Sentir mariposas o como si algo se revuelve en el interior son algunas de las formas en las que se suele describir ese sentimiento que nos genera una persona cuando hay atracción. Y si bien se suele describir con alegorías y expresiones más bien crípticas, la atracción entre dos personas no es algo necesariamente místico o de origen inexplicable, sino todo lo contrario. Su definición más simple explica que sentimos atracción por aquello que tiene el poder de evocar placer, interés o gusto en nosotros.
En el caso de las personas y las relaciones, este interés y conexión a veces inexplicable con otros tiene poco que ver con mariposas y mucho con químicos y neurotransmisores. De acuerdo con un estudio realizado por la especialista en relaciones de pareja y amor Helen Fisher, cuando sentimos atracción por otros liberamos dopamina, norepifrenina y serotonina. En su investigación Lust, attraction and attachment in mammalian reproduction, la antropóloga norteamericana explica que se ha logrado comprobar que la atracción frente a una potencial pareja gatilla una respuesta de los centros de placer y el sistema de recompensa del cerebro. “Cuando tenemos la posibilidad de elegir, se activa un sistema de respuesta emocional específico que le permite a cada individuo enfocarse en la potencial pareja de su preferencia”, explica el texto.
La psicóloga clínica y terapeuta de parejas de Psyalive Paulina Soto explica que la atracción es algo que se manifiesta desde las primeras instancias en las que conocemos a otro. “La atracción es la que se manifiesta en una primera instancia y consta de una serie de aspectos que percibimos de la otra persona, ya sea de su físico, su comportamiento, su estilo, etc. que llaman nuestra atención por diferentes motivos y nos hace querer conocerla más a fondo”, explica. La psicóloga diferencia este estado del amor como emoción porque, efectivamente, suelen confundirse e incluso cuando tenemos claro que la atracción no es sinónimo de amor, prevalecen una serie de creencias erróneas en torno a esta sensación que tienden a generar confusión. “El amor es algo que emerge desde un un vínculo más profundo, ya conociéndose y reconociéndose mutuamente con la otra persona”, comenta Paulina. “En el amor percibimos y aceptamos al otro por quién realmente es, y la otra persona también nos percibe y acepta por quien realmente somos, sin máscaras”.
Y es precisamente en esta descripción del amor como una emoción de vínculo más profundo que marca la diferencia —y un punto crítico— entre amor y atracción. En la atracción hay una captura temporal del interés que obedece a estímulos más bien sencillos y rápidos de identificar, como algunos comportamientos o la apariencia física. Según Helen Fisher, la atracción está mediada por una serie de determinaciones socio culturales. “Podemos esperar que la atracción se vea influenciada por una amplia gama de estímulos sociales”, comenta la investigadora en su estudio. “Pero la real sensación de atracción responde a una dinámica evolutiva diseñada para permitir que los individuos elijan parejas genéticamente más idóneas”.
Tal como indica la publicación hecha por Fisher, el poder de la atracción romántica crece cuando tenemos la posibilidad de elegir a las parejas. En la era de las apps de citas y el online dating el espectro de selección es más amplio que nunca antes, poniendo una carga especial en la atracción como un elemento fundamental de cualquier relación de pareja. Un estudio conducido por investigadores de Michigan State University concluyó que uno de los factores que dificulta todavía más el estudio de la atracción en las personas es que varía según el medio a través del cual éstas se conocen. Y el imperio de las aplicaciones y el match carga la balanza a favor de la atracción como la característica que lo define todo. “Aplicaciones como Tinder están cambiando de forma dramática el contexto en el cual la gente busca relaciones románticas”, explican los autores de Modeling dating decisions in a mock swiping paradigm: An examination of participant and target characteristics.
Si bien la atracción cumple funciones importantes y sin duda tiene cabida en una relación saludable, ponerla sobre un pedestal puede guiarnos en la dirección incorrecta. “Cada persona escoge tener una relación por sus propias motivaciones y expectativas, y así mismo varían los diferentes tipos de relación de pareja que puedan haber”, explica la psicóloga Paulina Soto. “La atracción es uno de los componentes importantes para la intimidad sexual de la pareja”, comenta. Sin embargo, la especialista aclara que no se trata de una condición necesaria para que exista amor y, sobre todo, no es un elemento invariable en el tiempo. “La química o atracción que pueda existir entre dos personas en un comienzo, puede ser diferente a la que se presente años después”, explica Paulina. “La atracción va a depender del tipo de vínculo que se haya construido en la pareja. Si tenemos la intención de construir un vínculo con intimidad sexual, es importante que esté presente la atracción, la cual no necesariamente tiene que ver con aspectos físicos, puede presentarse también a nivel de personalidad por ejemplo”.
El problema no está en sentir o no atracción, sino en confundirla con algo que no es: una señal del destino o la llave que abre la puerta del éxito en una pareja. Porque los elementos que nos generan atracción inmediata no dan cuenta de si una persona es buena o mala para nosotros o si de el vínculo que estamos estableciendo es o no sano. Si bien este factor de magnetismo y química siempre ha sido parte de la ecuación, en el mundo de las relaciones las apps y la cultura de las citas han exacerbado su rol enormemente. Al punto que es solo la atracción superficial la que determina si deslizamos a la derecha o a la izquierda.