La voz de una maquilladora
Con un nombre consolidado en los terrenos de la moda editorial y publicitaria, Poli Picó cuenta cómo era el panorama del maquillaje cuando comenzó hace 15 años y cómo este oficio que la conquistó significa para ella mucho más que embellecer un rostro. "Es una expresión artística", dice.
Paula 1171. Sábado 11 de abril de 2015.
En una casona de 1890 del Barrio Yungay Poli Picó (39) tiene su casa y su estudio de maquillaje, donde enseña lo que la apasiona desde hace 15 años, cuando dejó la carrera de Acuicultura para lanzarse en un área poco explorada hasta entonces en Chile: el maquillaje editorial y de moda publicitaria. Partió "desde abajo", como asistente de un maquillador brasileño. Dos años después se independizó y dio sus primeros pasos en revistas como Paula y la desaparecida Blank. Hoy Carla Gasic, profesional destacada en el rubro, opina que Poli Picó es "una de las cinco mejores maquilladoras chilenas con un inconfundible sello: el uso de los bloques de color". Picó, en tanto, sigue buscando lo que la motivó desde el principio: "usar los rostros como un lienzo".
¿Te consideras una artista?
El arte es mi conexión con el maquillaje, que para mí es mucho más que embellecer un rostro. Mi objetivo es mostrar propuestas interesantes de técnica y color. Decir algo. Me nutro del cine francés, del de Lynch y de Haneke; del arte de Matta y Basquiat, y me interesan las etnias latinoamericanas y africanas. Todo ese material se permea en mi trabajo y el maquillaje me acomoda como expresión artística porque está en constante evolución.
¿Cómo imprimes esos referentes estéticos en tu trabajo?
Ese es mi gran desafío y para lograrlo lo primero que he erradicado es el copy paste, que se usa mucho en este medio. Ahora estoy metida en el tema de las etnias, haciendo una interpretación futurista de su visualidad a través de trazos simples, tonos nude y la lozanía de la piel.
Poli Picó hizo un curso de Maquillaje en The London College of Fashion, estudió Fotografía con Patricia Novoa y participó en un taller de Arte de Eugenio Dittborn, siempre buscando crear un lenguaje propio.
Carla Gasic habla de tu sello. ¿Cómo lo explicas?
Cuando empecé parecía que todo estaba escrito, no solo cómo se usaba el color, sino también en materia técnica. Yo me rebelé y comencé a hacer cosas que mantengo hasta hoy, como ocupar las manos como paleta de mezcla, un labial para dar color a las mejillas y un delineador de ojos en la boca. Me gusta romper esquemas y experimentar y eso era algo que no estaba muy incorporado en los profesionales del maquillaje en la época en que yo empecé.
¿Por qué el maquillaje atrae tanto a las mujeres?
El maquillaje es clave en el desarrollo personal de las mujeres, porque se asocia a la feminidad y ayuda a forjar cierto carácter. Tiene, también, un valor histórico que da cuenta de sus conquistas y atrevimientos. Hoy, a nadie le extrañaría ver a una mujer en la calle con un cat eyes, algo que hace veinte años era impensado. Y, a su vez, ese simple gesto de maquillaje está asociado a que las mujeres están más liberadas, tenemos redes sociales que nos permiten informarnos sobre lo que sucede en temas de maquillaje y moda, y hay un mayor poder adquisitivo.
¿Han cambiado las mujeres a la hora de ser maquilladas?
Completamente. Cuando comencé, se sometían a lo que la maquilladora les recomendaba. Ahora, saben lo que quieren y son audaces.
¿Es valorado en Chile el oficio del maquillador?
Más que hace 20 años, cuando el maquillador iba a una sesión de fotos, seguía instrucciones, maquillaba y se iba. Hoy, hay un estándar profesional mucho más elevado que nosotros mismos fuimos fijando, por lo que se pone al maquillador en el mismo nivel que al fotógrafo o al director de arte. Yo fui súper pionera en quedarme a las sesiones de foto, mirar por la cámara, hacer retoques y dar mi punto de vista.
¿Qué se necesita para ser un buen maquillador en Chile?
Además de trabajar mucho para ganar experiencia, se necesitan dedos para el piano y una sensibilidad estética especial que no se aprende, se tiene o no se tiene. La elección de los colores es un tema estético, no técnico. Luego, trabajar de asistente de un maquillador de renombre, que te da un conocimiento operativo de la industria. Finalmente, es fundamental estudiar, ya sea con alguien que tenga una trayectoria importante o una escuela de prestigio como The London College of Fashion o la Escuela de Maquillaje MAC.
¿Hay buenos maquilladores en Chile?
Chile tiene tremendos exponentes del maquillaje que triunfarían en cualquier parte del mundo, como Cristián Quitral, Vero Mónaco, María Paz Urra y Raúl Flores. Todos ellos son referentes y sus trabajos me nutren. •
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.