Los custodios de la Selva Valdiviana

PASCUAL ALBA SELVA VALDIVIANA
PASCUAL ALBA. VALDIVIA, 14 REGION DE LOS RIOS, CHILE. 04-12-2011 (©Alvaro de la Fuente/TRIPLE) PASCUAL ALBA

Entre las regiones del Maule y Aisén se extiende la selva valdiviana. Hay personas comunes y corrientes que heredaron algunos de estos valiosos bosques. Podrían haber lucrado talando y vendiendo, pero se han empeñado en preservarlos. ¿Quiere saber quiénes cuidan uno de los pulmones más importantes del mundo?




“Escuche. Ese es el canto del chucao”, dice Pascual Alba (52) apuntando hacia el cielo. En alguna parte del bosque, el pájaro, que no mide más de 18 centímetros, lanza un sonido agudo. Si no fuera porque antes de llegar hasta aquí el punto de partida fue el mercado fluvial de Valdivia, la escena podría ocurrir en cualquier lugar del mundo lleno de árboles gigantes y una lluvia persistente que solo cae al interior del bosque. La humedad se pega al cuerpo. “Las nubes, el vapor de agua se condensa en las hojas de los árboles, por eso llueve”, explica Pascual, dueño de 340 hectáreas de bosque, que heredó de su abuelo en Pilolcura, una localidad costera ubicada a 27 kilómetros de Valdivia.

Su bosque conforma uno de los paisajes de la Selva Valdiviana, terreno que se extiende desde el Maule hasta Aisén y que es uno de los cinco tipos de bosque templado-lluvioso identificados en el planeta, el único de Latinoamérica y el tercero más extenso del mundo. Se parece a las selvas tropicales, pero su clima es más frío y tiene una fuerte influencia del océano. Pascual, al igual que otros habitantes de la zona, se vio un día con un bosque de especies nativas entre sus manos; pero a diferencia de otros, decidió no explotarlo ni venderlo.

Mantiene los árboles sólo para que se conserven como manchones verdes en medio de las frecuentes plantaciones de eucalipto y pino que han reemplazado a coihues, melíes y otras especies. "El olivillo es una de las especies más importantes que podemos encontrar acá", dice tomando entre sus manos una de las hojas verdes que cuelgan de un árbol de 15 metros. Habla con autoridad, aunque casi todo lo que sabe lo aprendió leyendo la enciclopedia Espasa-Calpe y solo llegó hasta cuarto medio. "Es un monotipo, un árbol que es endémico de la Selva Valdiviana. O sea, no tiene comparación con otras especies en el mundo. Es de origen gondwaniano", cuenta. La historia dice que esta zona pertenecía –junto con el resto de Sudamérica, África, Antártica y Oceanía– a Gondwana, antiguo bloque continental que se separó del resto de la Tierra hace 250 millones de años. Por eso también es posible encontrar algunas especies similares en lugares tan alejados como Nueva Zelanda. Pascual cuenta que hace un par de años le ofrecieron comprarle su bosque en un millón de pesos por hectárea, pero dijo que no. "Lo iban a cortar, entonces, aunque necesite la plata, no lo vendo. Acá hay una riqueza que muchos no están dispuestos a cuidar".

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FAMILIA DONOSO, DUEÑOS DE UN PARQUE DE SELVA VALDIVIANA A 30 MINUTOS DEL CENTRO DE VALDIVIA. VALDIVIA, 14 REGION DE LOS RIOS, CHILE. 04-12-2011 (©Alvaro de la Fuente/TRIPLE) FAMILIA DONOSO

El bosque tiene una fauna específica que concentra allí su vida: búhos, la lechuza blanca y la lechuza bataraz, que no tiene orejas. De pronto, interrumpe su relato. Mira hacia la izquierda y clava sus ojos en un arbusto. "Mira lo que va ahí", ¡es un churrín austral!, una ave que parece pollito. No debe pesar más de 25 gramos. En este bosque también hay rastros de rinocríptidos, aves que solo viven aquí". Junto con otros propietarios de bosques, Pascual fundó la primera asociación regional de áreas protegidas privadas. Hoy son más de 40 socios, repartidos de cordillera a mar, que protegen la enorme diversidad natural y cultural de esta región verde.

"Por ser una isla biogeográfica, que se mantuvo aislada de los demás ecosistemas boscosos durante millones de años, la Selva Valdiviana aloja especies únicas de antiguos linajes desaparecidos en el resto del planeta ", dice Alberto Tacón, coordinador del programa de Áreas Protegidas de World Wildlife Fund (WWF) Chile. En efecto, muchas de las especies de la Selva Valdiviana solo están allí. Más de 50% de sus árboles y arbustos, 76% de los anfibios, 50% de los peces de agua dulce, 36% de los reptiles, 33% de los mamíferos y 30% de las aves son exclusivas de esta región. Entre ellos el alerce, que con ejemplares de 3.400 años es la segunda especie de árbol más longeva de la Tierra y está en peligro de extinción. Según cifras de la Corporación Nacional Forestal de Chile (Conaf), en la Región de los Ríos el total de superficie forestal es de 1.040.156 hectáreas, de las cuales 849.771 son de bosque nativo; las 179.545 restantes corresponden a plantaciones forestales. Según el artículo 37 de la Ley 19.300 de Bases Generales del Medio Ambiente, al Estado le corresponde clasificar la flora y fauna en su estado de conversación. Desde 2007 a la fecha, se ha establecido qué especies están amenazadas. En todo Chile, las especies leñosas (árboles y arbustos) amenazadas son 126.

En la última clasificación, en la Región de los Lagos, por ejemplo, el alerce se decreta en peligro, el ciprés de la cordillera se clasifica como casi amenazado y el lingue como vulnerable. Por esto es que hay quienes cuidan cada rama como si fuera un tesoro.

Sur morado

"¿Ves todos esos manchones morados que están allá?", pregunta Francisco Rivera. "Todo eso era bosque nativo, lo fueron talando y ahora en su lugar hay eucaliptos". Francisco está de pie sobre una loma en el Valle de San José de la Mariquina. El contraste deja helado a cualquiera. Los espacios de bosque nativo se ven tupidos, de un color intenso y profundo. El resto es violáceo. Francisco tiene 31 años y estudió ecoturismo en Viña del Mar. El bosque pertenece a su familia. Tiene 91 hectáreas y 75 de bosque nativo que se encuentran a 35 kilómetros al noreste de Valdivia. El campo era de su bisabuelo, pero lo perdieron y solo lo recuperaron hace 20 años. "Ya habían cortado gran parte de los árboles", cuenta a punto de internarse entre las ramas del bosque donde dominan coihues, laureles y avellanos.

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FRANCISCO RIVAS, PRACTICA ARBORISMO EN LA SELVA VALDIVIANA. SAN JOSE DE LA MARIQUINA, 14 REGION DE LOS RIOS, CHILE. 04-12-2011 (©Alvaro de la Fuente/TRIPLE) FRANCISCO RIVAS

También quedan algunos ejemplares de lingue y un mañío de hojas largas. Los guardianes de los bosques han preservado estos rincones pese a la amenaza externa. Tanto Pascual como Francisco deben cercar y preocuparse de que los animales no aplasten ni se coman el bosque, que nadie corte los árboles ni prenda fuego. Todo eso requiere paseos constantes e inversión que sale de su bolsillo. En algún momento, la familia de Francisco tuvo otro campo. Ese recuerdo es una de las imágenes más potentes para decidir cuidar lo que tiene ahora: "La familia de mi padre ha vivido en el valle desde los tiempos de la Colonia. De niño me tocaba ir por los bosques a caballo.

Teníamos unos vecinos que cortaban madera y que un día nos tiraron el caballo encima cuando mi papá los encaró. Por eso, el año 1993 él decidió vender. Lo compró una empresa forestal. Años después volví. Medio una tristeza enorme. Ya casi no quedaba bosque nativo y había sido reemplazado por pino". Los detractores de las plantaciones forestales insisten en que los monocultivos desgastan los nutrientes del suelo, lo erosionan y terminan con la flora y fauna.

En el año 1997 las plantaciones forestales eran de 2.119.005 hectáreas y en la actualidad esta cifra subió 2.620.486. Solo un ejemplo: en 1997 las plantaciones de eucalipto correspondían a un 21,4%. Hoy ese número llega a 42,6%, según Conaf. "Aquí no hay ningún apoyo", se queja Carmen Muñoz, vecina de Francisco Rivera. Hace 21 años que es dueña de 40 hectáreas en San José de la Mariquina. "Yo tuve que crear una agrupación por el medio ambiente porque el año pasado un conde austriaco compró 500 hectáreas de tierras agrícolas. ¡Eran las mejores! Y las plantó de puros eucaliptos.

Los campesinos se están quedando sin trabajo y nadie hace nada", acusa. Sucede que existe un decreto, de 1971, que fomenta la forestación en general, por eso no hay un control de plantaciones de pino o eucalipto. Aída Baldini, gerente forestal de la Conaf tiene una visión distinta a quienes se quejan. Explica que la mayoría de estas dos especies cuestionadas se han plantado sobre suelo descubierto y solo 1,8% del total de plantaciones forestales actuales corresponde a sustitución de bosque nativo. Baldini asegura que siempre va a ser mejor un suelo forestado que uno que no lo está. "Al descubierto pierde 10 toneladas de suelo al año. Por lo tanto es mucho mejor que se foreste", dice.

Oro azul

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PASCUAL ALBA. VALDIVIA, 14 REGION DE LOS RIOS, CHILE. 04-12-2011 (©Alvaro de la Fuente/TRIPLE) PASCUAL ALBA

Claudio Donoso (50) sonríe al llegar a su pedazo de bosque, a 15 kilómetros de Valdivia. Abre un portón de madera y lo primero que se escucha es el agua, un estero al que un amigo geólogo le puso edad: 14 mil años. El bosque lo compró su papá en poco más de 3 millones de pesos el año 1987. Ya estaba "charqueado" cuando llegó a sus manos. Es decir, ya había sido explotado. Pero ellos se encargaron de cuidar lo que quedaba de sus 31 hectáreas.

Pusieron puentes de madera para cruzar los sectores donde pasa el estero y carteles que señalan el nombre de cada especie. Hay una liviana vegetación a ras de suelo que parece pelusa verde. "A este musgo le dicen 'lana de los pobres'", cuenta Claudio. La postal parece interminable: un nido de un colibrí; un helecho de hojas tan delgadas que casi no se sienten al tacto; formaciones de roca de hace 400 millones de años; un insecto negro, pequeño, que se llama Caballito del Diablo y que parece araña, pero solo tiene 6 patas. También aparecen laureles. Y el agua. Siempre el agua. "El agua está muy relacionada con el bosque nativo", explica Claudio. "Lo que hace el bosque es cubrir el suelo, protegerlo. Las propiedades físicas, químicas y biológicas hacen que el suelo sea como una esponja. Así la lluvia se almacena en el suelo y este la va descargando lentamente hacia este estero". Y continúa: "Hay comunas que tienen problemas de agua por las plantaciones de pino y eucalipto y los municipios deben abastecer a las comunidades rurales, con un alto costo para el Estado, lo que es un oculto subsidio a las empresas forestales. Hoy las plantaciones de especies exóticas de rápido crecimiento consumen el agua que les falta a las comunidades rurales". No existe un catastro sobre comunidades afectadas por este hecho. Aída Baldini también se refiere a las críticas por la pérdida de agua: "Hay un mayor consumo en las plantaciones que están creciendo, porque crecen rápido y el eucalipto consume más agua que el pino.

Pero si tú haces una comparación entre un suelo descubierto versus una plantación, va a ser mejor la plantación porque logras infiltrar agua a las napas freáticas (masas de agua que están bajo el suelo)". Sin embargo, Claudio recuerda a la familia de don Santiago, uncampesino de 60 años que vive cerca de Cholchol, en la IX Región. "Tenían una vertiente que estaba a 100 metros de la casa, pero cuando cortaron el bosque nativo y pusieron plantaciones forestales la vertiente se secó. Ahora debe ir en carreta a buscar agua a tres kilómetros para poder comer y beber. Su tierra la tiene tirada porque sin agua no produce. Viven en la miseria". Ademásdeconservarsushectáreas, Pascual, Francisco y Claudio organizan paseos y excursiones para quien quiera visitar sus bosques en primavera y verano. Pascual hace viajes que parten desde Valdivia. Claudio también recibe grupos.

Francisco hace arborismo. O sea, escala árboles. Este verano pondrá hamacas de un árbol a otro para que quienes lo contacten puedan trepar y descansar bajo una copa verde. Francisco obtuvo un capital semilla de Sercotec para un emprendimiento turístico y con eso compró equipamiento como cuerdas e implementos de escalada. Este año comenzará a construir refugios en los sectores más planos del bosque para recibir a niños, para educarlos ambientalmente. Ante el lente fotográfico de Paula ensaya cómo sería colgarse de una hamaca. Y todo es verde. Verde y profundo. Aunque el morado amenazante se deja ver entre algunas ramas. Muy cerca

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