Las lectoras preguntan: ¿Cómo iniciar un proceso de perdón?

perdón

Cuando nos han ofendido o dañado, es inevitable sentir algún grado de resentimiento y una herida que nos distancia emocionalmente de quien nos hirió. Entonces sentimos tristeza, rechazo, y un sin número de emociones que resultan pesadas e incómodas, dificultando nuestra capacidad de aceptar la situación. Ya sea que se logre o no reparar el daño y/o la relación con la persona involucrada, perdonar es importante para continuar con nuestras vidas. No es fácil, lo sabemos. Hacerlo desde un lugar sincero, sin creerse superior a otro o con la obligación de lograrlo es todo un desafío, pero es posible. Y también sanador.




La pregunta:

“Sufrí una traición que me hizo mucho daño, pero ha pasado el tiempo y siento la necesidad de perdonar el hecho y a la persona. Quiero planteármelo desde un lugar honesto, pero muchas veces, por la religión o el ego lo siento como una obligación y se me hace más difícil. Tampoco me gusta sentir que involucra un grado de superioridad eso de ser YO quien te perdona a TI. ¿Cómo iniciar un proceso para perdonar de verdad?

Ximena, 40 años.

La respuesta:

A lo largo de la vida experimentaremos muchos conflictos y decepciones que nos conducirán a ejercer el perdón y también a recibirlo. Comprender que todos podemos cometer errores será la base sobre la que podremos establecer una mirada más objetiva respecto de una situación en particular.

“Muchas veces, el dolor viene dado por las expectativas que tenemos, y cuando la persona o situación no están a la altura, me puedo sentir herida. En ese sentido, es importante aprender a ver a los demás tal y como son y no como queremos que sean. Cuando somos capaces de perdonar lo sucedido, nos abrimos a dejar ir el dolor, el enojo, la rabia y la decepción que pudo generar la situación y eso nos impulsa a liberar peso. Por otro lado, nos permite revisar y comprender mejor cuáles eran las expectativas que teníamos puestas en relación al conflicto en sí y también respecto a la otra persona involucrada. Así podemos generar un mayor entendimiento de lo que necesitamos mejorar o cambiar en nosotras mismas, para disminuir la posibilidad de exponernos a una experiencia como la que vivimos”, reflexiona la psicoterapeuta y Maestra de Registros Akáshicos ARCI, Claudia Pinto Rebello (@psicologia_registrosakashicos).

Desde una perspectiva más espiritual, el perdón es una forma de redención entre quienes se ven envueltos en una situación. Cada persona la vive desde su propia percepción y de cierta manera, todos son partícipes de este hecho, ya sea de una forma u otra. “Perdonar implica aprender a mirar lo que sucedió, entendiendo lo que provocó para cada uno. Aunque una de las partes pueda tener mayor participación en el ‘problema’, todos los involucrados comparten un grado de responsabilidad, incluso si la más afectada fui yo. El solo hecho de ser un observador también guarda un grado de compromiso ante un conflicto. Bajo estos términos, perdonar significa aceptar que mi participación también conforma un gatillante en lo sucedido; la diferencia con el generador del evento es que esta persona lo manifestó y de esa manera permitió que se suscitaran los hechos”, explica Claudia.

El retorno del equilibrio

Perdonar puede no darse de la noche a la mañana, pues requiere aceptar lo que fue y lo que no es posible cambiar -el pasado-, y eso requiere de tiempo para procesar e incorporar lo sucedido. Si el daño ha sido muy profundo puede ser necesario contar con la guía de un especialista, pues muchas veces, las convenciones sociales nos ‘obligan’ a perdonar y es muy común escuchar que ‘se es mejor persona cuando se perdona’.

“Perdonar no es un acto de superioridad o de apuntar al otro su error, más bien se trata de armonizar y retornar al equilibrio de esa relación. Hay muchas creencias que limitan el proceso de redención, porque se sustentan desde un lugar de asimetría dentro de las relaciones, donde uno es mejor que otro al perdonar. De cierta manera se ha establecido socialmente una especie de supremacía respecto de la persona que perdona y aquel que es perdonado. Esto establece poder y control, abre un espacio para la sanción de quien se equivocó y nos separa a unos de los otros. Una forma de facilitar este proceso es recordarnos que estamos en constante evolución y que, para aprender y crecer, necesariamente tenemos que pasar por el error. Es esa ‘equivocación’ lo que nos hace tomar consciencia y aprender”, comenta la especialista.

“Una manera de ayudarse en este proceso es darse tiempo y espacio para preguntarnos ‘¿qué no vi en esta situación?’ ‘¿Por qué me afectó?’ ‘¿Qué me hubiera gustado que la otra persona hiciera?’ ‘¿Qué emociones siento?’ ¿Lo que me pasó lo he vivido en otras situaciones en el pasado?’ Estas preguntas son un punto de partida para mirar un poco más allá y así saber si estoy lista para perdonar o no”, aconseja la psicóloga.

¿Y si no soy capaz?

Perdonar es un proceso que se puede hacer cuesta arriba y es natural sentir frustración, ansiedad, rabia y/o desesperación. Lo importante es no obligarse ni saltarse etapas, son muchas las ocasiones en que no es posible volver a conversar o quizás no existe posibilidad de reparación, aun así, es posible el perdón.

“Cuando no perdonamos nos quedamos en el pasado y no nos abrimos a la posibilidad de seguir avanzando. Preferimos quedarnos en lo que muchas veces el ego nos marca como correcto. Por ejemplo, mantener nuestra postura. El perdón no se trata necesariamente de sentarse a hablar con el otro, si lo logramos, puede ser muy significativo, pero no siempre es posible una comunicación. Perdonar significa aceptar lo sucedido, por más doloroso que haya sido. Por esta razón, perdonar implica hacer un proceso de introspección, aceptación y gratitud. Estas etapas implican muchas emociones y sensaciones que debemos permitirnos vivir y sentir. Cuando la situación ha sido muy dolorosa, es clave hacerse acompañar para poder llevar a cabo estas etapas con la guía adecuada”, sostiene Claudia Pinto.

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