Los 90 fue una década marcada principalmente por el Grunge y el Britpop. Y aunque me fueron muy relevantes, puedo decir que ‘Marco se haya marchado para no volver’ también tuvo un impacto poderoso en mí. Porque La soledad fue de esas canciones que quedan incrustadas, especialmente si -como yo- se conoció cuando se estaba entrando en la pubertad, cuando las hormonas explotaban y uno lloraba sin tener idea por qué.
Cuando hablo de Laura Pausini, pienso inmediatamente en el resto de la invasión italiana que tuvimos en esos años: Paolo Meneguzzi, una revolución en Viña del Mar 1996 con Aria ario; Nek con Laura no está y, por supuesto, Eros Ramazzotti. El de él fue el segundo concierto de mi vida, en el estadio San Carlos de Apoquindo, el 94. Confieso que no me marcó tanto, sólo conocía Cosas de la vida y Otra como tú, porque ni siquiera existía La cosa más bella. Pero mi primer recital sí que me impactó: Mecano, en el que en ese momento era el Estadio Chile, en 1992.
Cómo me gustaba Mecano. Aunque no entendía nada, por supuesto. No comprendía por qué tanto lío con las amigas de Mujer contra mujer; con el tiempo me enteré que el señor que Ana Torroja nombraba en Bailando salsa era bastante conocido (Pedro Almodóvar), y ni siquiera me cuestioné qué podría ser El fallo positivo. Pero sí me emocioné con Me cuesta tanto olvidarte y cantaba igualmente fascinada todo su repertorio.
Si hablamos de españoles, no puedo dejar de nombrar Estoy por ti y Me haces tanto bien, de Amistades Peligrosas. De nuevo, no entendía demasiado, pero sí tenía nociones de lo subido de tono de lo que decía esa pareja, así que me preocupaba de hablar mucho y fuerte cuando sonaba en el auto e iba con mi mamá o mi papá. Demasiado el pudor.
Varias de las canciones que me marcaron en los 90 son de artistas que desaparecieron de mi radar, como Los Enanitos Verdes (¿existía algo más de fogata que Lamento boliviano o drama más atroz que el alarido inicial de Mi primer día sin ti?); Los Ladrones Sueltos (La rubia del avión y No le dijo nada) o Jon Secada (Otro día más sin verte, aunque continúa vigente si consideramos las fiestas de matrimonio), por sólo nombrar algunos; pero muchos siguen más que activos, aunque me atrevo a decir que son casi otras personas. Porque me sorprende cuando comparo frases como “Quiero pensar que no tardarás, porque en el planeta no existe más nadie a quien pueda yo amar ¿Dónde estás, corazón?” con “Las mujeres no lloran, las mujeres facturan”. Shakira es otra, ¿soy yo también tan distinta?
Son tantas las canciones que recuerdo. Dame luz de Nicole, Desesperada de Marta Sánchez, Las flores de Café Tacuba o Suave de Luis Miguel. El espectacular disco de Juan Luis Guerra, Bachata Rosa, que escuchaba todos los días una mamá del turno que pasaba por mí al colegio, ¿cómo olvidar las “burbujas de amor”? El listado es fabuloso y eterno.
Me pregunto cuáles serán las canciones que marcarán a quienes actualmente están comenzando su pubertad y adolescencia, ¿será sólo trap y reggeaton? Aunque hoy no sea mi estilo, yo adoro lo que me tocó, himnos generacionales de letra imperecedera, que canto fascinada cada vez que suenan, tal como hace casi 30 años”.