La trampa de “la última conversación” para cerrar ciclos
“Muchas veces, sobre todo después de relaciones que fueron conflictivas, sentimos que nos quedamos con cosas pendientes ‘por decir’, especialmente porque éstas suelen ser relaciones llenas de incertidumbre y confusión”, dice en una publicación en su cuenta de Instagram @laboratorio_afectivo, la psicóloga mexicana Maynné Cortés. En ella, la experta habla de la trampa de las conversaciones para cerrar ciclos. Explica que es común que creamos que tener una conversación con la otra persona es lo que necesitamos para realmente poner punto final al vínculo y quedarnos tranquilas o tranquilos.
Pero, en realidad esta última conversación puede terminar siendo un espacio para revisitar el vínculo, confundirnos más o incluso regresar, aún si eso no es lo mejor para nosotros o nosotras. “Es importante saber que siempre hay cosas, ideas o emociones que van surgiendo cuando terminamos alguna relación, y la necesidad de hablar de ellas es válida e importante. Sin embargo, hay que preguntarnos si verdaderamente necesitamos hacerlo con la otra persona o si sólo es un pretexto para volver a verla o mantener el contacto porque nos duele perderla”, aclara en su post.
Pamela Larraín, psicóloga clínica con magíster en terapia familiar y de parejas dice que una conversación como ésta efectivamente puede ser usada para mantener el vínculo con el otro, para consciente o inconscientemente alargar la despedida, o para mantenerse presente en la vida del otro. Pero también hay personas que necesitan esa última conversación porque quedaron temas pendientes y preguntas sin hacer, y necesitan retomar la conversación una vez que la rabia, pena o shock del término se ha apaciguado. “Muchas veces el término de una relación genera mucho estrés y no es posible en ese momento tener la calma suficiente para tener una conversación de cierre, por lo que algunos necesitan hacerlo a posteriori. Esto puede ser súper sanador, escuchar al otro y también decir lo que uno necesita para así soltar y hacer el duelo definitivo”, explica.
“Creo que es bueno en la medida que uno sienta que lo necesita para pasar a una siguiente etapa. Pero también creo que hay que ponerse límites claros y aprender a lidiar con la ansiedad que puede generar un término y no esperar que el otro por medio de la conversación venga a calmar esa ansiedad o angustia que genera la ausencia”, agrega y aclara que parte del duelo es soltar al otro y perder esas conversaciones. “Eso es lo difícil, perder al otro como continente y como refugio emocional. Por lo que serán otras personas las que deberían ir apareciendo como canalizadores o apoyos en momentos difíciles, y así no tener que recurrir al ex para sentirnos mejor”.
¿Autoengaño?
Pamela Larraín dice que es importante preguntarse para qué uno necesita esa conversación, por qué necesitamos del otro para cerrar algo. “Desde ahí, ser sinceros con uno mismo. También es importante saber que siempre van quedar temas no dichos o preguntas por hacer, y que terminar una relación viene acompañado de dudas que van apareciendo durante todo el proceso de cierre. Es necesario entonces aprender a tolerar la incertidumbre que genera el término. Hay que tener cuidado con las expectativas irreales de salir de una relación con todo saldado, muchas veces no es posible hacerlo por los distintos procesos de cada uno. Si uno espera salir de ahí solo cuando quede todo claro y resuelto, probablemente nunca saldremos”, dice.
Maynné Cortés en su publicación aconseja recordar la razón por la que terminó la relación y buscar espacios seguros y amorosos que nos permitan explorar ideas y emociones que vayan surgiendo, así como a sostener el duelo que estamos atravesando. “Es complicado y doloroso ser críticos con estos impulsos de querer tener un “último contacto”, pero apoyarnos en nuestras redes cercanas y pensar detenidamente qué es lo mejor para nosotros y nuestro proceso, puede ahorrarnos muchas confusiones, tristezas y conflictos innecesarios”, concluye.
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