Paula 1222. Sábado 25 de marzo de 2017. Especial Moda.

Cualquiera que trabaje en moda en Chile o Argentina sabe quién es Laura Novik. Y, si no lo sabe, debiese ponerse al día. La argentina, que hace unos meses se radicó en Buenos Aires después de 14 años en Santiago, ha sido una voz ineludible para medios especializados, diseñadores, marcas y organizadores de ferias y pasarelas. Desde Raíz Diseño, la plataforma que viene desarrollando hace una década, ha hecho un seguimiento de norte a sur del país de lo que sucede con las materias primas, el artesanato y el diseño, anotándose curadurías que han tomado forma de exhibiciones, desfiles y viajes a terreno.

Desde la academia, en los 90 tuvo una cátedra en la Universidad de Buenos Aires –"la más popular de Indumentaria en la UBA", escribió el diario Clarín– donde formó a un buen número de profesionales que abrieron camino en el diseño de autor argentino. Prontamente, dictará por segundo año el diplomado de Diseño Estratégico de Colecciones en la UC de Chile. Como consultora, sigue asesorando y trabajando para organismos de gobierno y empresas como Pantone, y elaborando reportes de investigación de tendencias de moda, mujer y consumo cultural con foco en el mercado latinoamericano.

¿Desde dónde miras la moda?

Siempre desde la sospecha, que también es una de mis claves para enseñar. La moda es un sistema de control social que derrama hacia otras esferas, como la productiva, el mercado, la política. El control es necesario. De eso se trata el diseño. Pero siempre hay que tener presente que el control y el caos se dan la mano al final de la ronda. Las tendencias traducen movimientos sociales. ¿Puedes escapar de las tendencias de tu entorno? No. ¿Necesitas someterte? No. ¿Es el fin de la moda? No lo creo. Sí creo que estamos llegando al final del sistema capitalista industrial de consumo masivo. Y por eso la moda, tal como la conocemos, está en sus últimos días.

Novik depreda información. Lee filosofía y sicoanálisis. De una nueva banda, la colección de una joven diseñadora, el telar de una vieja artesana y como visitante de una muestra de arte sacará conclusiones. Hace unos días lideró una gira de capacitación en São Paulo, vinculada a la semana de la moda. Un travelling workshop para que sus clientes y estudiantes "reconozcan la erótica que surge entre cultura, industria y mercado".

Laura viste de diseñador. No de marca. De diseñador chileno, argentino, mexicano. Su ropa y accesorios trascienden temporadas. Lo que viste es convicción.

¿Qué piensas de la frase "estar bien o mal vestido"?

Es una frase controvertida, porque hoy, todas nuestras respuestas deben pasar el filtro de lo políticamente correcto. Algunos la consideran una frase conservadora o incluso fascista. Otros, pasada de moda. Sin embargo, considero que sigue más vigente que nunca. Es más, me parece que es una trampa hacer creer a la gente que hoy cada uno traduce su consigna individual, que vestimos como queremos y que la diversidad de estilos del mercado traduce nuestro estado de liberación. Nada más retorcidamente cruel. Por otro lado, el código vestimentario es el que nos permite movernos dentro de la sociedad. Estar bien o mal vestido es uno de los instrumentos de las estrategias de la distinción social, de la que nos hablaba Pierre Bourdieu. Manejar con destreza los códigos implica contar con una adecuada "competencia cultural", que se adquiere a través de la educación y la experiencia social. Otra de las tantas cosas que ofrece la educación, y por eso la importancia de un sistema de calidad y gratuito, y otra de las tantas cosas que ofrece vivir en una sociedad en la que las clases sociales puedan convivir. Las sociedades más educadas y horizontales tienen un alto manejo de los códigos vestimentarios.

¿Qué opinas del reciente interés de la moda por el feminismo?

Tengo sentimientos encontrados. Por ahora solo puedo decir que me resulta sospechoso que de pronto, justo post Brexit y Trump, la industria de la moda se vuelve activista en favor de los inmigrantes y de las mujeres. No los vi mover un hilo por los derechos de los trabajadores del tercer y cuarto mundo que dejan su vida para que las grandes multinacionales del retail vendan a sus precios "más bajos". Y eso que las mujeres representan el mayor porcentaje de la fuerza laboral en las maquilas (confección).

¿Cómo explicas el interés de las marcas por los materiales nobles y lo artesanal? ¿Una nueva moda de la moda?

Lo veo como una sensibilidad natural en tiempos de productos en los que no podemos ver vestigios de humanidad.

¿Cuál es tu diagnóstico de la moda en Chile?

Chile es un país que ha perdido toda su estructura productiva, por lo tanto, cuando no podés producir, tampoco muchas cosas las podés pensar. No puedo pensar en robótica si no tengo una industria de la robótica. De un día para otro todo Chile es AFP, es retail, es financiero. En este contexto, un diseñador de moda queda muy expuesto, porque no puede competir. Tampoco tiene un know how fuerte porque no tiene cómo y dónde. Los dos tipos que sabían hacer se fueron a París: Octavio Pizarro e Iván Grubessich.

"Frente a un montón de gente que está produciendo en China, a los diseñadores les es muy difícil sostenerse económicamente. Funcionan como una guerrilla y uno podría preguntarse por qué lo hacen si no les da siempre para pagar las cuentas, si tienen poco espacio de exposición, si pocos entienden su trabajo y, si lo entienden, pocos van a tener las lucas para comprarlo. Los diseñadores chilenos caminan sobre una cornisa. En 2016 vimos a muchos caer con sus proyectos y también los vimos morirse. Esas cosas no las perdono", dice Novik.

¿Por qué hablas de muerte?

Hablo de Pablo Gálvez y tomo su muerte de manera metafórica, una metáfora espantosa de cómo terminó el año pasado y de cómo una persona joven le tuvo que poner tanta energía a una pinche profesión. No es justo. A mí me pareció violento, me pareció mal, incluso, que nadie haya salido a decir "esto que vivimos los diseñadores es imbancable". Es importante que te valoren, que alguien compre lo que haces, que tus colegas te digan "qué bien lo que estás haciendo" y que no siempre seas tú el que te refuerces. Si Juana Díaz no se hace la genio, probablemente nadie le daría ni bola. Veo que se quedan súper humildes, a pesar de que hay casos como el de Magdalena Olazábal, de MO Store, que viste a todos los diseñadores industriales y arquitectos de Chile.

En Argentina, ¿es distinto?

También es un país en crisis, pero hay más fábrica que en Chile, y mucho te lo da el Estado, entonces cuando el argentino se enoja yo le digo "te invito a vivir en Chile". En cuanto al trabajo de muchos diseñadores, me desencantó verme obligada a ver todas las marcas con vestidos beige. No quiero, me niego, porque ese no es el Chile que conocí. No podemos ser todos minimalistas, todos con una tirita. Para ser diseñador hay que tener algo que decir. ¿Qué nos quieren decir los diseñadores en Chile? ¿Que nos creemos Jackie Kennedy porque el director de la Portman es chileno?

¿El problema es de identidad?

El problema es que el diseñador tiene que facturar y si quieres beige, te da beige.

También es probable que un diseñador de Santiago se sienta más atraído por el trabajo de Alexander Wang que por un textil del norte.

No veo cómo, porque yo no veo nada de Alexander Wang en ningún barrio de Chile. Me parece una impostación. Es como querer ser diseñador danés, sin vivir en Dinamarca, dado que ahora todos queremos ser daneses. Queremos ser como los países socialistas, pero ni somos socialistas, ni tenemos esa geografía, ni esa realidad. Cómo puede darse eso en un país que tiene a Chantal Bernsau o a Juana Díaz, que se inspiran en las tradiciones de acá, que tienen identidad, un cuento, que son creíbles y tienen contradicciones, porque el que no las tiene es un muñeco. El de ambas es un trabajo que habla de un Chile que consume, que piensa, que tiene un contexto. En muchos diseñadores veo que les falta interactuar con la cultura.