La parábola de los talentos
Sin importar de donde venga, un alumno con buenas notas en el colegio siempre termina siendo un alumno de excelencia en la universidad. Bajo esa premisa, un grupo de profesores de la Usach creó un programa que selecciona a los mejores estudiantes de los liceos vulnerables y los nivela para entrar a la universidad. Se llama Propedéutico, una apuesta por el talento de los más pobres que está rindiendo frutos.
Paula 1109. Sábado 24 de noviembre 2012.
Oscurece. Valeria Lefio (22) camina con cuidado por Villa Los Mares, en Pudahuel Sur, llevando bien agarrados en su mano dos cuadernos universitarios y un libro. Los asaltantes de la villa no la tocan, pero la siguen con la mirada. La conocen desde niña, crecieron juntos. Pero hoy sus caminos parecen bifurcarse: mientras ellos patean piedras en una esquina, Valeria asiste a la universidad y está postulando a un subsidio habitacional. Con suerte, en unos años se cambiará a Maipú con su hijo de dos años; algo que desea mucho. Porque teme que si se queda en esta villa, su hijo termine imitando a los flaites y se transforme en uno de ellos.
Hace cinco años, en 2007, a Valeria se le presentó la oportunidad que la ha ayudado a torcer su destino. Estando en cuarto medio del complejo educacional Pedro Prado, de Pudahuel, escuchó una charla que un grupo de profesores de la Universidad de Santiago dio en su colegio. Ofrecían a los alumnos con mejores notas la posibilidad de ingresar a la universidad sin que la PSU contara. Valeria no les creyó. Ninguno en su familia jamás soñó con esa posibilidad: su madre cuida la casa y a su hermana con síndrome de Rett y su padre es carpintero. Hasta ese momento, ni un solo estudiante del Pedro Prado había ingresado a la universidad ni lo soñaba siquiera. Valeria tampoco.
Los académicos fueron insistentes. Hablaron de inclusión, estudio, de un futuro. De un nuevo programa llamado Propedéutico en la Universidad de Santiago que recibiría a 10% de los estudiantes con mejores notas de un conjunto de liceos prioritarios, definidos así por el Ministerio de Educación por su situación de vulnerabilidad social. Un sistema pensado para estudiantes que no tenían capacidad de endeudamiento ni podían pagar la universidad. Aseguraron que los que ingresaran al Propedéutico y fueran capaces de estar dentro del 5% con mejor rendimiento, podrían entrar a la universidad. Esa fue la fórmula de ingreso que los académicos plantearon aquel día.
Valeria dudó, pero escuchó atenta. Su promedio de notas de la enseñanza media era 6,7, el mejor de su curso y, también en una ocasión, el mejor de su colegio. ¿Por qué se esforzó tanto si estaba segura de que no entraría a la universidad? Porque le gusta estudiar. Y por sus padres, que se lo inculcaron. Al final de la charla Valeria se animó. Tomó una decisión: apuntarse en el Propedéutico.
El despertar
Francisco Javier Gil, doctor en Ciencias, y Máximo González, magíster en Matemáticas, junto a un grupo de profesores, son los creadores del Propedéutico-Usach, el primer proyecto de inclusión para la educación superior que ayuda a insertar a jóvenes talentosos de escasos recursos.
Coordinador de políticas de inclusión de la Usach y la Universidad Católica, Francisco Javier ha sido un férreo crítico del sistema de selección de ingreso a las universidades. "Solo 7% de los chilenos estudia en un colegio particular pagado. Sin embargo, ese pequeño porcentaje ocupa la mayor parte de la matrícula de las universidades pertenecientes al Consejo de Rectores (Cruch). En la Universidad Católica casi 70% de sus estudiantes viene de colegios privados; en la Universidad de Chile la proporción es 50 y 50 y, en la Usach, los porcentajes se invierten: 80% de sus estudiantes pertenecen a la educación municipal y subvencionada".
En 1991, cuando Francisco Javier era decano de la Facultad de Ciencias de la Usach y Máximo González, secretario de la facultad, ninguno tenía idea de los efectos que las diferencias de cuna causaban en la educación superior. Revisaron las notas de los estudiantes de Matemáticas de primer año y se espantaron. Cerca de 70% reprobaban sus asignaturas. Francisco Javier propuso al consejo de la universidad subir los puntajes de ingreso y la ponderación de la prueba específica de Matemáticas. Accedieron. Al año siguiente, los cupos no se llenaron.
No entendían qué habían hecho mal. Pidieron información, cruzaron datos, se dieron cuenta. Estudiantes de liceos municipales con promedios extraordinarios dentro de su realidad, en la prueba de selección para la universidad obtenían 160 puntos menos que los provenientes de colegios particulares pagados. En el caso de los liceos de sectores más pobres del país, la diferencia era mayor: 200 puntos. Se mantiene igual hasta hoy.
"Uno podía pensar que los estudiantes más ricos eran más inteligentes que los pobres, o que los cerebros brillantes están igualmente distribuidos entre ricos y pobres. Había que aceptar que algo en la educación y en la prueba de selección para la universidad estaba muy mal", recuerda Francisco Javier. En los días siguientes revisaron el comportamiento de los estudiantes dentro de la Usach y se encontraron con otra evidencia que cambiaría su forma de pensar: aquellos jóvenes con mejores notas en el colegio, prácticamente siempre terminaban siendo estudiantes de excelencia en la universidad, sin importar su condición social.
Pronto se dieron cuenta de por qué los estudiantes provenientes de colegios particulares pagados, incluso si eran estudiantes regulares y malos, superaban en la PSU a los estudiantes de excelencia de los colegios más pobres. "Las pruebas de selección para la universidad son adiestrables. Los preuniversitarios zanjan el tema. ¿Qué motivación puede tener un estudiante para tener mejores notas en el colegio si ellas valen 20%? Entonces, se centran en la PSU. El que tiene más plata puede pagar, el más pobre no puede", explica Máximo.
Comprobaron también que entonces la PAA no era un indicador fiable de las aptitudes para estudiar de un colegial. En cambio, las notas del colegio sí. Según los datos de la Usach, recabados entre 2006 y 2010, el promedio de notas de los estudiantes del primer quintil, o sea los más pobres, que en el colegio pertenecieron a 10% de mejores notas, fue de 4,38. El promedio de los estudiantes más ricos, que no estaban dentro de 10% de mejores estudiantes en su colegio, obtuvieron nota 4,23. La tendencia en la Universidad de Chile y la Universidad Católica, con diferencias marginales, se mantiene igual. Se encontraron también con que uno de los principales promotores de la segregación social es el propio Estado a través del Aporte Fiscal Indirecto (ver recuadro). Al ver el mapa en perspectiva, sintieron vergüenza por la ignorancia. La necesidad de enmendar el camino. Las ganas de hacer algo distinto.
A Francisco Javier se le sumó otro antecedente para intentar cambiar la realidad dura frente a sus ojos. En 1990 la universidad le solicitó hacerse cargo de la Comisión de Verdad de la Usach. Debía ver todos los casos de ejecutados y detenidos desaparecidos de esa casa de estudios durante la dictadura. Entrevistó a cada una de las 62 familias de las víctimas. Sintió una angustia enorme. Lloró mucho. No encontró respuestas. Sintió que el poncho le quedaba grande. Se acercó a Dios, como una forma de albergue, de dar respuesta al horror. Ahora es diácono.
Durante todo ese proceso siguió como docente en la Usach. Pasados unos meses de emitir el informe final llegó a una conclusión: "Yo no les puedo devolver la vida a los 62 estudiantes que mataron acá, aunque no hay día que no me acuerde de ellos. Pero sí puedo hacer mucho para que otros no pierdan su proyecto de vida. No es tan distinto quitarle la vida a un joven que su proyecto de vida. Cuando lo haces de cierta forma le das un balazo en la cabeza".
Aporte Fiscal Indirecto
Fue creado en 1982 para hacer competir a las universidades. Cerca de 20 mil millones de pesos que el fisco les entrega por cada uno de los 27 mil quinientos estudiantes que obtengan los mejores puntajes en la PSU. No considera las notas del colegio. El AFI es el motivo detrás para que las universidades les den tan baja ponderación a las notas del colegio. Compiten por tener a los mejores en la PSU. La Universidad de Chile es la que más se beneficia. En segundo lugar, la Católica.
Nivelar las diferencias
A través de la Facultad de Ciencias de la Usach, nació el primer programa para nivelar las diferencias de cuna. En 1992 crearon la bonificación a 15% de los mejores estudiantes en el colegio. Los que postularan a la Usach en primer lugar, se les sumaría 5% en su puntaje ponderado total. Funcionó hasta 2004 y benefició a 15 mil 191 jóvenes. 90 % provino de liceos municipales y subvencionados con financiamiento compartido.
Ese año el Consejo de Rectores, les prohibió seguir con esta modalidad. El argumento fue que a través de este sistema, se atrasaba el cálculo de los resultados de la PSU para todo el resto de los estudiantes del país. Máximo no lo creyó: "Existe una gran ignorancia. Y un temor. El fundamental es que la universidad se les llene de rotos. Esto vino en un principio de los propios rectores de las universidades principales de Chile. No saben cómo reaccionar, entonces rechazan".
¿Por qué tan cansado?, le preguntó al profesor a Ricardo Salazar cuando era alumno del Propedéutico. El muchacho respondió que se levantaba a las seis de la mañana para cargar un carretón y armar a toda velocidad el puesto en la feria de Pudahuel. Después se iba caminando hasta la universidad para llegar a clases a las 8:30. Por eso estaba cansado. El profesor se metió la ano al bolsillo y le dio dinero para varios pasajes e micro.
En ese momento, y con la asesoría de la Fundación Equitas, nació la idea de un sistema de selección universitaria y preparación para chicos de colegios pobres con rendimiento excelente. Francisco Javier, Máximo y un puñado de profesores, convencidos de la necesidad de darles cabida en las aulas, sacaron una palabra del diccionario en desuso. Propedéutico significa "enseñanza preparatoria para el estudio de una disciplina".
Los profesores pidieron ayuda al rector de la Usach, Juan Manuel Zolezzi. Como pro-rector en 1992 los había apoyado ante el consejo de la universidad para la creación de la bonificación de 5%. Esta vez fue igual. Su voz fue definitiva para la aprobación del Propedéutico. A partir de 2008 la universidad determinó que 25% de los cupos del Bachillerato de Ciencias fueran ocupados por los propedeutas seleccionados por el sistema. Francisco Javier dejó la Usach, intermitentemente entre 2008 y 2010 para hacerse cargo de la rectoría de la Universidad Cardenal Silva Henríquez. Ese año se abrió ahí un Propedéutico que funciona hasta ahora.
También en 2008 la Universidad Alberto Hurtado hizo lo mismo basándose en la experiencia de la Usach. En 2010 se sumó la Universidad Tecnológica Metropolitana, la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación y la Universidad Católica del Norte. En 2011, se incorporó la Universidad Tarapacá de Arica, la Universidad Católica de Temuco, y la Universidad de Antofagasta. En el año 2012 inician Programas Propedéuticos la Universidad de Los Lagos, la Universidad Austral de Chile y la Universidad Viña del Mar. De los 50 cupos iniciales con que partieron, hoy llegan a 900 y, para coordinarse, crearon la Red Universidades con Propedéuticos.
El cículo virtuoso
Valeria Lefio –el caso que abre este reportaje– ocupó uno de los 50 cupos de la primera generación de propedeutas en 2007. Entrar al programa le significó un gran esfuerzo: asistir a clases de Lenguaje, Matemáticas y Gestión Personal todos las mañanas de los sábados del segundo semestre. El objetivo era entregarle herramientas y nivelarla a ella y sus compañeros debido a las carencias que acarreaban. Tuvo que cumplir con una asistencia completa. No se admitían excusas, resfríos, nada. Pero Valeria lo tenía claro: era su única posibilidad.
Finalizado 2007, Valeria aprobó el Propedéutico y pudo ingresar el año siguiente al Bachillerato de Ciencias de la Usach, que reservaba 25% de los cupos para los propedeutas seleccionados por el sistema. El nivel de exigencia aumentó mucho. "Me eché todos los ramos. Veía las matemáticas en chino mandarín. Eran materias que jamás nunca me habían pasado en el colegio". Mirar la pizarra, que no se dieran cuenta de su ignorancia, y salir de clases. Aislarse en el patio, cada vez más sola, cada vez sintiéndose más tonta. Reprobó todos los ramos del primer semestre. Los profesores le rogaron que no desfalleciera. Psicólogos, clases nivelatorias estaban a su disposición.
En 2008 aprobó un ramo y con eso se ganó el derecho de un año más. Al año siguiente repuntó con fuerza. En 2010 tenía prácticamente aprobado el Bachillerato. En 2011 ingresó a estudiar Administración de Personal, pero quedó embarazada. Valeria congeló 2011. Pasó las horas cuidando a su hijo con su madre al lado. En 2012 retomó y aprobó cada uno de los ramos del primer semestre. En segundo año de su carrera, hoy es una más entre sus compañeros, y se siente mucho más empoderada. Con otra actitud.
Lorna Figueroa es la directora ejecutiva del Propedéutico y doctora en Informática. Ve constantemente cómo, una vez que un propedeuta vence el primer escollo y llega al Bachillerato de Ciencias, continúa su proceso de nivelación fortalecido. "El año 2011 un propedeuta fue el cuarto de su curso en Bachillerato, y ahí son cerca de 200. Luego de aprobarlo, ya en sus carreras definitivas, no solo son uno más de su curso, generalmente se ubican entre los buenos rendimientos" cuenta.
El Propedéutico no tiene titulados, aún; sus estudiantes ingresaron a la universidad en 2008. Llevan cuatro años y su tasa de retención supera ampliamente la nacional: 62% para la primera generación. Para las generaciones más nuevas sube hasta una cifra cercana al 80%. En Chile cerca de 50% de los estudiantes que entra a una carrera en la universidad, no se titula.
El salto
Sábado. La primera clase del Propedéutico a las 8:30 de la mañana. El coach Benjamín García se para delante del grupo de 120 jóvenes e inicia la clase de Gestión Personal: ejercicios de yoga y posturas para reconocer factores sociales y personales que impiden aprender. Miedo, autocensura, baja autoestima. El coach pregunta a los estudiantes quién se siente representado por algún impedimento para aprender.
Martín, que tiene síndrome de Asperguer (autismo), dice que a él le sucede. Habla fuerte, sin filtros. Ante la solicitud del coach de que comparta su experiencia, responde que sus compañeros de colegio lo golpeaban, lo escupían, no lo querían. El coach le pregunta cómo se sentía. "Atrapado", responde. "¿Y qué les dirías a tus compañeros si estuvieran acá?". "Que me dejen en paz", dice Martín, que tiene promedio 6,7 y es el mejor de su colegio.
Al principio Gestión Personal fue optativo. Aquellos estudiantes que eligieron tomarlo tuvieron un mejor desempeño en comparación al resto de sus compañeros. A partir del 2008 es obligatorio. La labor del coach es ir abriendo puertas para que los estudiantes se den cuenta de sus falencias y se paren frente al mundo con mayor desarrollo. "Aquí, por primera vez entendí lo que eran jóvenes talentosos. Con muy poco hacen maravillas", señala Benjamín García.
De los 120 alumnos del Propedéutico de la Usach, cerca de la mitad quedará eliminada. Lo más duro para los profesores es ese momento. "Aunque los quieras mucho, debes cerrar los ojos y calcular sus notas de forma objetiva", dice Lorna. Ricardo Salazar integró en 2007, como Valeria Lefio, la primera generación del Propedéutico. En 2007 se encontró con Máximo González en el patio. El profesor le preguntó por qué tan cansado. Todos los sábados se levantaba a las 6 de la mañana para ir a una feria de Pudahuel, con un carretón y los pies en el aire apenas tocando el piso, armar los puestos con velocidad, tirarles la lona. Todo listo. Desde ahí, caminar a la universidad para llegar antes de las 8:30 al Propedéutico. Por eso llegaba cansado. Al lado suyo, su padre y su madre cuando supieron de la opción no dudaron en ayudarlo a empujar el carretón. No se va a olvidar nunca. El profesor se metió la mano al bolsillo y le pasó dinero.
En la actualidad un grupo de profesores y funcionarios de la Usach aceptó un descuento por planilla para ayudarles en locomoción y comida a estos chicos. Ricardo siguió yendo a clases todo ese 2007. Un día de diciembre llegó a su casa y escuchó sollozos. Su madre y su abuela lloraban. Habían llamado del Propedéutico: había aprobado; podía entrar a la universidad. Esa tarde Ricardo y su familia se abrazaron fuerte, tanto como no recuerda otra vez. Hoy está en segundo año de Contador Público y Auditor, le va bien. "De aquí no me saca nadie. Me tendrían que echar, es la única forma".
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