Los vínculos afectivos no sexuales

amor



“Las amistades nos acompañan por lo general con mayor intensidad en determinados períodos de nuestras vidas, pero tienen un comienzo y un final poco precisos. Son una forma de pololeo sin la exigencia de monogamia, pero sí de una profunda lealtad. Solo a esta edad me siento capaz de hacer un análisis serio de lo que han sido mis amistades importantes, las largas, pues ha pasado el tiempo suficiente como para poder tener algo de perspectiva y recorrido contundente para evaluar.

Las amistades del colegio, por ejemplo, que pensamos durarían para siempre, finalmente pasan más a una categoría de primos o parientes lejanos, pues comparten algo fundacional con nosotros, pero no hubo realmente una opción de elegir. O tal vez fueron muy básicas en su fundamento, porque aún no eras una persona constituida, ¿vale realmente con quiénes fuiste alma gemela, partner, yunta? Podrías haber sido amiga de cualquier esperpento incipiente en esa etapa sólo porque gustaban de una boyband en común. Luego los caminos se disparan para cualquier lado y resulta que esa persona puede terminar siendo lo opuesto a ti.

En la universidad ya tienes alguna idea de lo que quieres en el futuro, pero continúas condicionado por elementos que escapan de tu voluntad. Yo me recuerdo guachita en una ciudad nueva e inmensa y, cual Carmela, aceptando la generosa ayuda de quien quisiera dármela. Así, me hice amistades que perduraron y otras que sencillamente es mejor olvidar.

En los primeros trabajos, ya más firme en nuestras identidades cocinadas a punto, y rodeándonos de personas que han elegido caminos similares, la cosa se va poniendo seria. En paralelo seguimos arrastrando a algunos de nuestros amigos del pasado, una fina selección de las personas que fuimos cosechando en el camino. Cada uno de nuestros matices personificados en un amigo distinto. Los cumpleaños de edades intermedias son una genialidad en ese sentido. Personas de lugares y actividades muy diferentes reunidas en un mismo espacio, con sólo una cosa en común: tú.

Luego en la cosecha de los años hay amistades que se rompen de manera permanente, o casi. Porque si hay un lugar donde los “remember” son posibles en cualquier momento de la vida, es con los amigos. Volver a conectar en otro momento, cuando ya ha pasado agua bajo el puente, con una amistad del pasado puede ser tremendamente interesante. Aprendemos a reinterpretar períodos de la propia vida que a veces teníamos olvidados (o bloqueados) y por lo tanto a entendernos a nosotros mismos un poquito más. ¿Fuimos realmente eso que creíamos o la cercanía no nos permitía vernos con nitidez?

Algunas personas que nos volvemos a encontrar pasados los años sólo nos demuestran que sus terquedades se han transformado en una versión adulta de lo que antes la juventud perdonaba. Un encuentro en la adultez con una amistad del pasado puede ser también un golpe de realidad y una lección de qué ocurre cuando no somos capaces de corregir nuestras propias taras, cuando nos resistimos al cambio y al aprendizaje. ¿Somos capaces de repetir esos viejos y viciados patrones? Nos vemos en ellos y vemos lo que fuimos, pero también lo que no queremos ser. Dejar ir una amistad puede ser entonces cerrar un capítulo y reescribir nuestra propia historia. Ponerle fin a un vínculo que pocas veces lo tiene. Con toda la voluntad que eso requiere.

Las amistades no son solo amor, compañía y comprensión. En general creo que tienen mucho de eso, pero también a veces son tensión y tienen momentos cargados de peligrosa toxicidad, así como de variadas tonterías y absurdos. Porque seamos honestos: ¿cuántas veces le dedicamos cuantiosas rumiaciones mentales a las conversaciones y discusiones que tenemos con algunas de nuestras amistades? ¿Cuántas veces las amistades tienen ires y venires igual de conflictivos que las otras formas de amor que experimentamos? Las amistades son vínculos complejos. Tanto se escribe del amor y las relaciones de pareja, sexo afectivas y otras denominaciones, pero me gustaría leer muchísimo más sobre los vínculos afectivos no sexuales.

Lula (37) es guionista y comunicadora.

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