Lorena Gallardo (36) es psicóloga organizacional y online business coach. Creó Fundadoras, una escuela de negocios que busca el empoderamiento económico de las mujeres empresarias. Un lugar donde no sólo hablan de números y estrategias, sino también de emociones y liderazgo. Y es que estas emociones, dice Lorena, resultan ser claves para que un negocio se transforme en una gran empresa, capaz de facturar millones al año. Según muestra la Encuesta Suplementaria de Ingresos del INE 2021, en promedio, las mujeres ganan un 14,3% menos que los hombres. ¿Cómo dar vuelta este escenario?
Para Lorena, este es un problema multifactorial, donde prima una dimensión totalmente desconocida y poco trabajada en las escuelas de negocio: la emocionalidad. “Un factor muy importante que incide en la facturación y que hace crecer los negocios femeninos, son las emociones ligados a estos, que tienen que ver con la vinculación con el dinero, en el cómo las mujeres tenemos o no una relación con éste. Hay mujeres que tienen una mirada positiva hacia él, que son las menos, y que dicen ‘el dinero es bueno, me ayuda a cambiar mi vida, me ayuda a cambiar la vida del resto, a hacer crecer la economía de mi país’. Están las que no tienen relación con el dinero, que dicen ‘no se habla de plata, hago esto porque me encanta, por amor al arte, pero en realidad me da lo mismo si me pagan o no’. Y están las que tienen una mala relación con él. ‘Me da miedo cobrar, me da vergüenza vender, ofrecer, aparecer en Instagram’. Y es contradictorio porque la empresa necesita facturar y hay emprendedoras, aunque parezca increíble, que no ven el dinero. Para nosotras, emprender es generar dinero. En Fundadoras decimos: ‘haz dinero y cambia el mundo’, porque cuando una mujer que gana buen dinero, lo gana bien y después lo reinvierte, hace crecer todo a su alrededor: la economía local y la de otras personas. Entonces, esta relación que tiene una mujer con el dinero es la base de todo, independiente de las herramientas técnicas que puedan tener”, asegura.
Otro de los factores que aportan a un negocio, es la autoconfianza que la empresaria tiene en sí misma. “Cuando yo creo en mí, siento que puedo avanzar con mi negocio, creo en mi producto y creo en el problema al que yo propongo una solución, voy con todo, tengo una mirada estratégica. Sin embargo, a veces nos encontramos con emprendedoras con muy buenas soluciones a problemas que no creen en sí mismas, entonces es difícil facturar así porque en el fondo emprender es tocar muchas puertas, es sentarme frente a una periodista a contarle quién soy con un espíritu positivo y eso se trabaja. Por eso la dimensión psicológica, emocional y de liderazgo en los negocios, a mi juicio, es lo más importante. Tienes un problema a resolver, una buena solución y estas características emocionales, como la buena relación con el dinero, un espíritu emprendedor y autoconfianza, sin duda que vas a hacer un gran negocio”, dice Gallardo.
Según reveló un estudio realizado por Fundadoras en 2022, donde se encuestó a más de mil empresarias en Chile, un 76% de ellas jamás ha pedido un crédito bancario y un 30% de ellas, argumentó que es porque jamás lo han necesitado. Para Lorena, este resultado habla de poca educación financiera y una mala relación con el dinero. “Creemos que pedir un crédito se hace cuando estamos mal. Entonces, cuando estamos así de mal, tenemos que ir a pedir un crédito de consumo al banco. Cuando la realidad es que los bancos están ahí para ayudarnos. En mi caso, cada vez que voy a hacer un proyecto nuevo, lo hago con la plata del banco y pido un crédito. Después voy y lo pago, pero no trabajo con mi dinero. Y lo que las emprendedoras hacen es que se dan vuelta constantemente trabajando con su mismo dinero, entonces a final de mes reinvierten lo que les queda. Así, nunca va a haber un crecimiento. Por otra parte, no saben para qué usar este dinero, no saben en qué invertirlo.
Y es que hay una aversión al riesgo porque no está esta confianza de mover millones, de generarlos y de arriesgarse. Ese miedo se produce mucho al comienzo, a mi me pasó. Cuando partí tomé malas decisiones con el dinero. Con el ímpetu del comienzo, pedí un crédito al banco (a nombre de mi mamá porque yo recién comenzaba mi vida financiera) y los gasté en cualquier cosa. Me quedé con una deuda y le agarré miedo. Así, estuve años con miedo de volver al banco y hoy ya pude recuperar la confianza. En mi caso, pido créditos bullet para proyectos y los pago en una cuota en dos meses. Eso me lo dio trabajar en mi confianza financiera.
Mi camino ha sido muy desafiante. 2019 fue mi año clave en términos de confianza financiera. Cuando Fundadoras llevaba dos años de vida y estábamos en la época posterior al estallido social, tuve que cerrar la oficina y despedir a todo mi equipo. Sentí que había perdido mi confianza financiera. Me sentía avergonzada por ser la líder de una escuela de negocios que tuve que cerrar, me quedé con 40 millones de pesos en deuda y no veía cómo me iba a parar después de eso. Entiendo que puede haber gente que tiene espaldas financieras o familia que les puedan ayudar, pero a mí no me quedaba de otra que salir de esto sola porque yo no tengo nada. Mis padres no tienen dinero para ayudarme. Para mi eso fue un antes y un después. Fue pensar en mí y en cómo lo iba a volver a parar sola sin ayuda de nadie. Emocionalmente fue muy complejo porque me sentía poco poderosa y muy impostora. Era que a la líder de la escuela de negocios Fundadoras le fue pésimo. Cómo les enseño a mis alumnas si a mí me fue mal.
Después de semanas sintiéndome así, para pararme empecé a pensar en todas las cosas que había hecho en el pasado. Me di cuenta de que no era tan tonta y que lo que me había pasado, era un error nomás, pero que este error no marcaba todo mi camino hacia atrás. No borraba todo lo que había hecho como emprendedora y empresaria. Tomé todo lo que sé, lo que he hecho y aprendido y lo volví a emplear. Lo volví a poner en valor para el mercado. Me volví a parar con lo mismo. Partí con una deuda importante, pero sabiendo mucho más de lo que sabía cuando partí, que no tenía idea de nada. Comenzando el 2020 endeudadísima, vendí el curso de Fundadoras online: si vendía 60 cupos, pagaba toda la deuda para atrás y era como un empezar de nuevo donde haría las cosas mejor para hacer crecer esta empresa. Fue así. Vendí los 60 cupos, le pagué a todas las personas a las que les debía, me quedé en cero y así hice crecer la escuela. El gran valor que veo acá es que todas las situaciones donde he aprendido y fracasado, las he transmitido a la escuela. Al final, a todas nos ha pasado lo mismo, hemos logrado derribar miedos. La gente de repente me puede ver como súper empoderada y lo soy porque tengo mucha confianza en mí, pero también tuve momentos difíciles como todas”, cuenta.
De la autoconfianza en el talento propio y la buena relación que una emprendedora pueda tener con el dinero, deviene una parte estratégica y a veces difícil de digerir: no se puede hacerlo todo. “Desde los programas de educación siempre se ha trabajado con las emprendedoras desde un punto de vista bien asistencialista, donde ellas figuran como una pobre chica que quiere vender carteritas. Cuando en realidad son mujeres tremendamente talentosas, que han salido de este espacio mental de hacerlo todo: marketing, redes sociales y ventas, para comenzar a liderar sus negocios y a tomar un espacio de poder en ellos. Algo tan concreto como que lo básico que se les enseña a las emprendedoras es a hacer sus redes sociales, su diseño gráfico y los posts de Instagram nos muestra cómo están dejando de lado las cosas de la estrategia que realmente tienen un significado directo en la facturación”, dice.
El plantearse desde una posición estratégica y de liderazgo en la empresa propia supone tercerizar áreas donde no se es experta, pero también dar el salto e invertir en uno o más sueldos. Esto, es clave para el crecimiento de la empresa, dice Lorena. “El tiempo dedicado al pensamiento estratégico, donde se puede elaborar el modelo de negocio, crear un producto nuevo o un nuevo servicio y ser protagonista en la parte creativa o donde tu talento es requerido en la empresa, libera espacios operativos y técnicos donde otras personas pueden estar. Eso sí incide en la facturación porque yo, Lorena, facturo más creando un curso nuevo que llevando las redes sociales de mi empresa. Si me siento y creo un curso, un programa, lo escribo, lo grabo y lo saco a la luz, vendo millones, pero si en vez de estar haciendo eso, mi tiempo está en ordenar los números, hacer un flujo de caja o responder los mensajes de redes sociales, nunca voy a facturar lo que yo quiero llegar a facturar porque soy una persona. Entonces, sí incide que la emprendedora entienda cuál es su rol dentro de la empresa. Nosotras le llamamos el rol de abeja reina, a partir de un libro que se llama Clockwork, que dice que el empresario debe estar donde la empresa realmente está facturando, no en espacios técnicos”, concluye.