Loba

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pl1127 Andrea Molina

De promotora pasó a estrella de teleserie. De votar por Michelle Bachelet se convirtió en figura UDI. De conductora de TV saltó al Congreso. La diputada Andrea Molina se ha formado a sí misma, pero revela que siempre tiene miedo. Siempre. Dice que enfrenta ese miedo con instinto, sin pensar, hasta que se le pasa, porque ese miedo finalmente le sirve: la moviliza. "Soy como una loba", resume.




Paula 1127. Sábado 3 de agosto de 2013.

Andrea Molina –43 años, Aries, con ascendente en Virgo, según aclara–llega al ex Congreso y saluda a los guardias, a las señoras que hacen el aseo, al señor que acarrea unas sillas y a todo el que se le cruza por su camino. La diputada UDI por el Distrito 10 de la Región de Valparaíso saluda con la dedicación de un puerta a puerta, sacando sonrisas y caras de admiración. Hombres y mujeres la miran detenidamente de arriba abajo como si fuese una aparición. Ya instalada en el salón protocolar saluda igual de amorosa al señor que le ofrece un café y anota un cortado suave. Cinco minutos después llega su taza y basta un sorbo para que su cara se endurezca. "Jamás podría tomarme un café tan fuerte, cámbiemelo, por favor", dice decidida, tanto como cuando durante la sesión de fotos exige, siempre educada, que de una vez por todas le arreglen el pelo –como ya ha insinuado tres veces–, que así como está no le gusta y que no va a cambiar de opinión.

Andrea Molina es así, decidida. La tiene clara. La determinación es lo que le ha permitido hacer lo que se ha propuesto, ya sea para ascender o para sobrevivir. De promotora saltó a modelo de televisión; de modelo se convirtió en actriz; de actriz secundaria mutó a ícono televisivo de los 90 como protagonista de la serie Las historias de Sussy y, cuando el rol de sexy ya no daba para más, se ganó el lugar como rostro emblemático de los programas de servicio, desbancando a la hasta entonces titular Eli de Caso con Hola Andrea, en Mega. Fue cosa de que el género televisivo se fuera a la baja para que, oliendo el peligro, emigrara a la conducción del noticiero matinal del mismo canal. Y cuando ese proyecto comenzó a tambalear, dio el vuelco definitivo hacia la política. Desde la televisión había tejido redes. Fueron Pablo Longueira, primero, y Marcelo Forni, después, quienes le propusieron postularse a diputada. Durante las primarias, ofició de vocera de la candidatura de Pablo Longueira.

¿Cómo resumirías tu biografía?

He sido una mujer de desafíos, de creer que los límites solo están en la mente y que si uno trabaja las cosas resultan.

¿De dónde viene tu determinación?

De mis padres, de una familia de clase media de mucho esfuerzo. Mi papá es profesor de Artes Plásticas y mi mamá dueña de casa, pero en algún momento de necesidad tuvo que salir a trabajar. Bien adulta estudió Estética Capilar. Si en mi casa no había plata para comprar muebles, mi papá los hacía. Mi mamá cosía las cortinas, los cojines y de la revista Burda sacaba los moldes para hacerme los vestidos. Jamás faltó nada y la única explicación posible es su esfuerzo.

"El Presidente es un tipo clever que sabe generar lucas y empleo para Chile. Es lo que ha hecho. A Piñera no le pido que me trate con amor. Este caballero no te apapacha, pero te da pega".

En 1971, cuando Andrea tenía un año, la familia se fue a   Australia. "Chile estaba demasiado revuelto", dice. Regresó en 1975 con su madre embarazada de su único hermano. El padre se reintegró como profesor a la Escuela Salvador Sanfuentes y Andrea hizo allí kínder como la única mujer de todo el establecimiento masculino. Después pasó por el Santa Margarita de María, liceo de monjas de Avenida Matta donde supo de misas y rezos diarios; el Liceo 7 de niñas y el Colegio Suizo.

Es madre de dos hijas –Noelia, de 14, y Laura, de 7– la primera de su matrimonio con Gerald Kleinfercher y la segunda de su matrimonio con Gonzalo Rojas Vildósola. Hoy está soltera.

Comenzaste a trabajar súper chica.

Sí. Ya cuando estaba en el liceo de monjas, manualidad que nos enseñaban las monjas yo la hacía para venderla y así tener plata para mí y ayudar en la casa. A los 12 años comencé a trabajar como promotora. Ya tenía el metro 74 de hoy, aunque era mucho más maciza, muy Yayita.

La infancia de tus hijas ha sido muy distinta de la tuya…

Absolutamente. La Noe es totalmente distinta a lo que yo fui a su edad. Ella es más niña y me he esmerado en que así sea. A mis papás no los ponía nada contentos que yo trabajara de promotora o de modelo. Pero era imposible que ellos o alguien me pusieran freno.

¿Cómo explicas esas ganas  tan precoces de surgir?

De las ganas de probarme que soy capaz. De las ganas de probar que no porque no haya estudiado en determinado colegio, no tenga tal apellido o no haya tenido los recursos que otros sí tenían, no podía llegar adonde quisiera hacerlo. Creo en las capacidades, en la formación y en el trabajo. Soy una mujer que se ha formado a sí misma.

Un prototipo de la clase media.

Me siento completamente del centro social. Mis padres no son de izquierda ni derecha, sino de clase media pujante. En mi historia no hay ninguna impostura. Pueden pelarme, y lo han hecho, pero nadie puede quitarme el trabajo que he realizado. Puedes buscar y buscar en mi historia y lo que vas a encontrar es trabajo, trabajo y más trabajo.

¿Te pesa no haber pasado por la universidad?

Por supuesto. Me hubiese gustado estudiar Sicología o Leyes,  pero, o estaba ganando buenas lucas en la tele o nunca tuve el momento para detenerme. Igual todos los días estudio y me rodeo de gente que sabe más. Busco así no ser discriminada por no haber estudiado en la universidad.

¿Eres una madre exigente?

Las regaloneo mucho, soy muy de abrazos, de besos, de jugar y disfrazarme, pero sí, soy exigente, porque ellas han tenido oportunidades que yo no tuve y se los digo. La Laura, por ejemplo, esquía hace rato, y la otra vez me preguntó si a su edad yo también lo hacía y le dije: "No, mamita, a tu edad yo ni siquiera conocía la nieve". A la Noe le digo que quiero que tenga una carrera universitaria, que no quiero por ningún motivo que pase por lo mismo que yo. No me gustaría que mis hijas sientan constantemente que la vida es una vorágine. Es muy desgastante que en cada lugar al que llegas tengas que probarle al otro que eres válido. Es terrible.

¿Qué sentiste la primera vez que, como diputada, pisaste el Congreso?

Tuve miedo. Siempre tengo miedo. Nunca no tengo miedo. Cada vez que debo enfrentar algo, incluso esta entrevista, tengo miedo. El miedo lo enfrento sin ninguna imagen en la cabeza, porque no me sirve. Llego en blanco. Voy y ahí miro, siento qué está pasando y me incorporo al lugar al que llegué, decido qué hacer, qué no, cómo moverme. Sé que el miedo moviliza y, en algún momento, se pasa. Soy como una loba. Solitaria y alerta.

Sus hijas y quienes trabajan más cerca de ella le dicen "muti", derivación de mutter, madre en alemán. "Es bien estratégico. Si estoy en el supermercado y mi hija me pierde de vista, es cosa de que grite ´muti` para que yo vaya a buscarla. Lo mismo si estoy en terreno y pierdo de vista a alguien de mi equipo. Es un código muy animal, muy de tribu".

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"Soy una mujer que se ha formado a sí misma. En mi historia no hay ninguna impostura. Pueden pelarme, pero nadie puede quitarme el trabajo que he hecho. Puedes buscar y buscar en mi historia y lo que vas a encontrar es trabajo, trabajo y más trabajo".

LONGUEIRA

Andrea Molina dice que después de casi cuatro años en el cargo, se siente legitimada como diputada, aunque no baja la guardia. Que ser reelecta por tercera vez como presidenta de la Comisión de Recursos Naturales, Bienes Nacionales y Medio Ambiente de la Cámara y haber sido nombrada por la UDI como vocera de la campaña presidencial de Pablo Longueira son reconocimientos a su trabajo. "Unir los dos mundos que conozco bien, la televisión y la política, en un rol mío estratégico, como vocera, hizo que toda mi carrera tuviera un sentido", reflexiona.

Formaste parte del círculo más íntimo de Pablo Longueira. ¿Viste algo que te hiciera sospechar de lo que vendría?

No, y aquí se me viene a la cabeza el trabajo que hice durante 15 años con Mario Kreutzberger para la Teletón en el Estadio Nacional. Mario llegaba y no hablaba con nadie, concentrado al máximo, moviéndose apenas. A Pablo lo vi igual durante la campaña. Se subía a la camioneta, escuchaba todo, elaboraba en segundos lo que iba a decirle a la gente, y el resto era silencio, guardar la energía que luego desplegaba con una claridad brillante.

En una columna, Carlos Peña criticó duramente que la renuncia de Longueira haya sido tratada como un asunto privado, comunicada por sus hijos y no por algún líder de tu sector.

Peña habla tonteras, qué ganas de pegarle un combo. Eso es no conocer a Pablo ni al partido. Lo mismo con quienes dicen que fue una irresponsabilidad que asumiera una carrera presidencial. Lo que le pasó a Pablo, no poderse levantar de la cama para ir a trabajar, les pasa todos los días a miles de chilenos, muchos de los cuales ni siquiera tienen plata para tratarse. Cuando personas como Pablo, un roble, tienen que estar sosteniendo a los suyos, hay un momento en que se debilitan, se enferman. Él estaba frágil: preocupado por la enfermedad de su hijo; hizo un trabajo excepcional en el Ministerio de Economía y finalmente una campaña de primarias en tiempo récord. Cómo íbamos a esperar que ese motor, ese roble, se cayera. Era imposible preverlo.

"Creo en que somos seres de luz, en la metafísica, en el karma, en el hinduismo, en que no desaparecemos, sino que la energía se transmuta. Creo en la Virgen y en Jesucristo, mi compañero, con quien tenemos grandes conversaciones. Como ves, no soy la única que habla con el más allá".

¿Qué te parece Evelyn Matthei como candidata?

Chora, intensa, clara, directa. Cuando habla de economía es porque sabe. Nadie le va a meter el dedo en la boca en temas de trabajo. Es una mujer fuerte, madre, femenina, sensible. Su candidatura va a significar un remezón para los hombres y una apertura para el partido. O sea, si no es hoy, cuándo. Yo me la voy a jugar a mil por la Evelyn.

¿Por qué eres UDI?

En la UDI he podido ser yo, he podido hablar sobre lo que pienso y siento. Nunca se me ha impuesto nada y siempre me han dejado hacer, y eso es rarísimo. Venía de la televisión, donde las cortapisas para crecer eran miles de miles. Aquí, aunque es un mundo de mucha competencia, eso no lo he vivido. Si te dedicas y trabajas, el resto te respeta, te preguntan y toman en cuenta tu opinión. Me gusta cómo funciona el equipo.

Ok, te gusta el equipo, ¿pero te acomoda el conservadurismo de la UDI?

Hay un ala súper conservadora y me parece fantástico que así sea porque es una parte de Chile. Pero también tiene que estar el otro lado: la mujer sola que cría a sus hijos, la mujer económicamente independiente, la mujer que no es cartucha ni que anda tapada hasta la nariz. Yo soy una mezcla.

¿En qué eres conservadora?

En el sentido de familia. Mis padres están casados hace 44 años y me emociona saber que han tenido millones de problemas pero siguen juntos, cuando podrían haberse separado. Lo lograron, tal vez porque el amor ha sido más fuerte.

Pero te has separado dos veces…

En la UDI hay personas a las que no nos ha ido tan bien en la pareja. Por ahora, porque no está todo dicho. Mientras yo esté viva, no está todo dicho.

¿Tomarías la píldora del día después o se la darías a una hija?

Trataría de no dársela, pero no es una decisión mía, también es de ella y merece mi respeto.

¿Cuál es tu posición respecto del aborto terapéutico?

Hoy el aborto terapéutico existe. Hay muchos doctores que dicen que van a privilegiar siempre la vida de la madre. Pero cuando no hay riesgo, ¿por qué vamos a hacer algo en contra de la vida de otro?

¿Una mujer no podría elegir si privilegia su vida por sobre la de ese hijo que espera?

Es un tema que en algún momento tenemos que sentarnos a conversar, pero no es el momento.

Tus respuestas correspoden a una diputada UDI. ¿Esa es tu postura personal?

Yo creo que uno se debe a sus pares y también creo que hay muchos otros termas –como salud, transporte, AFP e isapres– urgentes para los chilenos.

¿Te parece elitista la demanda de despenalizar la marihuana?

Esa es la mirada de personas a las que las drogas no les han conflictuado la vida. Personas exitosas que no dejan de funcionar ni de trabajar como consecuencia del consumo. Pero no todos tienen la misma construcción; hay gente más y menos vulnerable a las adicciones. En mi distrito hay zonas, que no voy nombrar para que no sean estigmatizadas, en las que sé perfectamente quiénes son los narcos. He sacado gente del narcotráfico, les he conseguido trabajo y he ayudado a sus mujeres e hijos, para que no sigan drogando a otros. Esas personas que venden están en el mismo círculo vicioso: si no venden los matan o amenazan a sus familias. No es tan fácil llegar y decir "despenalicemos la marihuana porque es cuestión de elección personal".

¿Hablas de "gobierno militar" o de "dictadura"?

Como dijo la Evelyn en Tolerancia Cero: se podría hablar tanto de gobierno militar como de dictadura, porque democrático no fue.

¿Qué opinas de Michelle Bachelet?

Voté por Bachelet. Fui de las que dijo "qué bueno que venga la Concerta" y apoyé todos sus gobiernos, hasta Bachelet. Voté por la Concertación porque creí que era lo justo. Pero ya desde el gobierno de Lagos la cuestión no me gustó. Mucho MOP-Gate, mucha red de amistades. Yo sabía perfectamente lo que estaba pasando porque desde el Hola Andrea estaba metida en campañas, ministerios y, calladita, miraba. Pero cuando apareció la Michelle que, como Pablo Longueira, es una sobreviviente, no lo podía creer. ¡Una mujer al fin representaba a todas esas mujeres que están escondidas en sus casas, miradas en menos, ganando menos que los hombres y bla, bla, bla... Voté por ella creyendo que podría rearmar la Concertación. No fue así. Concluí que la única opción era que llegara la derecha al gobierno. Y me pareció excelente que fuese Piñera el Presidente. Un tipo clever que sabe generar lucas y empleo para Chile. Es lo que ha hecho. A Piñera no le pido que me trate con amor. Este caballero no te apapacha, pero te da pega.

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PENSAR COMO HOMBRE

¿Te da culpa, frente a tus hijas, el trabajar mucho?

Trabajo mucho, pero no dramatizo. Una secretaria o una ejecutiva que trabaja en Santiago tiene que salir de su casa a la siete de la mañana para llegar a las ocho a la oficina y regresa pasadas las ocho de la noche por culpa del taco. Lo que pasa es que se estigmatiza a las mujeres que somos más visibles y en esa estigmatización nos recaen comentarios como que somos malas madres, que no estamos nunca en la casa, que optamos por la pega y no por familia. Pero las mujeres en Chile no tenemos otra opción que trabajar. Las que no lo hacen es porque no pueden hacerlo o, muy pocas, porque pueden darse el lujo. Ser madre es fantástico, pero no nos basta. La sociedad tiene que permitirnos desarrollarnos y ganar sueldos acordes. Eso no lo hemos logrado.

¿Cuánto de esa estigmatización proviene de las mismas mujeres?

Son las mujeres las que más critican a las que quieren trabajar y lo hacen con pasión. Como que uno tuviera que hacer cosas para dejar tranquilo al resto; como si fuera el resto el que te pagara las cuentas o el resto supiera cómo funciona tu casa. El resto no tiene idea de quién soy.

¿Cómo te ha repercutido trabajar entre casi puros hombres?

Creo que me he vuelto un poco hombre. En política hay que mirar y pensar como hombre, ser súper racional y lo emotivo dejarlo para determinados momentos; solo ahí se transforma en un plus. Si te ven frágil pasan arriba tuyo. A veces me he quebrado. Hace muy poco lloré en una entrevista en televisión. Soy un ser humano.

SE MURIÓ EL AMOR

Andrea Molina está de duelo. Hace unas semanas murió Amor, un bullmastiff de setenta kilos, compañero por más de diez años. Molina ama los perros, "pero los perros grandes y rudos, no los chicos que no me dan seguridad, a los que les pegas una patada y los tiras lejos". Andrea incineró a Amor y sus cenizas están en un ánfora. "Murió el Amor, qué terrible", dice con tristeza, pero también con ilusión. Andrea está segura de que Amor era un perro hechizado y que su muerte es una señal. "Creo que dentro de él había un príncipe azul y que ahora que murió aparecerá esa persona y me va a resultar, fíjate".

Crees en Dios, en los signos del zodiaco, en el karma, en que tu perro estaba hechizado. Bien especial el mix.

El ser humano es una construcción en la que, entre otras cosas, cuentan los ancestros, y por eso estudié tres años de aromaterapia. Creo en que somos seres de luz, en la metafísica, en el karma, en el hinduismo, en que no desaparecemos, sino que la energía se transmuta. Creo en la Virgen y en Jesucristo, mi compañero, con quien tenemos grandes conversaciones durante el día. Como ves, no soy la única que habla con el más allá.

"Me pesa no haber ido a la universidad. Me hubiese gustado estudiar pero, o estaba ganando buenas lucas en la tele o no he tenido el momento para detenerme. igual todos los días estudio y me rodeo de gente que sabe más".

¿Te refieres a Pablo Longueira y sus conversaciones con Jaime Guzmán?

Por supuesto.

¿Tú también le hablas a Jaime Guzmán?

Somos muchos los que hablamos a personas que ya no están. Yo le hablo a mi abuelito que murió hace años. A veces es necesario que nos ayuden desde el más allá. En eso creo, es lo que me sirve, y con eso me he construido. Hace un tiempo alguien me dejó de regalo una foto de Jaime Guzmán en la oficina. No lo conocí en persona, lo he conocido con los años a través de la gente de la UDI. Fue un hombre tremendamente interesante, con cosas buenas y malas, pero ya que tengo su foto en la oficina y me está mirando, yo le digo: "Jaime, no me mires, dime qué debo hacer. Tú tienes más experiencia que yo, ayúdame".

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