Liderazgo en tiempos complejos: Autenticidad e Inteligencia Colectiva
Los líderes han sido personas de gran relevancia en tiempos difíciles y oscuros que, mirados desde nuestra realidad actual, nos hacen darnos cuenta de la falta de herramientas contemporáneas.
¿Qué es ser un líder? ¿Qué imágenes se nos vienen a la cabeza? ¿Cómo lo significamos?
La literatura, la ópera, la pintura, la poesía y tantas artes liberales lo han tratado de registrar, materializar y presentarlo lleno de virtudes, claridades, visiones y, por supuesto, debilidades. Por lo tanto, al hablar de liderazgo no sería raro que pensáramos muchas veces en grandes personajes de la historia de la humanidad. Y claro, es así.
Los líderes han sido personas de gran relevancia en tiempos difíciles y oscuros que, mirados desde nuestra realidad actual, nos hacen darnos cuenta de la falta de herramientas contemporáneas. Por lo mismo, sus hazañas remecen más. Por lo menos yo, en un ejercicio de empatía, trato de contextualizar cada uno de esos liderazgos y visualizar cómo han respondido a su momentum.
Entonces, ¿cuál es el de estos tiempos?
En un mundo hipercomplejo, lleno de incertidumbre, bombardeos de información irrelevante y pocas veces nutritiva, con tensiones y nuevas conformaciones del poder a nivel mundial, equilibrios precarios o inestables en materias políticas, con riesgos climáticos y ataques de ciberseguridad. En el que apreciamos avances científicos jamás imaginados y en el contamos con la mayor cantidad de individuos poblando el planeta. Ciudadanos más expuestos que nunca a la tecnología y haciendo uso de ella para exponer sus demandas, causas, visiones y propósitos que den sentido a su existencia.
¿Tiempos difíciles? Miro hacia atrás y no encuentro ninguno que no lo haya sido. La pregunta es si nosotros, si esta macro generación, la que hoy está moviendo el carro, estamos o no a la altura de la circunstancia o del desafío. Nuestro momentun.
Hace mucho tiempo dejé de buscar grandes referentes. Más bien empecé a emocionarme, conmoverme y conectarme con cada individuo; con cada persona que está tratando de ser protagonista de su propia historia y genuinamente tratando de agregar valor desde su ámbito de acción.
Y si eso lo llevamos a los lugares donde nos desenvolvemos, ¿cómo nos acercamos a un liderazgo del día a día, al de las situaciones cotidianas, a ese lugar en el que estamos sembrando y cosechando?
Para mí la clave está en que, en la medida de lo posible, aquel que detente un rol de liderazgo parta con una reflexión profunda de sí mismo, con foco en el autoconocimiento, en la comprensión de su propia complejidad y singularidad. En la revisión de sus propios límites y barreras, ya sean autoimpuestas o externas. En reconocer sus –nuestras– propias trampas, en entender que no paramos de aprender nunca. En identificar el valor de la intuición, de cuando el cuerpo y las emociones nos hablan y en dejar que las cosas fluyan. Ese camino, muchas veces de años, nos va forjando una autoimagen que nos permite avanzar en un sello, en una identidad y desde ahí ser un aporte.
La autenticidad es imbatible y nos conecta con los demás desde lo profundo, con la carga de contenido de cada cual puesta a disposición de otros para avanzar en un desafío o propósito. La suma de las autenticidades, de los aprendizajes y las experiencias con una actitud de colaboración permite avanzar y dar cuerpo a la inteligencia colectiva. Nadie sobra, todos importan y aportan.
Liderar desde la autenticidad, conectando con otros para que avancen hacia un camino de autoconocimiento, es una de las claves para aquellos que ven el liderazgo como un proceso continuo, no sólo de direccionamiento sino de formación de talentos con peso específico, que aportan su riqueza para cualquier equipo de trabajo y proyecto en común.
Se trata de movilizar desde lo profundo, alineando objetivos y entendiendo a las organizaciones compuestas por seres diversos como la fuente primaria de creatividad e innovación.
Liderar en tiempos complejos requiere de antenas abiertas al mundo exterior; atreverse a estar con otros desde la autenticidad, apreciando a ese otro desde su aporte, y alineando desafíos con foco, claridad, profundidad y convicción. Y, quizás el más complejo, con un trabajo constante que propicia el autoconocimiento y la reflexión.
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