la presentan como desarreglada y desajustada mentalmente. Pero sus intenciones son puras. Esta investigadora botánica que ha dedicado su vida a preservar especies en peligro de extinción de pronto ve amenazada su investigación por falta de fondos y pasa de ser una tímida científica a una deslumbrante femme fatal, que se define como un “brazo de la naturaleza, su espíritu y voluntad”.

Es que como la mayoría de los personajes en Batman- esta “villana” tiene una naturaleza doble. A medida que destroza el laboratorio donde trabajaba, vemos que además de las ganas de salvar los bosques, la mueve la rabia y el deseo de venganza. Y lo cierto es que su discurso, en el que identifica a los hombres como figuras opresoras y a los intereses corporativos como los culpables de la destrucción de la naturaleza, resulta acertado, pero cuando se mezcla con delirios de grandeza pierde credibilidad.

La Poison Ivy de esta versión es así: intrincada y dual, buena y mala, lúcida y demente. En una de las escenas más legendarias del Hollywood de finales de los ’90, Posion Ivy irrumple en una fiesta benéfica para el Jardín Botánico de Ciudad Gótica disfrazada de un enorme orangután y a medida que se va desvistiendo y su peludo disfraz queda reducido a un gran abrigo de piel, la villana aparece con su melena roja en un ajustadísimo traje verde. Al ritmo de una melodía egipcia -porque todo en esta película es absurdo- va avanzando entre musculosos modelos semidesnudos hasta llegar al escenario donde se dedica a destrozar la confianza de los héroes de la película: Batman y Robin.

Poison Ivy tiene feromonas en sus puños que hacen enloquecer a los hombres y veneno en sus labios, que hacen que sus besos sean mortales. Va siempre maquilladísima, con trajes escotados y es pura provocación. Engaña a los héroes y a los villanos, porque lo cierto es que en nombre de la naturaleza persigue sus propios intereses. Es ruda, ridícula y culpa a la sociedad del machismo y del desastre ecológico. Es una acérrima defensora de la Madre Naturaleza, pero tiene un solo problema. Cree que ella es la encarnación de la Madre Naturaleza.

A lo largo de la película nos enteramos de que tiene un ejército de plantas mutantes más letales que cualquier animal vivo y planea que sus “pequeñas guaguas” se apoderen del mundo. Junto a Mr. Freeze, un hombre con el poder de congelar lo que sea, pretender refundar la raza humana y convertirse en los Adanes y Evas de un planeta Tierra donde reinen las plantas y el mal. Para lograrlo, Poison Ivy seduce, engaña y asesina a una mujer.

En un inesperado giro feminista al final de la película, la Bati Chica -interpretada por Alicia Silverstone- detiene el plan de Posion Ivy no sin antes decirle: “¿Ocupando tus encantos para manipular a los hombres? ¿Cosificándote? Lee un libro, hermana, eso es parte del pasado. Las chicas como tú nos hacen una mala fama a las mujeres”. Y por supuesto que aunque la Bati Chica tiene razón, yo quería que ganara la “villana” y poder ver un mundo en que ella fuera reina, y todas las plantas sus súbditos.

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