Paula 1202. Sábado 18 de junio de 2016.

Es un genio musical con una voz intensísima, punk y elegante, sofisticada y graciosa, sexy y brutal, desgarrada y política. Desde 1993 Polly Jean Harvey (1969) ha sorprendido con nueve discos muy diferentes entre sí y con el desparpajo de una mujer que se reinventa y crece musical y estéticamente cada vez. La complejidad y potencia de su música, unida a la maravilla de su voz y figura, nunca deja de ser radical, insolente y nada complaciente.

PJ tiene el estatus de Most Excellent Order of the British Empire (Miembro de la Orden del Imperio Británico), condecoración que recibió de la Reina Isabel por su aporte a la música precisamente tras su disco Let England Shake, de 2011, una fina y feroz crítica al colonialismo inglés. Su trabajo posterior, que une el disco The Hope Six Demolition Project con la publicación de su primer libro de poemas, sigue la misma línea. Junto al premiado y experimentado documentalista Seamus Murphy, PJ se fue de viaje a Kosovo, luego a Afganistán y Washington DC, y de ahí salieron los materiales para hablar de guerra, devastación y miseria a lo largo del mundo. Curiosamente, cuando grabó el disco se encerró en una casa transparente en Londres donde la gente podía ver, por turnos cada 45 minutos, todo el proceso musical. Este exhibicionismo parece conectarse con la noción de algo colectivo y anónimo en estas nuevas canciones, que incluyen fragmentos de audio real, coros de aire marcial y ritual, y nueva variedad instrumental.

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PJ tiene el estatus de Most Excellent Order of the British Empire, condecoración que recibió de la Reina Isabel por su aporte a la música precisamente tras su disco Let England Shake, de 2011, una fina y feroz crítica al colonialismo inglés.

Los versos de PJ en El hueco de la mano son descriptivos y precisos, están llenos de voces y de imágenes, de tiempos vividos por una extraña en tierra ajena que busca compenetrarse con historias a punto de perderse. Los poemas cargan lamentos que estremecen: casas en ruinas, ríos secos, ancianos miserables, niños que piden dólares, cementerios, mercados caóticos, fiestas tristes, gente que sobrevive en lugares destruidos. De ahí que junto a la melancolía de la pérdida y el apocalíptico sinsentido aparezca también la esperanza del sobreviviente. Las fotografías de Murphy, que acompañan cada viaje, también apuntan a lo humano que persiste en el horror.

Mientras los poemas de Kosovo son nítidamente tristes, los de Afganistán muestran el desvarío de una incertidumbre constante. Los de Washington DC, en tanto, siguen el ritmo de la descomposición social y la violencia que cohabita con el gran centro de poder. PJ, otra vez, como una vidente, inquieta y fascina con la creación desde el espanto: "Y sonidos de llanto llegaron en vez de música/ Y caminé temblando y hundí mi rostro en la tierra/ Y sonidos de llanto llegaron en vez de palabras o discursos / y tardes oscuras llegaron al amanecer y lamentos se alzaron desde la aldea".

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En librerías, $ 22.000.