Las cifras de la salud mental perinatal
En los últimos años se ha producido un profundo deterioro en la salud mental general de la población, pero especialmente en algunos grupos que se vieron sometidos a más estrés durante la pandemia, como el de las mujeres madres en etapa de crianza, quienes vivieron un aumento de hasta un 30% en depresión perinatal (Pons,2021). Y aún deben lidiar con algunos de sus efectos.
En un estudio reciente realizado en Chile, un 20,9% de las mujeres presentaron depresión a los 6 meses post parto, y un 44,3% sintomatología ansiosa elevada tras el mismo período (Coo et al., 2021) .
La baja inversión de Chile en salud mental, tanto en prevención como en tratamiento, siendo la segunda más baja de los países de la OCDE (OCDE 2020), hace que estas cifras sean aún más preocupantes y catastróficas si además la maternidad se da en condiciones de vulnerabilidad, desencadenando niveles de estrés que conllevan consecuencias negativas para el desarrollo de la diada madre-hijo o hija, sobre todo en aquellos contextos que sobrecargan a las mujeres, desprotegiéndolas en su rol de madres, pero exigiéndolas en el mismo.
Está ampliamente evidenciado que factores psicosociales como el estrés, pertenecer a un nivel socioeconómico bajo y tener deficiente apoyo social y de la pareja, son las principales causas de la depresión perinatal (Jadresic, 2014). Una realidad que se condice con la de las madres que acuden a Fundación Emma. En el año 2019, el 48% de las mujeres en etapa de embarazo o con hijos entre 0 y 3 años que ingresaron a los programas presentaban sintomatologías importantes de ansiedad y/o depresión. Sólo el 56% de ellas había recibido algún tipo de atención por parte del sistema de salud mental, quedando casi la mitad desatendidas. Gracias a los programas, la cobertura en atenciones de salud mental para esas mamás aumentó a un 90%, y luego de seis meses, el 88% logró bajar significativamente la sintomatología, favoreciendo la vinculación con su hijo o hija y su empoderamiento.
Es fundamental aumentar la inversión en salud mental y generar programas sociales dirigidos a mujeres madres que contribuyan a prevenir y dar respuestas oportunas y adecuadas a sus necesidades, para que ellas también puedan estar disponibles emocionalmente para sus hijos e hijas.
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