Malqueridas: un retrato a los afectos de las madres en la cárcel

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Malqueridas: un retrato a los afectos de mujeres madres en la cárcel.

Dirigido por Tana Gilbert y producido por Paola Castillo, el documental Malqueridas sigue el día a día de un grupo de madres que están privadas de libertad en Chile. Por estos días la película está participando en la 38 Settimana Internazionale della Critica de Venezia.




Un cuadro negro y el sonido de la voz de una madre que le canta Caballito Blanco a su guagua para calmarla. También se escucha el ruido que hacen unos gendarmes al cerrar la reja de una celda con una cadena. Así comienza Malqueridas, un documental que aborda las historias de mujeres madres en la cárcel y que, por estos días, está participando en la 38 Settimana Internazionale della Critica de Venezia.

Dirigido por Tana Gilbert y producido por Paola Castillo, sigue el día a día de un grupo de madres que están privadas de libertad en Chile. Sus hijos crecen lejos de ellas, pero permanecen en sus corazones. En la prisión, encuentran afectos en otras compañeras que comparten su misma situación. El apoyo mutuo entre estas mujeres se convierte en una poderosa forma de resistencia.

“Siempre tuve un interés particular con la cárcel, no sabía por qué, hasta que un día, durante un proceso de investigación, me enteré que mi papá estuvo privado de libertad en Estados Unidos cuando yo tenía tres años. Ahí apareció el secreto familiar. Y empezó a tener todo más sentido. Él estuvo alrededor de un año privado de libertad, mi mamá viajó a acompañarlo y nos quedamos con mi abuela. Yo no me acuerdo, pero a partir de eso comencé a atar cabos sueltos. Seis años después comenzó el proyecto Malqueridas”, cuenta Tana.

Pero no es sólo la cárcel donde está puesto su interés, sino que también en las relaciones de género en la familia, en los cuidados, las maternidades y los afectos. Y este documental, en algún punto, es un reflejo de todo ello.

“La película es una construcción colectiva que relata las experiencias de las maternidades en la cárcel a través de distintos testimonios. Creamos un relato común de afectos que se expresa a través de la narración de Karina, la voz de la película. Esta voz fue creada a partir de extensas conversaciones que tuvimos con más de veinte mujeres y reinterpretadas en base a la propia historia de Karina, quien estuvo privada de libertad por más de seis años”, agrega Tana.

Esta mujer entra a la cárcel con su hijo recién nacido y está allí con él hasta los dos años, que es la edad permitida. En ese momento tienen que separarse y luego Karina pasa el tiempo que le queda de condena en una relación a distancia con su hijo, pero al mismo tiempo teniendo afectos con otras mujeres y personas dentro de la cárcel.

Su historia es el espejo de una historia colectiva.

Su propia voz y sus propias imágenes

Este documental tiene una particularidad, y es que está grabado en formato vertical. La razón es que se construyen las historias de estas mujeres sólo a través de imágenes capturadas por ellas mismas con celulares al interior de la cárcel, recuperando la memoria colectiva de una comunidad abandonada.

“Partimos la película a través de un material con el que me encontré mirando internet: la noticia de un hombre guatemalteco que está en la cárcel y amenaza a otro que va a entrar. Y para contarlo, publican un pantallazo de su Facebook, sin ningún resguardo de su identidad. Empecé a buscar si había más de estas imágenes y encontré muchas de mujeres que están privadas de libertad en Chile y empecé a darme cuenta de un mundo paralelo a mi cámara de eco de Facebook o de otras redes, donde todas las personas registran y publican de su vida, incluso quienes están privadas de libertad”, relata Tana.

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Malqueridas: un retrato a los afectos de mujeres madres en la cárcel

Después de eso las realizadoras pidieron acceso a la cárcel a través de talleres de derecho penitenciarios y luego empezaron a ver a algunas de las reclusas en visitas familiares. Así es como se empieza a ordenar la búsqueda, cuenta Tana. “Claro que algunas de las imágenes las conseguimos antes de entrar, desde sus Facebooks, porque eso también aprendimos allí: que estas redes sociales, para muchas, son la única manera de decirles a sus hijos o a sus familiares que están afuera, ‘aquí estoy. Te echo de menos”.

En la cárcel se castiga la maternidad

Uno de los cuidados que tuvieron las realizadoras al momento de contar esta historia, pues no querían cometer el error que se suele cometer al documentar la vida en la cárcel, fue no caer en la estigmatización ni la victimización de estas mujeres.

Hoy más del 50% de las mujeres que está privada de libertad, están por delitos de droga, de microtráfico y tráfico; y por otro lado, el 92% de las mujeres que están privadas de libertad son madres. “La película regala la posibilidad de entrar a este mundo que está ahí todo el rato, pero que uno no ve, y lamentablemente cuando lo ve, se tiende a satanizar”, relata Paola. Y sigue: “Sabemos que históricamente el narcotráfico ha sido una forma de sustento del hogar, porque el mundo es más complejo que si eres mala o buena persona. Muchas de estas mujeres quieren salir, pero salen de ahí y no tienen redes porque sus redes están en el narcotráfico desde donde quieren escapar; o encuentran con suerte un trabajo que le pagan el mínimo o donde las tratan mal. Mujeres que delinquiendo pueden ganar, por lo bajo tres veces más, trabajando medio día, en su casa y pudiendo cuidar a sus hijos. Entonces la reinserción es super compleja, hay un sistema que está constantemente boicoteando su trayectoria vital”.

“Y a eso se le suma que muchas de ellas cuando salen de la cárcel les resulta muy difícil reconstruir los vínculos con sus hijos porque han estado lejos mucho tiempo. Por microtráfico pueden ser cinco años de condena, si una madre deja de ver a su hijo a los dos años, al salir lo encuentra con siete, es otra persona. ¿Cómo se vuelven a conectar afectivamente? Es como quitarle un hijo a alguien y eso termina siendo un círculo de violencia, porque al cortar ese vínculo terminas creando gente más fragmentada, más dolida y por los mismos círculos que habitan, esos niños probablemente también terminarán delinquiendo”, agrega Tania.

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Malqueridas: un retrato a los afectos de mujeres madres en la cárcel

Y no se trata de que no paguen por sus delitos. Las mujeres que están ahí –continúa Paola– reconocen que cometieron crímenes y entienden que por eso están pagando. “Pero otra condena es que no puedan ver a sus hijos, que no estén creadas las condiciones para tener una relación familiar. Y no están creadas desde el momento en que no pueden usar un celular, que no hay comunicación. La única manera de verse es en las visitas en las que tienen que enrolarse y que uno sabe que en términos prácticos, es exponer a un niño a un proceso que es super violento”.

El afecto como resistencia

Dentro de la cárcel existe el concepto de “mamá canera” e “hija canera”. Crean roles, y la mamá canera es la que cobija, quien te cuida y a quien yo cuido. Ese es el foco del documental –dice Paola–, que no existe sólo la maternidad biológica, sino que existen otras formas de maternar y otros tipos de afectos.

“A pesar de la distancia con los hijos que crea el sistema carcelario, los afectos son la fuerza que sostiene y nos hace conectar con la subjetividad de estas experiencias. Malqueridas desafía la narrativa dominante a través de su construcción colectiva en un intento de preservar sus historias, su existencia y humanidad”, agrega Tana.

Fueron esos mismos afectos de los que pudo ser testigo, los que también la hicieron dudar del nombre, Malqueridas. “Me bajó una angustia pre estreno porque pensé que se podría entender mal. Pensé quién era yo para decirles a ellas que eran malqueridas. Así que les pregunté a las protagonistas. Me dijeron ‘nosotras somos malqueridas’, así que no lo vamos a cambiar.

Malqueridas por una sociedad completa que nos les da espacios, que las estigmatiza, que las discrimina. Pero también “bienqueridas” entre ellas mismas. “Eso es lo más bonito que vimos ahí, que en prisión las mujeres encuentran afectos en otras compañeras que comparten su misma situación. El apoyo mutuo entre estas mujeres se convierte en una poderosa forma de resistencia”, concluyen.

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