Paula 1153. Sábado 2 de agosto de 2014.
Dos botellas vacías de espumante en el suelo. Dos botellas de goma en el estante junto a otra de angostura, algunos condimentos. Fulvio Rossi (43) prepara café de grano en la cocina de su departamento con vista al Parque Bicentenario. Se ha sacado la corbata gris que dejó tirada en el sofá. Sobre la mesa de centro hay libros de arte y un cortapuros con los restos de tabaco enrollado. A unos pasos, su "bar": una mesa repleta de botellas de todos los licores imaginables. En la terraza hay una parrilla a gas y una mesa con mantel de diseño de Andy Warhol.
Fulvio Rossi, el senador socialista, el presidente de la Comisión de Educación, está soltero y vive solo. Hasta hace poco le hacía compañía una gata sphynx, esa raza sin pelo –es alérgico– pero viaja tanto, a veces pasa apenas un día en Santiago, que la tuvo que regalar. Sin mujeres en su vida, su gran preocupación es la política, su circunscripción, (Tarapacá, Arica y Parinacota) y promover la reforma educacional. Se ha convertido en un trabajólico y ya siente las consecuencias del estrés: "Tengo malos hábitos alimenticios. Tengo guata", dice, tocándose el abdomen bajo la camisa. "Como cuando termina mi día, a eso de las 10 de la noche. Hoy no tomé desayuno, casi no almorcé y en la noche como mucho. A veces cocino o salgo, tomo vino, pisco sour y eso me hace engordar, pero no soy modelo", se excusa. Cuando puede se esmera en la cancha de tenis, tiene un entrenador en Iquique y una trotadora en Santiago, pero dice que no ha podido volver a tener las calugas de los veinte. A estas alturas, asegura, no dejaría de cocinar risot-tos ni pastas –que aprendió de su padre– o disfrutar una copa de vino para volver a tener un abdomen plano. "Uno tiene que tomar opciones en la vida: no podría tomar nada y no sé si dará tanto valor agregado".
¿Han bajado las expectativas de sus parejas?
No, afortunadamente las mujeres que he tenido me han perdonado la guata–, dice riendo.
Fulvio Rossi ha sido el político que más públicamente ha vivido su vida sentimental. Primero, cuando se casó –portada en una revista mediante– y separó –conflicto político-matrimonial mediante– de Carolina Tohá, actual alcaldesa de Santiago y militante PPD. Luego vivió un fugaz romance –que él mismo compartió por twitter– con la entonces recién separada senadora democratacristiana, Ximena Rincón, actual ministra secretaria general de la Presidencia. Pero el que más exposición mediática le trajo fue su romance con Maite Orsini, miembro de número de la farándula nacional, que significó que su vida amorosa se ventilara en los programas del corazón y las cámaras lo persiguieran a donde fuera. Cuando terminaron la relación (a fines de 2013), Orsini hizo público su despecho a través de las cámaras.
"No me siento un metrosexual, para nada. Me gusta hacer deporte, pero no ando preocupado todo el día de echarme crema. Ser guapetón no es una carga ni una ventaja. Estoy feliz con lo que heredé de mis padres", dice el senador que aquí aparece en una foto de archivo de Paula tomada en 2010.
Ahora, reflexiona: "Tuve una relación que no me hizo bien desde el punto de vista político. Entonces, uno aprende en la vida y ya a los cuarenta y tantos años no voy a seguir cometiendo los mismos errores".
¿Perjudicó tu imagen como político?
Sí. Creo que me perjudicó. Desde el punto de vista de mi formación profesional, nadie puede cuestionar nada, siempre fui el mejor alumno en todos lados. Pero, efectivamente, creo que cuando sales con tu pareja en un programa de farándula, eso no te suma mucho.
¿Qué aprendiste?
Aprendí a pensar mejor las cosas que hago en mi vida privada. No le daba un valor tan importante a establecer márgenes precisos entre lo público y lo privado pero no hacerlo, al final te trae más costos que beneficios. No es agradable que cuando estás concentrado en tu pega te vayan a buscar al aeropuerto para preguntarte estupideces con respecto a si estás andando, terminaste o volviste. A mí me impresiona: deben pensar que a uno le gusta, a mí me carga, no tengo ningún interés, ni siquiera veo ese tipo de programas.
Haces un mea culpa, entonces.
Mea culpa entre comillas porque no puede renunciar a... –se detiene. –Siempre he tratado de privilegiar los sentimientos y el amor. En la vida, el amor, incluso, trae ciertas consecuencias. Tendría que ser demasiado frío, frívolo y racional para desistirme de una relación por lo que van a decir un par de canales de televisión.
¿Pero si te volvieras a enamorar de una mujer de la farándula, serías más racional?
Difícil pregunta. Es probable. No estoy dispuesto a hipotecar todo mi esfuerzo y tanta energía que he puesto. Estoy muy concentrado en mi pega, muy metido en la reforma educacional, una reforma grande, completa, profunda, estamos haciendo diálogos por la educación a lo largo de Chile. Estoy un poco estresado porque he estado con mucho viaje de aquí a allá, pero bien. Me siento en una buena etapa de mi vida.
Fulvio Rossi se para del sofá y apunta hacia los muros de donde cuelgan decenas de cuadros de arte moderno. "¿Te gusta la pintura?", pregunta. Camina hacia una salita llena de cuadros que aún no ha colgado. "Ese es un Matta, un grabado que no sé dónde ponerlo; este es un Santos Guerra, que compré en un remate. ¿Este qué te parece? Fui a Puerto Montt por los diálogos de la educación y entré a un pub en la noche, lo vi, me gustó y me lo compré".
Uno de los cuadros principales del living, uno que tiene un pájaro blanco, es un regalo de su ex polola Ximena Rincón. Otro, de la artista Bruna Tuffa, fue un regalo de Carolina Tohá. Muchos de los cuadros que tiene en su departamento son parte de la división de bienes que le tocó tras su separación de ella. Con Carolina Tohá fueron durante cinco años la pareja de la política chilena, hasta que ambos, al mismo tiempo, decidieron postular a la presidencia de sus partidos, PPD y Socialista, y vino el quiebre. Carolina Tohá dijo: "Imaginemos una negociación municipal con dos partidos que están presididos por un matrimonio. Creo que no es una situación adecuada", y renunció a su candidatura y más tarde a su matrimonio.
¿Puede una pareja mantenerse si ambos están en la política?
Creo que sí, pero es difícil, porque están metidos en un mundo que ya vivirlo solo uno de los miembros es complejo, entonces en una pareja se amplifica.
¿La política fue un factor en tu separación?
Evidentemente que fue un factor.
¿Y que fueran de partidos distintos?
Sería más complejo que fuéramos de derecha e izquierda.
¿Podrías enamorarte de una mujer de derecha?
Siempre que cambie. He tenido parejas que han sido de derecha y evolucionaron. ¡Evolucionaron! (ríe a carcajadas). Es posible. El amor lo puede todo. Pero, en general, puedo decir que he tenido la suerte de estar con grandes mujeres.
Juegas a ser galán.
Sí, me gusta la fase de seducción, me gusta ese periodo entretenido cuando se inician las relaciones.
¿Cómo conquista Fulvio Rossi? ¿Tiene alguna técnica?
Uno tiene que ser lúdico y divertido.
Y para mantenerse con la pareja, ¿en qué has fallado?
(Se ríe). No voy a entrar en ese ámbito en una entrevista.
¿Cómo sería tu mujer ideal?
No creo que haya un estereotipo, pero me gustan las mujeres inteligentes.
Esas son las más difíciles.
Sí, habitualmente me he buscado mujeres difíciles. Qué lata una mujer que te diga a todo que sí. Me gustan las mujeres con personalidad fuerte, divertidas, me carga la mujer grave. No me gustan las mujeres tan racionales, tampoco.
Pero, al menos tus dos ex de la política se ven bien racionales.
¿Ah, sí?
¿O tienen un lado que no conocemos?
Yo conocí una faceta súper lúdica. Pero qué bueno que sea exclusivo. Mucha gente proyecta algo nada que ver con lo que es.
Entonces tienen que ser inteligentes, divertidas, ¿un poquito locas?
Un poquito locas, sí. Y aventureras, que les guste viajar, hacer cosas distintas.
¿Sueñas con una madre para tus hijos?
Compañera primero, madre también.
¿Que te espere con el plato de comida caliente?
No, cocino yo. Casi siempre me ha tocado cocinar a mí, pero también me han tocado mujeres que no hacen nada, que no solo no cocinan, sino que no lavan. Eso no es justo, tampoco. Soy partidario de compartir. Lo único es que ahora estoy aprovechándome de las mujeres y cuando salgo, trato de que manejen ellas. Yo tengo una buena excusa: no puedo hacer un número manejando curado. Ya no paso por poco caballero, gracias a la ley de tolerancia cero.
¿Tienes que cuidarte mucho?
Sí, imagínate que una vez salí con mi ex polola y me estaban siguiendo con una cámara. Me estaban esperando acá a las 7 de la mañana.
¿Con tu ex polola Maite Orsini?
Sí.
¿Qué te evoca Michelle Bachelet como mujer?
Creo que tiene una sintonía fina con la ciudadanía muy desarrollada.
La atacan todo el día.
Sí, pero sal con ella a una población.
¿Qué opinas que haya gente que la trate de "gordis"?
Sexismo.
Fue Nicolás Eyzaguirre el que acuñó ese término.
Se lo dijo con cariño porque la conocía, pero igual se desubicó. Los hombres no se dicen esas cosas.
A ti te dicen metrosexual.
Pero ahora menos, debe ser que estoy más viejo.
¿Tienes desarrollado tu lado femenino?
En algunos aspectos sí, a ver si tú me ayudas...
¿En arreglarse, por ejemplo?
Ahí se crean ciertos mitos. Pero ve tú, nunca me he hecho las manos. No digo que sea malo, pero nunca se me ha ocurrido. Se construyen cosas, eso de metrosexual...
¿No te sientes metrosexual?
No, para nada, me gusta hacer deporte, pero no ando preocupado todo el día de echarme cremas, ¿te fijas?
Pero te gusta vestirte bien.
Sí.
Comprarte ropa.
Sí.
¿Cuántos pares de zapatos tienes?
Esa es una pregunta demasiado personal. Tengo zapatos por todos lados.
¿Ser guapetón es una carga o una ventaja?
No lo veo ni como una carga ni como una ventaja. Hay gente que es más guapa que uno y hay gente que es menos. Estoy feliz con lo que heredé de mis padres, el fenotipo es la expresión física de los genes que me entregaron mis padres.
Fulvio Rossi nació en Iquique en una familia italiana de izquierda y muy católica. Su padre, Flavio Rossi, profesor de Inglés y más tarde concejal de Iquique, fue presidente de los laicos del obispado y formó parte de los cooperadores salesianos. Su madre, Ángela Ciocca, era profesora de Religión. "La Iglesia era un refugio para las personas que luchaban por los derechos humanos, todos los domingos iban los curas rojos a comer a mi casa", dice. Su niñez la recuerda feliz, aunque marcada por el temor de los tiempos de la dictadura. "Mi madre se quedaba con mucho miedo cada vez que mi papá salía. Recuerdo que me decía: 'no hables muy fuerte porque puede estar la CNI escuchando'. Los cabros de ahora ni se imaginan. Estas generaciones están súper liberadas de esas mochilas". Su madre murió de un cáncer cuando Fulvio tenía 17 años. "Era súper intensa, hija de italianos, me marcó mucho su muerte temprana, tenía 48 años y yo 17, no estaba preparado, ni siquiera entendía bien lo que era la muerte. Y ahora que murió mi padre, hace un año y medio, sentí una sensación de orfandad, de pérdida irreparable. Hasta el día de hoy es un espacio que no he podido llenar".
Entró a estudiar Medicina en la Universidad Católica donde fue presidente de la Feuc. Se especializó en Traumatología e hizo un postgrado en Cirugía de Rodilla. Ejerció en el Hospital San Borja Arriarán y en la Posta Central.
"En política hay mucho médico, Salvador Allende, Michelle Bachelet. Los médicos conocemos la enfermedad y la pobreza y eso te sensibiliza. Un médico contribuye al bienestar de la sociedad, es un gran servidor público", dice.
A los 30, sin embargo, le vino una crisis. "Me estaba yendo súper bien como médico, era un especialista joven, ganaba plata –ahora estaría ganando tres veces más si me dedicara a la traumatología– pero sentí un vacío, que algo me faltaba para ser feliz. Y ahí tomé la decisión de entrar en la política", dice. Tuvo que luchar contra la resistencia de su partido de postular a un candidato a diputado tan joven y desconocido. "En cambio hoy a los jóvenes les dan los cupos en bandeja. Yo fui presidente de la Feuc y de la Confech y ¿tú crees que el Partido Socialista me fue a buscar para algo? Nada, yo me la gané solo. Si fui diputado fue por puro mérito mío".
Mucho antes de eso ya había sido padre soltero. Cuando tenía 21 años nació Franco Paolo, hoy estudiante de Derecho de la Universidad de Chile. Reconoce que no estaba preparado. "No es fácil de repente encontrarse con un hijo a los 21 en ese contexto. Ojalá uno madurase lo suficiente o madurase más. Esto es como las paltas. Por más papeles de diario que le pongas a una palta dura, no madura. Siento que cometí muchos errores".
"Me podría enamorar de una mujer de derecha, siempre que cambie. He tenido parejas que han sido de derecha y evolucionaron. ¡Evolucionaron! (ríe a carcajadas). Es posible. El amor lo puede todo. Pero, en general, puedo decir que he tenido la suerte de estar con grandes mujeres".
¿Cómo has sido como padre?
Me hubiese gustado tener una familia como la que tuve cuando pequeño: papá, mamá, hermana, hermano. Con mi hijo no he tenido esa relación de presencia permanente, de vivir juntos. Hoy tenemos una súper buena relación, con altos y bajos. No se lo digo mucho, pero estoy súper orgulloso de él porque es un joven tremendamente talentoso, muy inteligente en los estudios y tiene una veta musical: canta, es artista, le gusta la política, fue dirigente estudiantil. Algunos dicen que nos parecemos mucho.
¿Te abres a tener más hijos?
Soy súper flexible, pero no sé. Tener un hijo implica tener una pareja, estar enamorado, tener proyección, quién sabe lo que me depara el destino.
Fulvio Rossi ha llevado siempre una mirada liberal. Está a favor del matrimonio homosexual y ha sido uno de los paladines de la campaña por despenalizar el uso de la marihuana, de la que se reconoce consumidor recreativo.
¿Cómo es ser liberal en esta sociedad tan conservadora?
Estoy contento de haber puesto ciertos temas que son llamados como "agenda valórica". Cuando dije que fumaba de repente un pito, ¡uf! me cayeron las penas del infierno y ahora todo el mundo lo reconoce. El matrimonio igualitario lo dije hace 12 años y me dijeron de todo, incluso maricón. También dije que el bien superior del niño no tenía que ver con la orientación sexual del padre, para hablar de las adopciones. Y hoy se está abriendo la puerta.
¿Para qué fumas marihuana?
¿Por qué alguien fuma un cigarrillo o se toma un trago?
¿Y no te importa cometer un delito al comprar?
No compro. Tampoco tengo vocación de agricultor. Me caen del cielo. Camino por la calle y me la encuentro, tengo suerte.
Tus amigos, entonces, corren el riesgo.
(Se ríe) Tengo la tranquilidad de que no cometo ningún delito. Además, vamos a cambiar la Ley 20 mil así que muchos jóvenes van a dejar de ser detenidos por consumo. Si hay un consumidor que tiene problemas con la droga, lo que requiere no es cárcel, sino que rehabilitación. Si hay un adulto consumidor responsable que no tiene problema con la droga, lo que requiere es respeto. No que lo traten como un delincuente.
¿Has ido al Congreso volado?
No, nunca. No solamente no llego volado, tampoco tomo una copa de vino a la hora de almuerzo. Y he visto parlamentarios que critican el tema de la marihuana pero que en el Congreso se toman 3 o 4 copas de vino al almuerzo.
El senador dice que no se siente feliz. Que de una escala de uno a diez, elige el seis. "Siempre he tenido esa sensación de permanente insatisfacción, que cuando estoy allá quiero estar acá. Cuando uno es demasiado autoexigente se impide gozar con las pequeñas cosas que va logrando. No vives el presente".
A los 43 años Fulvio Rossi está viviendo una suerte de segunda crisis existencial. De cara a la segunda mitad de su vida, se cuestiona qué le queda por hacer. Dice que no se siente feliz, que de una escala de uno a diez, elige el seis. "Siempre he tenido esa sensación de permanente insatisfacción, de que cuando estoy allá quiero estar acá. Cuando uno es demasiado autoexigente se impide gozar con las pequeñas cosas que va logrando; o sea, no vives tu presente".
¿Cómo te ayudas?
He estado explorando la meditación. Estuve como 6 meses meditando, eran 10 minutos al día pero no persistí.
No tiene claro si irá a la reelección. "Estoy en un periodo de reflexión. La vida parlamentaria tiene cierto grado de monotonía. Es desgastante, mucho viaje, agota. Tengo que tomar una decisión. No he descartado participar en las primarias presidenciales de mi partido o en las primarias de la Nueva Mayoría".
¿Y competirías contra tus ex, Carolina Tohá y Ximena Rincón, cartas que suenan para la presidencia?
Eh, no sé, creo que todo el mundo estaría dispuesto a competir en una primaria.
Vuelve al tema de las mujeres: "No es que descarte definitivamente tener una relación de pareja, pero hoy no está dentro de mis prioridades. Pero si mañana conozco a la persona y me enamoro, pierde cuidado".