Los matrimonios que ya no tienen sexo, ¿están destinados al fracaso?

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Aunque cada vez más se piensa en el sexo como un espacio de placer, disfrute y complicidad, muchos matrimonios que dejan de tenerlo lo sienten como un fracaso. Como el preludio de la infelicidad y del fin del amor. Con vergüenza y culpa, el peso de la ausencia del sexo recae sobre todo en las mujeres, a las que socioculturalmente se les ha cargado con la responsabilidad de mantener a sus parejas satisfechas sexualmente para evitar que “miren para el lado” y busquen en otra parte ese sexo que dentro del matrimonio no hay, dicen las especialistas.

Si sabemos que la sexualidad evoluciona a lo largo de la vida y que el deseo y el apetito sexual pueden estar marcados por situaciones del día a día como el estrés, el cansancio, los desbalances hormonales o el consumo de algún medicamento que inhibe la libido, como también por transitar etapas como el embarazo, el puerperio o la menopausia y que eso es normal y natural, ¿por qué dejar de tener sexo dentro del matrimonio es algo tan grave y preocupante? ¿Qué impacto tiene realmente en nuestro bienestar como pareja? ¿De verdad está todo perdido?

Desde una mirada tradicional, se ha pensado en el sexo como el sostén de nuestras relaciones de pareja. Y eso, es un error porque les pone una gran presión, dice Roberto Ruedlinger, psicólogo de la Unidad de Terapia de Pareja y Sexualidad de UC Christus. “Además de tener que ser felices en pareja, se espera que esa otra persona lo sea todo para nosotros: tenemos que ser amigos, amantes, compañeros y padres. Y, si bien el sexo sí es importante en el sentido de que me permite conectar emocionalmente con mi pareja, no puede ser lo único que nos sostenga porque nuestro deseo y nuestra manera de vivir la sexualidad es algo que va a variar a lo largo de la vida”, asegura.

Si la llama ya no está encendida, ¿se murió el amor?

Por internet los blogs que enseñan a “reavivar la llama” con la pareja abundan. Con la premisa de volver a tener un “vínculo electrificante” como al comienzo, dan recomendaciones para “cuidar” la relación de pareja, tal como si la falta de sexo fuera una patología necesaria de erradicar. Pero ¿de verdad el que la “llama” se acabe significa un peligro real para nuestra relación?

“Que no haya sexualidad en una relación no quiere decir que necesariamente tienes un problema y menos que el amor se acabó. Esto sólo es un problema si para alguno de los miembros lo es, porque se encuentra insatisfecha o insatisfecho con su sexualidad. De lo contrario, podrían vivir así, sin problema”, explica Carolina Ulloa (@terapiafamiliaryparejas), psicóloga clínica especialista en terapia familiar y de parejas. En el caso de que haya un problema en relación a la sexualidad y mi pareja lo resienta, agrega Ulloa, “ambas partes tenemos que hacer un esfuerzo para reconectar, porque si es importante para mi pareja, lo ideal es que sea importante para mí también”.

Si bien a lo largo de la vida nuestra sexualidad va cambiando, porque no es algo que se sostenga de forma lineal, la falta de deseo sexual, a veces, sí es síntoma de algo más profundo. Según explica Carolina Aspillaga (@carolinaaspillaga), psicóloga y terapeuta de CIDEM, tal como para algunas personas esto podría ser un indicador de cómo me estoy sintiendo respecto a mi pareja, mi relación o mí mismo, para otras puede significar que simplemente haya cambiado la libido o la relevancia que tiene la sexualidad para cada uno.

“Creo que acá la respuesta la tiene cada persona y me parece que es muy normativo pensar que tener una libido más baja en sí mismo es un problema. Es fundamental, en especial considerando los mandatos de género, cuestionar la idea de que es un deber de las mujeres mantener sexualmente satisfechas a sus parejas para mantener la relación o para que la pareja no le sea infiel”, dice.

Y es que cuando accedemos a “hacer un esfuerzo” por el otro teniendo sexo sin ganas y con la preocupación de que nos sean infieles, lo estamos haciendo por cumplir, asegura la terapeuta de CIDEM. “El sexo debe ser deseado y consentido para ambas partes y no debe ser algo que se haga por cumplir o para hacerle el favor a la otra persona. Me parece importante que las parejas puedan darse espacio para conversar respecto de cómo se sienten con el erotismo y la sexualidad en su relación, de la relevancia que tiene el contacto físico para cada uno, de las cosas que los erotizan y las situaciones que les deserotizan; de qué entienden como bienestar, qué les hace sentir amados y, en función de eso, ver cómo quieren vivirlo o qué quieren hacer si es que hay divergencias”, asegura.

Dejar de tener relaciones sexuales estando en una relación a veces significa también que dejamos de tocar al otro. Que los “te amo”, los abrazos y las caricias escaseen. “La intimidad física es clave para sentirnos unidos y conectados. Si bien hay personas que necesitan las demostraciones físicas de afecto y cariño porque eso les hace sentirse queridos, hay otras para las que el contacto físico no es algo tan relevante porque no afecta la seguridad y estabilidad de su vínculo, pero eso solo lo sabremos si lo conversamos”, dice la psicóloga de parejas, Carolina Ulloa.

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Conversaciones importantes que hacen de las relaciones un espacio seguro

Entender qué es importante para mi pareja se torna difícil si tratamos de adivinar y actuamos en base a lo que nosotros consideramos que es mejor. En ese sentido, cuidar la buena salud de nuestro vínculo no tiene necesariamente que ver con “reavivar la llama”, pero sí con poder conversar aquello que nos incomoda y que nos gustaría cambiar. A esto, el psicólogo Roberto Ruedlinger le llama ser protagonistas de nuestra relación, que implica ser capaces de sentarnos con nuestra pareja y de una manera cercana y respetuosa, conversar eso que está pasando entre nosotros.

“Aunque mi falta de libido o apetito sí se ve influenciada por lo que veo y percibo del otro, tiene más que ver con cómo eso resuena en mí. En ese escenario el protagonista responsable de resolver cómo vuelvo a sentirme como antes soy yo. Sí, necesitamos el aporte de la pareja, pero no es ella la que lo tiene que solucionar. A veces se vuelve súper compleja la tarea y por eso es tan importante esta desnudez emocional en la que voy viendo lo que me pasa, pero cuidando al otro. No se trata de vomitar todo lo que me pasa porque en eso se puede generar daño en forma de desconexión, frialdad o el no sentirse visto, deseado ni atractivo”, concluye Ruedlinger .

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